ENFURRUÑADO, AMORRADO, TAIMADO: NO ME INVITEN, POR FAVOR

By Ricardo Candia Cares 18 junio, 2022 EL CLARIN CHILE  

Ricardo Lagos responde con una pataleta a la idea de invitar a los expresidentes a la entrega pública de la propuesta de nueva Constitución que debería reemplazar a la Constitución de Pinochet, pero que está firmada por él.

En una ceremonia faraónica el expresidente Lagos afirmaba el 17 de septiembre de 2015:

“Chile cuenta desde hoy con una Constitución que ya no nos divide…Nuestra Constitución no es más un dique en la vida nacional; la vida nacional puede fluir ahora como un río por este cauce constitucional”.

Falso.

Pocos años más tarde, ese río se desbordaría dejando de manifiesto que la firma del presidente Lagos no era suficientemente poderosa como para destilar de pinochetismo un cuerpo constitucional que sí divide los chilenos y que sí es un dique para la vida nacional.

Digamos, para la vida digna, con derechos y un destino en el que estuviéramos todos incluidos.

Con sus debilidades y falencias, el borrador de la Constitución que emanó de una Convención Constitucional, con falencias y debilidades, es la demostración palmaria del fracaso de un presidente que se creyó un Padre Fundador y no fue sino un socialista que terminó obnubilado por el poder de sus otrora enemigos, y atrapado en un ego descomunal.

Lagos y los presidentes que administraron la posdictadura blanquearon con sus consignas y puños en alto, con sus Marsellesas y cuentos heroicos, el sistema que terminaría con nuestro país destinado a ser un exportador de materias primas, sin industrias estratégicas, cuya alimentación y energía dependen casi por completo del extranjero.

Un país que castiga a la gente más humilde y premia al sinvergüenza y al explotador.

Lagos y sus adláteres no hicieron muchos esfuerzos en diferenciarse de la derecha que hacía no mucho había matado, desaparecido, torturado y encarcelado para imponer la cultura de la que ahora se sentían plenamente herederos.

Pesó más la incorporación de Chile al club de los países creíbles, confiables, que entrega certezas jurídicas y manga ancha a los capitales que vinieron a hacerse de todo lo que pudieron.

El expresidente Lagos ha intentado hace valer un cierta superioridad moral e intelectual que trabaja con esmero.

Temprano se dio cuenta que entre las máculas que dejaría en el alma de la gente la extensa dictadura, estaba esa parte que a muchos incautos le gustaba del tirano: ese tono autoritario que castiga a sus hijos, pero por su bien.

Esa actitud que apunta a perfilar un aire superior de Hombre de Estado que está por sobre el bien el mal y encima de todos.

Y le ha sacado maquila.

Lagos, así como los otros presidentes que alguna vez se dijeron de izquierda, se apoyaron en los daños extenso y profundos que dejó la trágica pasada de la dictadura. Por, sobre todo, esas quizás inconscientes ganas de creer en algo, de confiar en alguien, de sentirse tomado en cuenta.

Lagos y los otros, manipularon a la gente precisamente por mezclar con la precisión de las nuevas tendencias comunicacionales, el garrote y la zanahoria. Nada de querer todo gratis, nada de exigir derechos sin antes respetar deberes.

Nada de repetir las antiguas consignas que hablaban de justicia, igualdad, socialismo y el valor del trabajo y de las personas.

Y helo aquí ahora: enfurruñado y taimado, haciendo la mímica ridícula del ofendido, arguyendo puerilidades para hacerse notar ante las dubitaciones, casi infantiles hay que decirlo, de la Convención Constituyente: ¿Los invitamos? ¿No los invitamos?

Como sea, tarde o temprano, la actual Constitución desparecerá por el desagüe de la historia. Esa, la que lleva su firma.

GENTILEZA DEL CLARIN