EDITORIAL, 01 JULIO 2024
ALERTA DE FASCISMO
Las noticias de la primera vuelta de las elecciones en Francia hablan de una importante victoria de la ultraderecha (34%), encabezada por Marine Le Pen, acompañada de un importante incremento del número de votantes, particularmente del mundo joven. La izquierda del Nuevo Frente Popular quedó en segundo lugar (28,1%), mientras que el partido del Presidente Macrón quedó tercero (20,3%).
Un primer elemento que se debe destacar es que la alianza Ensemble que sustenta al actual gobierno de Francia, representa a sectores de derecha y centro derecha. El avance de la extrema derecha y los votos del oficialismo superan con holgura la participación de los otros sectores (izquierda incluida).
La interrogante necesaria que se levanta ante el mundo de la izquierda es ¿Por qué está ocurriendo esto? ¿Qué es lo que lleva a la mayoría de la población a brindar su mayoritario apoyo a la derecha?
Similar cuestión se planteó con el triunfo de Bolsonaro en Brasil, Milei en Argentina, Noboa en Ecuador. Por no mencionar los triunfos de la derecha extrema en Italia, Hungría, Croacia, Eslovaquia, Países Bajos y Finlandia. Crecen los movimientos de la extrema derecha en Alemania, Suecia y otros países de la Unión Europea.
Responder a esta interrogante adquiere una singular urgencia en Chile, donde el avance de la extrema derecha, así como el crecimiento de la penetración de sus ideas en amplios sectores de la población adquiere una velocidad que desconcierta a la derecha tradicional, pero más a los sectores de centro, a la socialdemocracia y a lo que resta de una muy escuálida izquierda.
¿Cuáles son los principales “puntos de apoyo” del ideario ultraderechista? Viejos conocidos: la defensa de lo individual, el ataque a todo lo colectivo y lo social; la defensa de la propiedad privada (que para la población la presentan como sinónimo de la propiedad individual) de los medios de producción, en contra de todo aquello que pueda aparecer como “socializante”; el permanente ataque en contra de las organizaciones sociales, llegando a establecer una igualdad con lo delincuencial, toda vez que actúan en contra del orden establecido.
Con la defensa a ultranza de la “individualidad” penetran a la población y a los sectores menos educados con la idea de la importancia del individuo por sobre lo social, desconociendo que el ser humano es por sobre todo un ser social, y que la única forma de desarrollarse como persona es en un entorno social. Sin relación con otros seres humanos no podríamos abandonar nuestro estado animal.
Pero, la defensa de lo individual es solo la antesala para la defensa de la propiedad privada, es decir la propiedad de aquello que hace posible la explotación de los seres humanos por un reducido grupo de individuos, propietarios del capital. Y no se trata de que usted como individuo no puede ser propietario de su casa, de un auto, de un televisor. No. Entre usted como propietario individual y aquel que es propietario del capital hay una distancia gigantesca: el capitalista tiene los recursos e instrumentos para explotar a otros seres humanos, y apropiarse de parte del resultado de su trabajo.
El lector podrá decir que lo mencionado es una obviedad. ¡Y estaría en lo correcto! El problema radica en que muchos problemas y conceptos teóricos se consideran conocidos y de conocimiento normal de cada persona. Y como tales, esos problemas desaparecen de la discusión diaria. Y como “desaparecen” nadie los menciona y los problemas dejan de existir.
Eso es justamente lo que ha ocurrido con la memoria de Chile, obligada a olvidar que aún existen miles de desaparecidos; o que parte importante de la riqueza nacional fue regalada a quienes hoy hacen alianzas con el Estado chileno por el Litio; o que la dictadura de Pinochet no fue una dictadura más, sino una dictadura fascista, la expresión más violenta desatada por el capital financiero para terminar con el Gobierno democráticamente elegido por los chilenos.
Esa es justamente la estrategia adoptada por la derecha y la ultraderecha, por los grupos económicos dominantes, por los medios de comunicación controlados por esos mismos grupos, para “adormecer” o “idiotizar” a la población. Esa estrategia ha permitido corroer y corromper incluso a personeros que hasta ayer se decían de izquierda, llevándolos a utilizar el lenguaje de los mismos sectores de derecha y desconocer las justas demandas enarboladas por la ciudadanía.
El caso más infame se observa en los enconados esfuerzos por desacreditar y destruir todo aquello que aparezca vinculado a las demandas ciudadanas de octubre del año 2019, así como el fallido proceso por cambiar la Constitución. Aquí no se ha trepidado en destruir ideas, personas y hechos reales. Privado el movimiento social de su presencia en las calles, carente de una organización estructurada y capaz de promover unidad entre los diferentes grupos de la sociedad, solo ha quedado un recuerdo que, a merced de los medios de comunicación social, ha pasado a ser sinónimo de delincuencia, oportunismo y pillaje.
Qué patéticas son las imágenes de quienes vendían su imagen defendiendo el derecho de las personas a retirar sus fondos previsionales, y que hoy son escuderos de todo el sistema de las AFP, llaman a la “responsabilidad” y a cuidar el erario público. O el recuerdo de quienes se desgañitaban por “el derecho a la salud”, pero no les ha trepidado la mano para extender los beneficios a las ISAPRES, aún a costa del propio sistema de FONASA. O de aquellas autoridades que se han permitido levantar la imagen de “demócrata” de un presidente profundamente comprometidos con las violaciones a los derechos humanos.
Y, finalmente, el actuar de todo el sistema político defendiendo las enormes alzas que en los próximos días experimentará la ciudadanía en los costos de la electricidad. Porque, una vez más, mienten descaradamente quienes hablan solo del alza de la luz: Con electricidad se mueve hoy el transporte público, funcionan las fábricas y empresas, los packing y los hospitales, las escuelas, municipalidades y ministerios. Con electricidad se produce el pan y numerosos otros alimentos. Con el alza de la electricidad se incrementarán TODOS, ABSOLUTAMENTE TODOS, los costos de producción. Mientras tanto, los ingresos de la población siguen reduciéndose en términos reales.
Aquí radica parte de la explicación del porqué del crecimiento de la influencia de la centro derecha: el descrédito de todos aquellos que pretendían representar los intereses mayoritarios de la población.
La historia de la humanidad registra innumerables ejemplos. Uno de ellos, el nacimiento y auge del nazismo/fascismo en Alemania, y la debacle que ello significó para la humanidad en la 2da Guerra mundial.
Hoy el fascismo toca nuevamente nuestras puertas. El reciente intento de Golpe de Estado en Bolivia no fue algo casual, sino una señal clara que la era de los “pronunciamientos militares” no ha concluido.
Es urgente la organización de todos los sectores progresistas, para recuperar las demandas sociales. Solo así se logrará poner freno a la amenaza que la extrema derecha significa para el país, el retorno del fascismo.
CORPORACION SOLIDARIA UTE-USACH