REFORMA TRIBUTARIA: TARDE PIASTE PAJARITO

By Hugo Latorre Fuenzalida  9 Marzo, 2023  - EL CLARIN CHILE

El ministro Marcel –y el gobierno-acaban de sufrir la derrota de su principal proyecto de reformas: la reforma tributaria. La verdad es que durante las negociaciones venía sufriendo varias derrotas consecutivas, pues partiendo de una reforma que captaría 5 a 8 puntos del PIB, se fue reduciendo la expectativa hasta llegar a poco más del 2,5% del PIB. Es decir, unos 5.000 millones de dólares.

Demás sabemos que ese monto no alcanza ni para pasar el hambre de las visceras de recursos que demanda la gestión moderna del Estado.

Pero Marcel y el gobierno tenían esperanzas en que esos reducidos montos, más algo que mejoren los ingresos por tributación actual (litio, cobre, madera y pesca), le permitirían solventar una parte mínima del programa, sobre todo en pensiones y salud.

Lo cierto es que en el Congreso no están por facilitarle las cosas al Presidente. Boric no se quiere convencer que la derecha no está de ánimo para atender políticas fundadas en el “buenismo” del Presidente. La derecha no cree y nunca ha creído que deba hacerse responsable de parte del gasto público ni de la inversión con sus capitales y sus extraordinarias utilidades. Ellos creen en una economía de “negocios”, no en una economía solidaria. El diputado Alessandri lo graficaba muy bien: “Nosotros, la derecha, somos buenos y especialistas en hacer plata; la izquierda es especialista en gastarla”.

Bueno, lo que el señor Alessandri no dice, es que no han sido buenos para hacer plata con el sudor de su frente, sino que succionando desde el Estado el patrimonio acumulado por el esfuerzo de muchas generaciones de compatriotas (Ver “El Saqueo del estado chileno” y “Todo legal”).

Han sido especialistas en forjar una maraña rentista, aliado a los poderes transnacionales, pero ¿dónde están las nuevas industrias y las nuevas tecnológicas?

La Concertación, que se entregó de brazos abiertos al modelo extractivista, rentista y financiero, tampoco abonó nada, ni teórica ni prácticamente a un cambio en la estrategia de desarrollo en Chile; muy por el contrario, abonó, alentó y profundizó esta nefasta política decimonónica, que nos trae de los cabellos con una acumulación tan desigual y tan estéril para el crecimiento productivo real y para el desarrollo y la integración social y cultural de nuestro pueblo, que ya comenzamos a ver las consecuencia más diabólicas de este engendro neoliberal: un Estado impotente, un pueblo abandonado a su suerte, una demanda social crecientemente insatisfecha, una perspectiva económica de muy baja productividad y peor crecimiento, como  tendencia histórica y una riqueza que se fuga hacia los paraísos fiscales o a invertirse en otras economías, negándose a contribuir al desarrollo nacional, ya sea en la tributación justa como en la inversión nacional productiva.

Se llevan los capitales, acumulados de manera especulativa y niegan al país el aporte que ese excedente debería hacer a un desarrollo que se ve urgente.

Estos regímenes han instalado una economía de provecho espurio: una rebatiña de los recursos que pertenecen a todos los chilenos y una negativa a dar destino nacional a esas riquezas arrebatadas.

El Presidente Boric, gana la elección presidencial con el fantasma del posible triunfo del candidato de extrema derecha, que le había vencido en primera vuelta. Prepara su estrategia, girando hacia el centro político para alcanzar el apoyo de los partidos tradicionales, quienes habían quedado fuera de su coalición inicial.

Este giro costó varios cambios programáticos: bajar varias iniciativas de cambios en los plenarios de la Convención Constitucional, luego llamar a formar parte del segundo Gabinete a los partidos que anteriormente había dejado fuera y hasta aprobar medidas tan encontradas con sus convicciones como el TPP11 y la militarización de la Macrozona Sur.

El Presidente y el ministro Marcel, han sido fervientes y devotos creyentes en el diálogo con la oposición. Creyeron en que la derecha y sus desteñidos Amarillos, se abuenarían a aprobarles las reformas que ellos entienden como “buenas para Chile”. Pero lo que es bueno para el Gobierno, la derecha entiende que no es bueno para sus bolsillos. Más bien asumen el dicho del empresariado americano: “Lo que es bueno para la General Motors, es bueno para los Estados Unidos de América”.

