Por PRENSAOPAL 5 febrero, 2023
El modelo exportador-extractivista creado en dictadura y avalado por la Concertación solo ha generado perjuicios a la mayoría de la población y beneficiado a la elite rentista, la misma que solo desea aumentar su multimillonario patrimonio, aunque sea a costa de destruir la mitad del país. Por eso no me extraña que la prensa y los periodistas de los grandes medios que han reporteado esta tragedia ni siquiera se pregunten sobre el rol de las forestales en todo esto.
“Empresa CMPC registra fuerte salto en utilidades y marca récord de ventas en 2022”, así titulaba una noticia El Diario Financiero este 26 de enero de 2023 recién pasado. “El holding forestal ligado a la familia Matte registró una ganancia atribuible a los propietarios de la controladora de US$ 1.005 millones al 31 de diciembre del año pasado, frente a los US$ 538 millones del año 2021, es decir, un alza de 87%”. De este modo, mientras la familia Matte aumentaba su multimillonario patrimonio, muchas familias humildes perdían el suyo una semana después. Porque los primeros días de febrero, y en extrañas condiciones, se producían más de 250 incendios casi en forma simultánea, afectando a cuatro regiones: Maule, Ñuble, Biobio y Araucanía, y dejando a pequeños pueblos y villorrios totalmente destruidas y a más de 20 personas muertas y otras tantas desaparecidas.
¿Y qué relación tendrían los Matte, Angellini y otras grandes forestales con los mega incendios?
Para eso tenemos que remontarnos a 1974 en plena dictadura, cuando un grupo de economistas elaboró una serie de propuestas para impulsar la economía. Una de ella fue el Decreto Ley 701 propuesto por el ministro de economía Fernando Leniz y llevada a cabo por Ponce Lerou. El objetivo era impulsar el desarrollo forestal potenciando la industria papelera. Como una forma de motivar a los inversionistas, se les ofreció una “bonificación” de un 75% para las plantaciones de pinos y eucaliptus. Así se señalaba en el artículo 21 del mismo decreto: “Durante el plazo de 10 años, el Estado bonificará en un 75% de su valor la forestación y su manejo que realicen a partir de la fecha del presente decreto ley, tanto las personas naturales como las personas jurídicas”.
Gracias a esto, el bosque nativo de la zona central comenzó a desaparecer siendo reemplazado por el monocultivo de especies que tenían más rápido desarrollo, pero con ello no solo se afectó la diversidad de la flora autóctona, sino que el principal daño de estas plantaciones ha sido la sequía y acidificación de los suelos, suelos que ya no pueden ser reutilizados ni para labores agrícolas. Pero los responsables de aplicar el DL 701 no eran simples funcionarios: Antes de ser ministro de economía de la dictadura, Fernando Léniz fue gerente de producción de la CMPC (Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones) y presidente de CORMA (Corporación Chilena de la madera). Por su parte, Julio Ponce Lerou, director de la CONAF en 1974, también había sido nombrado por su suegro, el dictador Pinochet, como gerente general de la CORFO, presidente de Celulosa Constitución y Celulosa Arauco, además de darle la gerencia de SQM. Es decir, los principales encargados de llevar a cabo el Decreto Ley iban a ser sus principales beneficiados. Luego se incorporaron el grupo Matte, el grupo Angellini, etc al ver que este era un negocio redondo, con un millonario subsidio estatal.
El Decreto Ley tenía fecha de caducidad, pero en 1998 Frei Ruiz-Tagle lo prorrogó por 15 años más. Doce años más tarde, Piñera renovó el DL 701 y en octubre de 2012 envió al Congreso un proyecto de Ley para extenderlo por 20 años. En 2014, Bachelet anunció la prórroga del DL, justificando su decisión en la contribución nacional de Chile a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, en otras palabras, por el aporte hecho por las forestales por “plantar árboles para generar más aire limpio”. Pese a la resistencia de agrupaciones ambientalistas, Bachelet envió el proyecto a la Cámara Baja donde consiguió su aprobación sin mayores contratiempos, hasta que estalló el caso de la colusión del papel higiénico, donde su principal involucrado era el Grupo Matte, uno de los beneficiarios del DL.
Más que para dinamizar la economía, como señalaron sus creadores en 1974, el DL 701 solo ha servido para aumentar la concentración de la riqueza en pocas manos (el 70% del mercado del papel y sus derivados es controlado por los grupos Matte y Angellini), mientras tanto, se empobrecen las comunidades locales aledañas a las forestales y se desertifica el suelo y su entorno. Pero, a pesar de su responsabilidad en materia ambiental, ningún político o gobierno de ningún signo le va a poner el cascabel el gato a las forestales, son demasiado poderosas y además financian las campañas de políticos de todo el espectro (tal como hizo Ponce Lerou con SQM). De esta forma, durante casi cincuenta años, y con la venia y el subsidio del Estado, estos grupos empresariales han reemplazado los bosques nativos por los más rentables de pinos insigne y eucaliptus. Sin embargo, estos bosques son sumamente inflamables, y aquello ya quedó demostrado no solo en Chile, sino que en los grandes incendios que ocurrieron hace un par de años en Australia. Dudo mucho que don Eliodoro Matte y su familia quieran vivir rodeados de inflamables bosques de eucaliptus, sin embargo, muchos pobladores en el sur no tienen otra alternativa que convivir con este peligro.
El modelo exportador-extractivista creado en dictadura y avalado por la concertación solo ha generado perjuicios a la mayoría de la población y beneficiado a la elite rentista, la misma que solo desea aumentar su multimillonario patrimonio, aunque sea a costa de destruir la mitad del país. Por eso no me extraña que la prensa y los periodistas de los grandes medios que han reporteado esta tragedia ni siquiera se pregunten sobre el rol de las forestales en todo esto.
Es que mientras los incendios de esta magnitud ocurran solo en el sur, nos lamentaremos, culparemos a las autoridades de turno, aplaudiremos la valentía de bomberos o haremos colectas solidarias, pero luego todo seguirá igual. Solo cuando estas catástrofes ocurran en Santiago, y específicamente, en las comunas del barrio alto, quizás entonces tomaremos conciencia del irreparable daño que se le ha hecho a nuestro país y a su ecosistema…Pero ya será demasiado tarde.
Por Cristián Martínez Arriagada, cientista político