Fernando García Díaz - 21 de junio 2022 – PARA UTE NOTICIAS
La Comisión Constituyente aún no ha terminado su trabajo, pero claramente ya es posible pronunciarse sobre éste, por cuanto los aspectos principales ya están resueltos. Atendido esto, y aun cuando hay innumerables motivos para votar Apruebo, en mi opinión hay tres tipos de razones que vale la pena destacar.
- Nuevo texto
En primer lugar, el contenido logrado por el nuevo texto. Desde luego no hay posibilidades de exponer todo lo que este contiene, y aun cuando hay cosas que no comparto plenamente, en lo central, se trata de un texto que logra plasmar los principales anhelos de la ciudadanía.
El primer tema a destacar es que desaparece el Estado subsidiario y se reemplaza por un Estado solidario. La consagración constitucional de un estado subsidiario, que estableció la Constitución del Dictador, significa que entrega a la iniciativa privada la satisfacción de las necesidades básicas. El Estado sólo puede intervenir en aquellas áreas donde no pueden o no quieren hacerlo los particulares. Ello significa que áreas como vivienda, salud, educación, pensiones, quedan entregadas al libre flujo de la oferta y la demanda, con mínimas posibilidades de intervención estatal, especialmente referidas al control.
En segundo lugar, en este nuevo texto se establecen verdaderos derechos para las personas. O, dicho de otro modo, la Constitución de la dictadura, bajo el acápite de derechos constitucionales, lo que en verdad estableció fueron una serie de privilegios para quienes dependiendo de su patrimonio personal o familiar tenían el poder para dárselos. El derecho a la educación se convirtió en el derecho a la libertad de educación, es decir, de los empresarios para crear jardines, colegios o universidades y el de los apoderados para “elegir”, si tienen plata para optar a uno u otro. Con el derecho a la salud pasa algo similar. Quien tiene recursos elije una Isapre, quien no los tiene, debe conformarse con esa opción “subsidiaria” que es FONASA. Con el derecho a la seguridad social la situación es aún peor. Primero porque no es “social”, sino capitalización individual en la cual cada uno se defiende con sus propios recursos. Y segundo, porque aquí ni siquiera hay una posibilidad de elegir la opción subsidiaria, un sistema estatal. Aquí la única alternativa es elegir quien te asalta, si una AFP u otra.
A ello podemos agregar que por primera vez vamos a tener un estado multinacional, intercultural, ecológico, descentralizado, con democracia paritaria, y la protección y garantía de los derechos humanos individuales y colectivos como sus fundamentos.
En definitiva, el texto de la Nueva Constitución consagra una serie de normas que va a hacer muy bien a nuestro pueblo.
- Un proceso ejemplarmente democrático
La segunda razón es que esta Nueva Constitución es resultado de un proceso tan profundamente democrático como no ha habido ninguno en la historia de nuestro país, y probablemente pocos en el mundo. Como es sabido, su origen se remonta al estallido social, en donde el pueblo, en las calles, exigió la elaboración de una nueva constitución. ¡Y vaya que costó caro!
Como una alternativa para detener la revuelta social hubo un acuerdo sobre la manera esencial de llevar a cabo el proceso por un grupo de partidos y personas. Dicho acuerdo debió ser democratizado más, incorporándose paridad entre los elegidos y reservando asientos especiales para representantes de los pueblos indígenas. Más tarde una abrumadora mayoría aprobó la necesidad de una Nueva Constitución y que ésta fuera redactada por constituyentes elegidos especial ente para ello.
Más adelante, y de la manera más democrática conocida en nuestro país, se eligió a las personas que el pueblo considerá idóneas para redactar un nuevo texto.
Durante el proceso de redacción se recibieron miles de propuestas de la ciudadanía, de instituciones, como de especialistas, en las diversas materias, las que fueron consideradas por las diferentes comisiones
Por último, todas las normas aprobadas lo fueron con dos tercios o más de los votos de los constituyentes.
Atendido lo anterior, y si sólo debiéramos reconocer ese ejercicio democrático, deberíamos votar Apruebo.
- La “alternativa”
Y la tercera razón para aprobar este nuevo texto, es que, si se rechaza, lo que queda vigente es la constitución del Dictador. No hay otra alternativa.
La misma derecha que no quería cambiarla, que enterró el proceso empezado en el último gobierno de Bachelet, que votó rechazo para no cambiarla, que puso un altísimo quorum a los constitucionalistas para aprobar cada norma, hoy nos quieren hacer comulgar con ruedas de carreta, para lo cual nos mienten doblemente: “rechazar para mejorar”.
En primer lugar, nos mienten porque esta última opción no existe. Sólo hay dos alternativas. La norma constitucional es clarísima sobre el plebiscito de salida, o esta Nueva Constitución, o la del dictador. Por lo demás, si de reformas se trata, la Nueva Constitución también establece un mecanismo que permite modificarla
Y en segundo, nos mienten porque no existe tampoco un acuerdo sobre lo que puede significar “mejorar” una constitución. ¿Quién define lo que significa “mejorar”? ¿Los parlamentarios que el pueblo despreció mayoritariamente en el plebiscito de entrada para que cumplieran esa función? ¿Una “comisión de expertos”? ¿Acaso no intervino ya una gran cantidad de expertos en la redacción del nuevo texto?
En verdad esa inexistente alternativa es sólo un esfuerzo más de quienes no desean perder sus privilegios, …y de quienes están dispuestos a servir para ello.
Como millones de chilenos, el próximo 4 de septiembre voy a votar APRUEBO.