By Ricardo Candia Cares -11 noviembre, 2022 - EL CLARIN CHILE
A propósito de algunos incendios en la zona, el presidente avanza en acusar sin pruebas ni juicio de por medio.
Contrariando no solo la presunción de inocencia, sino que lo básico de la investigación: probar quienes de verdad fueron los culpables, Gabriel Boric apunta con el dedo. Esto es obra de mapuche.
Puede ser o no ser, pero mientras no se sepa fehacientemente no se puede acusar sobre la base de presunciones o prejuicios.
¿O tratándose de mapuche sí se puede?
¿Valdrá el criterio presidencial para las infinitas veces en que los terratenientes han quemado rehues o inundado cementerios mapuches? ¿O no es lo mismo?
Cuando al presidente le falta razón, enarbola razones.
Boric se ve obligado a decir lo que los poderosos quieren escuchar. Y propone medidas que han sido fracasos sonados durante varios siglos. Siempre esas medidas que ahora remeda Boric han sido impuestas por el usurpador, esos que se robaron la tierra el agua y todo lo demás y no han servido de nada más que para facilitar el despojo.
Lo que ha dicho, aleccionado por la ultraderecha, es calcado a lo que han dicho todos los poderosos de todos los tiempos desde que se establecieron los primeros gobernadores españoles en el sur del reino.
Es cosa de ver las reacciones de los voceros ultraderechistas y su satisfacción no por lo que el ejecutivo hizo en Temuco, que hasta ahora es nada, sino por lo que dijo: sus definiciones ideológicas que disparan a diestra y siniestra y que atizan el fuego del conflicto al que está llamado a apagar.
Si el presidente se propusiera agudizar el conflicto en la zona sur, no lo habría hecho tan bien. La violencia ha sido impuesta siempre por el usurpador. Y cuando el mapuche se resiste y combate por medio igualmente violentos, corre a llorar su indefensión.
La violencia como vía de solución, ha fallado puntual e inevitablemente en trescientos años.
Pero hay más. Al presidente se le pasó la mano en su intento por quedar bien con los poderosos.
Comparar actos delictuales con lo que hicieron los nazis, es un exabrupto que le va a salir caro tarde o temprano.
Los nazis basaron su ideología considerando que ciertas personas no tenían derecho a nada y para el efecto arrasaron con ellas y los encerraron en campos de concentración o los enterraron en fosas comunes.
Sobrevalorando una supuesta raza superior, intentaron eliminar de la faz de la tierra a las, según ellos, razas inferiores y gente indeseable. Les quitaron su tierra y sus pertenencias, les prohibieron sus idiomas y cultura y los encerraron en guetos.
Curioso ¿no? El mapuche ha sido perseguido por razones y medios bastante similares.
El presidente obvia la historia que está en los orígenes de la violencia y se apresta a dotar a las fuerzas represivas con muchos y más letales medios, como si alguna vez las armas hubieran servido de algo que no haya sido para causar más dolor y muerte.
Desde siempre ha sido el Estado el precursor de esos dramas que no han sido mostrados en toda su inhumana gravedad solo porque se trata de indios, gente despreciable, a quienes el poderoso jamás le ha asignado el valor inherente a toda persona humana.
Han sido solo indios, ignaros, flojos, sucios y borrachos. Y ahora, nazis.
Por Ricardo Candia Cares