De tal forma que malgastaron ocho meses de negociaciones parlamentarias; cambiaron al ministro de la SEGPRES, poniendo a una especialista negociadora como Ana Lya Uriarte. La derecha, entre tanto fue aprovechando estas supuestas concesiones dialogantes para tejer su estrategia de instalar en el Congreso, con el Congreso, por el Congreso y para el Congreso, el nuevo asiento del proceso constitucional.

Nuevamente vimos a los presidentes de ambas cámaras tomarse triunfalmente las manos, creyendo ser partícipes de algo así como las manos alzadas en el acto de aprobación de la LEGE.

Por su puesto, la derecha sonríe y carcajea ante tanta ventaja obtenida en este ambiente de “buenismo” oficial, y esta condición de brazos caídos en que quedó el pueblo y sus movimientos sociales luego del “rechazo”.

Nada ha de extrañarnos a estas alturas. Con un electorado que se bombardea su propia línea de flotación y un Gobierno que aún cree en “pajaritos preñados”, no tenemos mucho que abonar a la esperanza de cambios. Chile entregó a la derecha y sus amarillentos la manija del país. Por eso vienen sucediendo estas cosas tan extrañas para quienes creíamos que la razón política era coherente en el actuar del tiempo. Pero esta brincadera del electorado que aprueba masivamente para luego rechazar, en contra de sus propios intereses, manifestados con marchas y votos suficientemente convincentes para luego ser defectados en las urnas.

Creo que, si el pueblo hubiese aprobado la propuesta de la constitución rechazada, el Presidente hubiese tenido espacios y ánimo para abordar ciertos cambios con mayor audacia, pero este desastre que fue ejecutado como en un paredón el 4 de septiembre, dejó al Mandatario con el ánimo muy bajo, con las expectativas muy escasas y con una desesperada necesidad de volverse pragmático hasta la evangélica renunciación.

Hoy, parecieran retomar las riendas los viejos partidos y los viejos líderes; hoy, pareciera que la derecha pautea la agenda de gobierno; hoy parece que la postura “buenista” del Presidente y su Ministro de hacienda, está siendo bofeteada por una derecha que apuesta a la derrota de todo intento político del sector progresista. Si este gobierno de los progresistas de última generación fracasa, entonces el horizonte se despeja para la derecha, por un largo tiempo. Podrán hacer sus negociados sin amenazas, sin que se les moleste, sino, muy por el contrario, con gobiernos que les colaboren a medrar como lo han hecho por 50 años, levantando fortunas inmensas, a costa de los chilenos, pero que ya no le pertenecerán más a Chile: están aseguradas en los “Oasis de allá afuera”.

Hoy vimos lamentarse al Ministro Marcel ante las cámaras; él creía en la aprobación de su propuesta tributaria en la Cámara de Diputados. El portazo fue sonoro: “NO a la idea de legislar”.

Con eso, ya habrá silencio por un año. Pero el tiempo transcurre y el Gobierno se empantana, se frustra y se va paralizando.

El presidente de Venezuela don Luis Herrera Campins, que era llanero y muy verseador, lanzó una frase que los periódicos publicaron como titular, cuando el presidente saliente de entonces doctor Jaime Lusinchi, en su cuenta final ante el Congreso, debió reconocer que en el Banco Central quedaban reservas por apenas 300 millones de dólares. El señaló que la banca internacional le había engañado, pues la promesa de dar a su país trato preferencial de la deuda si Venezuela negaba su apoyo a la negociación en bloque de la deuda de los países latinoamericanos, no la cumplieron y le cobraron efectivamente el total de la deuda, vaciando las reservas del Banco Central. Ciertamente, Lusinchi se negó, en la reunión de Montevideo, a respaldar el tratamiento conjunto de la deuda latinoamericana, y como era por decisión unánime, debió aplicarse el mecanismo de país por país, lo que fue tremendamente dañino para los países de la Región

La frase de don Luis Herrera resonó como una gran carcajada. Juzguen ustedes: “TARDE PIASTE PAJARITO”.

Creo que la tardanza en darse cuenta que la derecha no está para pragmatismos ni buenismos, sino para ideologismo del duro, hace aplicable esta misma frase al gobierno del presidente Boric y su ministro Marcel.

Por Hugo Latorre Fuenzalida