CHILE, ¿PODRÁN POR FIN ABRIRSE LAS GRANDES ALAMEDAS?

Por DANILO ARAVENA ROSS

La Última Hora. 1 de noviembre de 2020 16:00

El pasado 25 de octubre la ciudadanía chilena dio una gran lección de democracia, combatividad y conciencia social votando a favor de que sea convocada una Convención Constituyente que permita reemplazar la actualmente imperante desde 1980 y que fue impuesta por Augusto Pinochet, felón general golpista que encabezó el golpe militar que terminó con el gobierno de la Unidad Popular que presidía Salvador Allende. Es casi innecesario decir que en 1980 existía una feroz represión policial y militar contra políticos y sindicalistas, pobladores, trabajadores y estudiantes.

Han transcurrido más de 47 años desde  que en la madrugada de un 11 de septiembre los militares chilenos azuzados y financiados por las derechas criollas y por el gobierno de Estados Unidos terminaron con un largo período de convivencia democrática y con los logros sociales que durante casi 50 años los trabajadores de campos y  ciudades habían ido conquistando  -con grandes esfuerzos y sacrificios sin duda – logros que no solo se consolidaron si no que se ampliaron  - incorporando así mismo decenas de leyes que beneficiaban  a la ciudadanía más desfavorecida : obreros, campesinos, mineros, familias sin vivienda, mujeres, pueblos originarios, juventud.

Es ampliamente conocido los miles de muertos, desaparecidos, torturados, encarcelados, y exiliados que causó la dictadura cívico-militar del país austral a lo largo de más de 16 años.

En 1990, luego de un plebiscito en que la mayoría de la población dijo NO a la continuación de Pinochet al frente del Estado y del Gobierno, se entró en lo que iba a ser “un período de transición a la democracia” que luego los políticos, tanto de derechas, centro e izquierda socialdemocratizada fueron manteniendo durante 30 años sin que casi nada de lo impuesto por la dictadura cambiase real y radicalmente.

Así la Sanidad continuó en manos de poderosas empresas privadas y en ella solo podían ser atendidos quienes tuviesen rentas que en ningún caso eran /son las que perciben los trabajadores y muchas capas medias. Con la Educación pasó algo similar, Chile hasta 1973 contaba con un buen nivel educativo basado en una Educación gratuita y laica tanto en los niveles básico, medio y universitario. A partir de 1980 las escuelas, institutos y universidades privadas fueron desplazando y aniquilando la enseñanza pública empobreciéndola en cuanto a recursos, docentes y contenidos.

Mientras a los mayores, a los pensionistas que hasta 1977 contaron con un sistema de pensiones público y solidario, se les impuso sin alternativas un sistema de planes de pensiones privado e individual para usufructo de bancos y aseguradoras, grandes lobbies empresariales y especuladores financieros chilenos y extranjeros. Los jubilados chilenos reciben pensiones que no superan el 15 o 20 % del salario cuando activos y eso en el mejor de los casos.

Por otra parte, la desnacionalización/privatización de grandes empresas públicas y de los recursos naturales como cobre, litio, bosques, aguas de consumo humano y regadío, incluso los océanos han dado lugar a una sociedad donde lo privado, el consumismo y el individualismo parecían haberse impuesto para siempre.

Sin embargo, en octubre de 2019 jóvenes estudiantes ante una subida de tarifas en los transportes dieron inicio a una serie de movilizaciones ciudadanas de una masividad que sorprendió a muchos pues a las calles y plazas chilenas salieron obreros y pobladores, estudiantes y familias al completo, indígenas y pequeños comerciantes, autónomos y pensionistas y muchas, muchas mujeres de todas las edades y condiciones.

Dichas movilizaciones obligaron al gobierno y a los partidos políticos tradicionales (tanto de derechas, centro e “izquierdas”) a convocar el referendo que se realizó hace una semana.

Los resultados del mismo son conocidos, más del 78% de los votantes se pronunciaron por aprobar el que haya una Convención Constituyente y un porcentaje aún algo mayor porque los y las que compongan dicha Convención sean elegidos popularmente y no como los partidos políticos querían que era el asegurarse el 50% de los futuros miembros de la Constituyente.

Bien por Chile y sus gentes, gracias a toda la enorme solidaridad internacional que durante décadas hemos recibido los chilenos por parte de las izquierdas y fuerzas progresistas y democráticas en casi todo el mundo.  Pero cuidado pues queda mucho camino todavía por recorrer, la Convención Constituyente es posible que se realice en 2022 y en 2021 deberán elegirse los componentes de la misma y he aquí los peligros:

1.- La derecha oligárquica y fascista, los grandes empresarios y elementos de las fuerzas armadas y la policía buscaran (ya lo hacen) provocar actos de vandalismo con mucha violencia intentando crear un clima de inestabilidad y con ello intentar un nuevo golpe militar.

2.- Los partidos tradicionales –de derechas, centro e “izquierdas” a su vez intentarán obtener el mayor número de delegados constituyentes y si lo logran se correrá el riesgo de que continúen “cocinando” artículos vacíos de contenidos reales que ciertamente beneficien a las mayorías que se han movilizado y luchado con mucho coste en vidas, torturados, violadas y personas que han perdido sus ojos debido a la violencia policial.

3.- Que debido a lo anterior los sectores populares, el pueblo trabajador, poblador, minero, mapuche, pymes, mujeres y estudiantes no tengan la representación que se han ganado y que les corresponde y por tanto dichos sectores sociales no puedan exponer y obtener una Carta Magna que realmente garantice un Chile donde la Libertad, la Democracia y la Justicia Social sean realidad.

Lograr esto último no se ve fácil, p||ero debemos confiar en que la fuerza, las movilizaciones y la sabiduría popular encuentren los caminos que lleven por fin a abrir las grandes alamedas

GENTILEZA DE LA ULTIMA HORA.