ES CLARO QUE CHILE NECESITA UN NUEVO SISTEMA DE PENSIONES. PERO SE REQUIERE DISEÑAR UN MECANISMO DE TRANSICIÓN QUE EVITE EFECTOS CONTRAPRODUCENTES.

José Gabriel Palma  Académico U. de Cambridge y U. de Santiago -  El Mercurio Inversiones -  02 de julio 2021

Hay pocos temas en el Chile de hoy que generan tanta incertidumbre y ansiedad como la crónica de la muerte anunciada de las AFPs. Entre ellos está su impacto en el mercado financiero, y en especial en el de renta fija –donde el mercado ya está prácticamente “seco” y las tasas subiendo–. Un tema fundamental es qué va a pasar con los ahorros existentes de las personas (o lo que queda de ellos) en las AFPs. Por ejemplo, políticos de todo el espectro proponen que esos fondos simplemente se devuelvan a las personas. Creo que es una mala idea si se hace sin al menos diseñar un mecanismo de transición que ayude a que el financiamiento de largo plazo que genera un esquema como el actual sea borrado súbitamente. Por todas las críticas que uno le pueda hacer – ¡y con razón!– a como ha operado dicho financiamiento, borrarlo del mapa con una plumada podría ser contraproducente. Para mí lo básico es que, como en otros países (por ejemplo Nueva Zelanda) construyamos un sistema de pensiones mixto, con un componente obligatorio de seguridad social (el mal llamado sistema "de reparto"), y uno voluntario –público y privado–sobre ese.

Para el primero, las personas deberían estar obligadas a pagar al menos un 10% de su ingreso, y esa contribución aseguraría que todos tengan al final una pensión alrededor del salario mínimo. Además, debería existir la opción de agregar otro componente voluntario a esa seguridad social (por ejemplo, cotizar otro 3%) para asegurar una pensión estatal mayor. También se debería poder transferir los fondos que detienen en las AFPs para dicho fin.

Junto a ello, debería haber flexibilidad para que las personas puedan subir o bajar su contribución voluntaria a su pensión estatal según sea su situación personal, y que eso al final se pueda traducir en un incremento correspondiente a la pensión mínima. En el largo plazo, pues es difícil ahora por falta de recursos, toda persona debería tener derecho a esa pensión básica (como se hace en muchos países desarrollados). Una mujer que pasó su vida criando niños y de dueña de casa tiene el mismo derecho a una vejez digna.

A esa seguridad social obligatoria (y su posible componente adicional voluntario) se podría agregar la opción de una pensión extra privada también voluntaria. Lo que propongo es que se creen cuentas que sean realmente individuales para dicho fin, para lo cual debería haber una amplia gama de posibilidades de cómo hacerlo. Una es una cuenta en la que la misma persona pudiese administrar sus ahorros para la jubilación. Son sus ahorros, y tiene todo el derecho a hacer lo que quiera con ellos dentro de un marco mínimo regulatorio, tomando en cuenta que su naturaleza es ser ahorro de largo plazo (por ejemplo, poner la plata en bitinios no parece ser una buena idea).

También se podría contratar a una persona o institución para que, por una comisión, le administre esas platas. Pero aquí lo fundamental exterminar con el actual sistema que obliga a las personas a cotizar en una institución específica (AFPs). Hay que generar competencia entre individuos y distintos tipos de instituciones para administrar esos fondos – y todos los posibles agentes administradores deberían estar propiamente regulados.

Pocos neo-liberales parecen acordarse del moto de su ideología: lo que Friedman llamó (incluso titulando su famoso libro) el "Free to Choose".En la práctica, sin embargo, quienes se guían por esta ideología no han tenido problema alguno para quitarles a las personas exactamente esoen una de las decisiones económicas más importantes de la vida (los ahorros provisionales). Pero ya sabemos: la característica fundamental del discurso neo-liberal es intentar crear relatos y armonizar narrativas con elementos que no solo son heterogéneos, sino contradictorios.

Otra de las ventajas de mi propuesta es que le daría tranquilidad a la gente pues sus fondos privados de pensión no podrían ser expropiados en la práctica, ya que serían cuentas realmente personales, las que podrían tener una variedad de formas. Aunque en la actualidad ningún candidato presidencial propone hacer eso, todavía hay ansiedad al respecto.

Ahora, en relación a las contribuciones que las personas tienen actualmente en la AFPs, de quererlo, ellas podrían ser transferidas –junto a sus ganancias, y la participación que les correspondería en los enormes fondos acumulados– a sus nuevas cuentas voluntarias personales de ahorro provisional extra. Incluso se podrían dar incentivos para que quienes quieran seguir con un componente privado voluntario para su jubilación hagan eso. Y una alternativa obvia que tendrían las personas (o quienes le administren sus fondos) para invertir dichos ahorros de largo plazo sería colocarlos en instrumentos de renta fija. De esta forma, una proporción de los fondos actuales de las AFPs seguirían estando disponibles para eso, pero desde otro tipo de institucionalidad.

Este componente voluntario de las pensiones abre muchas interrogantes. Por ejemplo, ¿debería el Estado, como hace ahora, dar garantías a dichas cuentas individuales? ¿Qué tipo de retiro podrían hacer las personas de sus fondos cuando jubilen? ¿A qué edad podrían jubilar? ¿Podrían jubilar anticipadamente? ¿Se podría retirar anticipadamente parte de dichos fondos? Todos son temas complejos que ameritan mucha discusión. Aquí solo quiero enfatizar que como estos ahorros serían voluntarios, y su administración podría tener muchas formas, no veo razón para que el Estado dé garantías sobre dichos fondos. Además, dichas garantías generarían incentivos nocivos para que los ahorrantes acumulen con sus inversiones más riesgo de lo que es privadamente –y para qué decir socialmente– eficiente. Y en lo de los retiros adelantados, como en el resto de las cosas, debería haber reglas claras por las cuales la gente podría hacer eso en una verdadera emergencia.

En resumen, las nuevas pensiones deberían tener un componente obligatorio de seguridad social, y uno voluntario para las contribuciones adicionales –tanto en el sistema público como privado. Y en lo del sistema voluntario privado debería regir el "free to choose" –pues como ya existiría un sistema de seguridad social verdadero, en lo extra la libertad debería ser libre en cuanto a la forma de administrar esos fondos. En1909 Henry Ford dijo que uno podía comprara un “Modelo T” de cualquier color siempre que fuese negro. Lo mismo ocurre hasta ahora con las AFPs: para las pensiones uno ha tenido que cotizar en cualquiera institución siempre que sea AFP.

GENTILEZA DEL MERCURIO INVERSIONES