“NO BASTA CON VOTAR”

prensaopal  -  26 octubre, 2020

Luego del plebiscito se escuchan diferentes balances, con muchas frases cliché: “la cantidad de votantes, una amplia participación ciudadana. El sentido republicano y democrático del acto cívico”. Otros señalan que Chile cambió nuevamente gracias a un lápiz y un papel, y recuerdan con nostalgia el gran logro del plebiscito de 1988 que derrotó a una dictadura. En la Moneda, y en forma bastante grosera y oportunista los voceros señalan que “la gran mayoría del país decidió un camino por la vía institucional”. Todo lo anterior, es cierto, pero falta aún desglosar detalladamente las votaciones por sectores etareos y sociales, recién ahí tendríamos un mejor panorama del Chile post plebiscito.

Aún así, esta idea romántica del lápiz y el papel, es decir, de la democracia liberal representativa está muy sobrevalorada, y por sí misma es incapaz de lograr los cambios que requiere la sociedad. Muchos representantes de los partidos nos quieren hacer creer que esto es casi un revival del plebiscito de 1988, y tal como sucede con hechos de la vida personal, cuando uno rememora sucesos de un pasado lejano suele revestirlos con un halo de idealismo que nunca existió. Esta idea de haber derrotado a Pinochet a fines de los 80 por la vía pacífica, a través de una Franja política sumamente creativa para la época, es una gran falacia histórica. Los dirigentes de esos años, como Genaro Arriagada o Eugeno Tironi han escrito extensa literatura política explicando cómo se logró ese milagro. Sin embargo, los hechos fueron de otra forma: Omiten, por ejemplo, que el famoso lápiz y papel fue el final de un largo proceso que comenzó en1983 con paros y protestas que se extendían por todas las poblaciones del país, con el costo de cientos de muertos. También omiten la heroica resistencia del FPMR, quienes llegaron a poner en jaque a la propia dictadura. Esta idolatría del triunfo a través del lápiz, llega a ser una falta de respeto a la memoria de todos esos mártires.

Hoy, después de un intenso año de movilizaciones, con una gran cantidad de víctimas y mutilados, nos quieren hacer creer que el proceso culmina con la marca en un voto, y tratarán de que la gente regrese a sus casas, tal como hicieron en 1988, porque “la política es algo demasiado serio y delicado, y hay que dejarlo en manos de los políticos profesionales, de los expertos”. De ahora en adelante, sería entonces, el momento de la pausada negociación entre las elites. Sin embargo, para no volver a sufrir el desencanto que muchos vivimos en los años 90, nuestro deber es no claudicar ni dejar todo aquello en manos de la decadente oligarquía política de la transición.

Los momentos constituyentes suelen ser instancias donde, además de reformular la carta constitucional y modificar las reglas del juego institucional, también se abre una ventana para la necesaria renovación de la elite dirigente, una necesaria oxigenación generacional, de liderazgos y de ideas.

Veo, no sin cierta preocupación, cómo los mismos de siempre ya se están candidateando para ser constituyentes el próximo año. Sin embargo, el nuevo ciclo político que comienza requiere, más que nunca, de nuevas voces, de nuevos intérpretes que conozcan el Chile real y sus necesidades. Por eso no basta con votar, eso es el comienzo del proceso, y se necesita mantener al pueblo movilizado, de lo contrario, el resultado será predecible, y la Constitución solo representará a la misma elite que nos gobierna desde hace 200 años.

Por Cristián Martínez Arriagada, Cientista Político

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