MORIR CON LAS BOTAS PUESTAS (O EL PELIGROSO EFECTO CHADWICK SOBRE MATTHEI)

Por : Germán Silva Cuadra - Psicólogo, académico y consultor – 16 de septiembre  -  El mostrador

La UDI boicoteó la sesión parlamentaria que buscaba que compareciera el exministro Chadwick. Aparte de la falta de cortesía, tal vez era un buen minuto para haber aclarado algunos puntos, lo que de todas maneras habría bajado la tensión.

Pareciera ser que los partidos de Chile Vamos no tienen profesionales dedicados a gestionar situaciones de crisis o, la verdad, están dispuestos a morir con las botas puestas y poner las manos al fuego por uno de los suyos. También nos indica que en Renovación Nacional y Evópoli no temen sacrificar su capital político reputacional con tal de proteger la imagen de Andrés Chadwick. Pero ¿por qué esta apuesta tan riesgosa a poco más de un mes de las elecciones municipales y de gobernadores?

En Chile Vamos podrán decir que están actuando por principios o valores. Podrán argumentar con frases para el bronce, como esa de la presunción de inocencia, podrán decir que “ACH” –como lo nombra Hermosilla en muchos de sus mensajes– está tratando de cautelar su capital más importante: que los chats de Hermosilla puedan oscurecer el Gobierno del líder natural del sector hasta febrero de este año, Sebastián Piñera (qué falta que les hace…).

Es realmente sorprendente cómo Chile Vamos –particularmente la UDI– ha establecido una defensa corporativa férrea en torno a Chadwick, olvidando que este error lo han cometido varias veces.

Ya comentamos la semana pasada que ese partido puso las manos al fuego antes por Novoa, Orpis, los Penta, O’Reilly, Karadima e incluso Moreira. El senador –que se salvó de visitar Capitán Yáber gracias a un “acuerdo” sugerido por el exfiscal Guerra, hoy investigado– ha vuelto a recuperar su tono agresivo de antaño, defendiendo de manera algo irracional al exministro del Interior, señalando que esta es una campaña de la izquierda para tratar de involucrar a uno de los “mejores de los nuestros”.

También han dejado registro de su apoyo incondicional y presunción de inocencia los tres presidentes de los partidos de Chile Vamos y numerosos dirigentes de la derecha, especialmente de la UDI, quienes parecieran estar realizando la defensa canónica de un misionero religioso, más que de un político involucrado en el affaire Audios, a través de los mensajes de su mejor amigo.

Ni siquiera han dejado espacio para la duda en su relato. Es decir, sus afirmaciones son concluyentes, pese al silencio prolongado de Chadwick, quien solo ha intervenido a través de escuetos mensajes filtrados a la prensa o las redes sociales.

Al principio, el partido gremialista salió a defender –con el mismo relato– a Felipe Ward, pero con el paso de los días y los nuevos antecedentes que han surgido –diariamente– comenzaron a abandonar el apoyo al exministro de Bienes Nacionales del Gobierno de Piñera. Con Chadwick la postura ha sido categórica: “Es y será inocente”, parecen querer proyectar los dirigentes de derecha.

Sin embargo, el jefe de la bancada de diputados de la UDI, Gustavo Benavente, además de repetir el discurso de que ACH “no está siendo investigado por delitos, ni imputado”, ha sido el único en reconocer un tema de fondo. Dijo que “saltarse la fila no es un delito”. A buen entendedor, pocas palabras. Se puede ser éticamente incorrecto, hasta que se compruebe el delito. Se agradece la sinceridad de un dirigente del partido de Av. Suecia.

Pero la alerta más importante que debería tener el sector es el riesgo de que el affaire Chadwick pueda rebotar fuertemente en su abanderada presidencial, Evelyn Matthei.

La alcaldesa se ha visto incómoda y sorprendida en varias oportunidades, cuando le han consultado del caso. En la primera ocasión, Evelyn pareció quedar en blanco varios segundos, haciendo recordar su imagen dura de antaño, para luego contraatacar, preguntando al periodista qué sentiría él al ser “traicionado” por alguien de su confianza, en evidente alusión a Hermosilla, que por ahora está asumiendo el rol del “chivo expiatorio”, del que debe pagar los pecados y culpas para salvar a los otros. Como hicieron con Orpis.

Lo que más llama la atención es la incapacidad de evaluar riesgos por parte de la directiva de la UDI. ¿Qué podría pasar si Chadwick llega a ser formalizado por cualquiera de las aristas que ya conocemos –como la del pago millonario de su defensa ante la acusación constitucional a través de personas hoy detenidas por varios delitos o las gestiones en la CMF con un consejero que fue subsecretario en el primer Gobierno de Piñera– y otras que conoceremos en las próximas semanas?

No cabe duda de que esta defensa corporativa a Chadwick es una apuesta que podría tirar por la borda el plan de la UDI de adelantar la carrera presidencial y posicionar casi dos años antes de la elección a la actual alcaldesa de Providencia, un error que repetiría lo sucedido con Joaquín Lavín, quien, a esta misma fecha en 2021, lideraba las encuestas presidenciales.

No es un misterio que la campaña de Evelyn se ha estancado desde hace un par de meses, lo que ya tiene preocupada a la directiva de su partido y también a RN y Evópoli, mientras José Antonio Kast se frota las manos. De ahí que la UDI diseñara la estrategia de sacar al ring a Michelle Bachelet, para poder recuperar competitividad.

En eso estaban cuando vino el tsunami Hermosilla. Y solo un mes antes estuvo rondando el caso Macaya, en que pese a no tener responsabilidad personal, expuso al senador y terminó por vincular la condena de su padre con una serie de privilegios que lograron irritar a la población.

A lo anterior sumamos que la UDI boicoteó la sesión parlamentaria que buscaba que compareciera el exministro Chadwick. Aparte de la falta de cortesía, tal vez era un buen minuto para haber aclarado algunos puntos, lo que de todas maneras habría bajado la tensión. Lo cierto es que la puesta en escena que quedó fue la de “algo quieren ocultar”.

No tengo dudas de que Evelyn debería haber renunciado a la UDI hace rato. Lo he sostenido por meses. Creo que sería algo positivo para ella, no solo porque podría ampliar su target de electores, sino porque eso le daría una mayor libertad en este tipo de situaciones.

Hoy, la alcaldesa corre el riesgo de que la posición asumida por el gremialismo le termine rebotando como una verdadera bomba de racimo, el mismo efecto que ya causó el teléfono de Hermosilla con el exdirector de la PDI y una ministra de la Corte Suprema.

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