By Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo) 28 diciembre, 2021- EL CLARIN CHILE
La derecha chilena eligió, justamente, el camino que la lleva al suicidio: después de varios intentos para borrar la pesada mochila de la herencia de Augusto Pinochet, tratando de mostrar una cara democrática, decidió apoyar al pinochetista José
Las derechas latinoamericanas en general han girado hacia posiciones extremas: su líder máximo, Jair Bolsonaro, Presidente en ejercicio de Brasil, está cargando con un récord de muertos, especialmente a causa del Covid-19. El negacionismo de este mandatario, no sólo se centra en las políticas de manejo de la pandemia, sino también las llevadas a cabo frente al calentamiento global. Los modelos de este Presidente ultraderechista, el Chile de Pinochet y “sus Chicagos Boys”, así como las políticas ultra-reaccionarias de Donald Trump, no sólo se derrumban en sus respectivos países, sino que también pierden vigencia en el Continente.
Bolsonaro, ha sorteado los juicios por corrupción, (sus actores fundamentales son sus propios hijos), y hasta ahora, ha logrado evitar el juicio político que el Congreso brasileño ha intentado en contra de su gobierno.
El “verano de Juan” de la derecha latinoamericana empieza su declive: El Presidente Sebastián Piñera, por ejemplo, no deja ningún heredero, muy por el contrario, Chile elije un camino hacia la izquierda, y el Presidente electo, Gabriel Boric, propinó una paliza a la ultraderecha, liderada por el pinochetista José Antonio Kast. En las próximas elecciones de Colombia podría darse el giro a la izquierda, con su líder Gustavo Petro, luego de un desastroso gobierno del Presidente uribista, Iván Duque. También, en las elecciones en Brasil el triunfo de Lula da Silva está ad portas.
De darse ese cuadro en América Latina, para el año 2022 sólo quedaría el Presidente de derecha moderada en Uruguay, Luis Lacalle Pou, y del banquero Presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, (hoy acusado por su participación en el caso “Pandora Papers”).
La derecha chilena eligió, justamente, el camino que la lleva al suicidio: después de varios intentos para borrar la pesada mochila de la herencia de Augusto Pinochet, tratando de mostrar una cara democrática, pero con matices más falsos que verdaderos, abandonó al candidato Sebastián Sichel, que representaba la continuidad del gobierno de Sebastián Piñera, para apoyar la candidatura, en la Segunda vuelta, la de José Antonio Kast quien, a pesar de sus esfuerzos, no logró convencer a los ciudadanos de que se había convertido en un demócrata socialcristiano.
Personajes como Gonzalo de la Carrera y Johannes Kaiser sólo representan la posición más radical del Partido Republicano chileno, y de poco sirvió la expulsión de ambos fanáticos para borrar la mentalidad ultraderechista del candidato Kast que, sin proyecto de futuro, sólo podría ofrecer la instalación militarizada a todo evento.
El ex candidato, Sebastián Sichel y el ex ministro de Hacienda, Ignacio Briones, fueron los únicos dirigentes visibles de la derecha que supieron mantenerse al margen de esta aventura ultraderechista, (al menos, uno de ellos se abstuvo de votar por el candidato militarista). Personajes de la derecha llamada “Social”, los dirigentes del Partido Evópoli, salvo Francisco Undurraga, terminaron dominados por el discurso de Kast, pero solo Mario Desbordes, de Renovación Nacional, quien postulaba a una derecha social, ha terminado por condenar al candidato de la derecha a la segunda vuelta, Kast.
Los únicos líderes de la derecha que han llegado al poder han sido Augusto Pinochet y, en el período de la transición a la democracia, Sebastián Piñera que, en su último gobierno, ha terminado por hundir a la derecha, logrando el récord de ser catalogado como el Presidente más catastrófico en la historia de Chile.
Piñera ha sido calificado como el peor presidente de la historia de Chile
La crisis de la derecha en Chile no es nueva: hacia los años 1965, los clásicos Partidos Liberal y Conservador terminan absorbidos por la ultraderecha nacionalista, portaliana y estanquera de los ex ibañistas Jorge Prat y Onofre Jarpa; en la transición, luego de Pinochet, a los nuevos Partidos de derecha sólo les quedaba como posibilidad el uso de la herencia legada por el dictador Pinochet en la Constitución de 1980. El triunfo de Sebastián Piñera en su primer gobierno parecía anunciar el comienzo del reparto del poder entre la Alianza, (partidos de derecha), y la Concertación, (de centro), sin embargo, las tres candidaturas de la derecha, (las de Laurence Golborne, Pablo Longueira y Evelyn Matthei, demostraron que la derecha carecía de todo proyecto país), y debería conformarse con su papel segundón, dominado por el individualismo de su líder. En el caso de este último período de gobierno de Piñera, a la alianza Chile Vamos no le quedó otro camino que el de entregarse a la hegemonía de la ultraderecha de Kast, o bien, convertirse en una combinación socialcristiana o bien, socialdemócrata, tal como el líder de la Unión Demócrata Independiente, (UDI), Joaquín Lavín.
La derecha chilena no demuestra, hoy por hoy, capacidad y solidez para llevar a cabo una renovación juvenil de liderazgo.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
GENTILEZA DE EL CLARIN CHILE
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