COBRE. MANUEL RIESCO, CENDA. CARTA ABIERTA DE CENDA A LA CONVENCIÓN CONSTITUCIONAL

Directorio de CENDA – abril 2022

Por razones de economía política, soberanía y dignidad, todos los países del mundo han establecido la propiedad del Estado sobre sus recursos naturales estratégicos. Adicionalmente, en el caso de los hidrocarburos, el recurso estratégico por excelencia del siglo XX, el 80 por ciento de los mismos es explotado directamente por empresas del Estado.

Estimadas y estimados Constituyentes,

Nos permitimos dirigir respetuosamente a ustedes las reflexiones que siguen, que confiamos sean de su interés y útiles para sus históricas decisiones de estos días.

La Convención Constitucional está resolviendo cómo pasará a la historia en lo referido al cobre y los recursos naturales de Chile. Los próximos días definirán si está a la altura del Congreso de 1971 que los nacionalizó por unanimidad, o no. Esta decisión más que ninguna otra definirá el carácter de la Convención, de la Nueva Constitución y en buena medida la economía y sociedad chilena en los próximos años. Porque nada importa más que resolver quién controla el cobre. Porque quién controla el cobre controla Chile.

El peso del cobre en la economía chilena es incontrarrestable. El valor del cobre extraído por mineras privadas que hoy se lo apropian sin pago significativo, promedia en las últimas dos décadas más de 30 mil millones de dólares de hoy, por año, incluyendo 40 mil millones en los últimos 12 meses. Representa un 70 por ciento del cobre extraído cada año, correspondiendo a CODELCO el 30 por ciento restante. Es el mejor estimador de la renta del mineral apropiado por estas empresas, puesto que sus costos son cubiertos, en su mayor parte y a veces con creces, por la venta de subproductos que lo acompañan. Equivale a la mitad de los ingresos totales del Estado.

Por estas razones de economía política, soberanía y dignidad, todos los países del mundo han establecido la propiedad del Estado sobre sus recursos naturales estratégicos. Adicionalmente, en el caso de los hidrocarburos, el recurso estratégico por excelencia del siglo XX, el 80 por ciento es explotado directamente por empresas del Estado. La mayor parte del restante 20 por ciento se extrae en economías poderosas donde no representa una parte determinante, y pagan allí un royalty significativo. Esta política de los Estados es racional y realista. Está basada en la teoría clásica de la renta, refrendada por la unanimidad de las escuelas económicas posteriores, incluida la neoliberal que, sin negar su vigencia, relativiza su relevancia.

Todo esto lo comprendía el Congreso de 1971 cuando nacionalizó el cobre por unanimidad. En ese Congreso, al igual que en la Convención Constitucional, estaba representado el pueblo y la sociedad de Chile de ese momento. Sus géneros, generaciones, sectores, clases, regiones y orígenes. Sus diversas orientaciones religiosas, ideológicas y políticas. Sus anhelos, temores y esperanzas. La representación del pueblo en el Congreso de 1971 ciertamente no era perfecta, ni mucho menos, la Convención ha logrado grandes avances en este respecto. Sin perjuicio de ello, ese Congreso supo escuchar a su pueblo y realizar la tarea a la cual había sido convocado por la historia.

El Congreso de 1971 actuaba sobre el trasfondo de la auténtica Revolución Chilena, que irreversiblemente acabó con el viejo latifundio y nacionalizó el cobre. La Convención también nació y delibera sobre el trasfondo de otra revolución, cuyo desafío histórico es acabar con lo que se inició tras la derrota del 11 de septiembre de 1973: la restauración de la vieja oligarquía, más bien sus vástagos transmutados en “Chicago Boys”, por la contrarrevolución genocida de traidora mano ajena azuzada por una potencia extranjera.

Las reformas de ahora son las necesarias para acabar los abusos y corregir las distorsiones de la restauración reaccionaria, en primer lugar, recuperar el cobre que se entregó vilmente a mineras privadas, para que Chile pueda retomar el curso de progreso interrumpido el 11 de septiembre de 1973.

El Congreso de 1971 nacionalizó el cobre mediante la Ley 17.450. Es un verdadero manifiesto de la dignidad de Chile y todos los países que se liberan del imperialismo. Debería ser lectura obligatoria en los colegios. Aprobada por unanimidad y promulgada el 11 de Julio de 1971, introdujo modificaciones a la Constitución que en lo fundamental establecieron:

  1. "El Estado tiene el dominio absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible, de todas las minas, las covaderas, las arenas metalíferas, los salares, los depósitos de carbón e hidrocarburos y las demás sustancias fósiles, con excepción de las arcillas superficiales."
  2. “Cuando el interés de la comunidad nacional lo exija, la ley podrá nacionalizar o reservar al Estado el dominio exclusivo de recursos naturales, bienes de producción u otros bienes que declare de importancia preeminente para la vida económica, social o cultural del país.”

Artículos transitorios de esa Constitución, aprobados en la misma Ley 17.450, establecieron las condiciones de la nacionalización, toma de posesión inmediata, indemnización y forma de pago de la Gran Minería, entre otros aspectos.

El primero de los dos artículos mencionados, con leves modificaciones que no cambian su contenido, fue trasladado en 1980 a la Constitución actualmente vigente, puesto que ni Pinochet se atrevió a tocarlo.

Para renacionalizar el cobre, la Convención Constitucional del año 2022, que la redacta a partir de una hoja en blanco, tendrá que asegurarse de incluir el articulado requerido para reponer en lo esencial lo establecido en los artículos antes citados, de la ley de nacionalización del año 1971.

Y adecuar a su espíritu todo el resto de la Nueva Constitución, derogando desde luego la infame ley de concesiones mineras que, en flagrante violación de lo estipulado por este articulado, entregó la mayor parte del cobre a corporaciones extranjeras.

Todo lo demás viene por añadidura. Renacionalizar la Gran Minería del cobre es el gran desafío que enfrenta la Convención en los próximos días.

Confiamos que estará a la altura del mismo, al igual que el Congreso de 1971 y siendo una materia de interés nacional, ojalá siga su ejemplo patriótico y lo apruebe por unanimidad.

En el nombre del Presidente mártir, Salvador Allende.

Confiando en una favorable acogida a la presente y quedando a su disposición al respecto, se despide con la mayor atención,

Directorio CENDA

Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo 

Abril del año 2022