LA EXTRAÑA MUERTE DE LA CONCERTACIÓN

Por Marcelo Mella Polanco, académico de la Facultad de Humanidades de la USACh – 19 de febrero 2022 – LA SEGUNDA

Con la designación de su gabinete, el Presidente Gabriel Boric reafirma un hecho político que pocos discuten: la Concertación de Partidos por la Democracia ha sido superada. Podría decirse que la coalición de centroizquierda desaparece en extrañas circunstancias, quedando por aclarar aún aspectos de su muerte. No sabemos en el momento actual si el deceso fue resultado de un suicidio, si existió participación de terceros (as), o si fue un desenlace natural debido al paso del tiempo.

La exclusión de la Democracia Cristiana de la plantilla de ministros y subsecretarios confirma que, desde el punto de vista orgánico y generacional, la coalición que gobernó durante cuatro gobiernos consecutivos entre 1989 y 2010 ya no existe. Atrás quedó la alianza construida mediante una inédita convergencia entre el PDC y el PS, partidos antagonistas en1973 que posteriormente generaron y compartieron raíces profundas en organizaciones sociales –federaciones estudiantiles, sindicatos, juntas de vecinos- cristalizadas en el contexto de la lucha contra la dictadura de Pinochet en los años 80’s. Más tarde, articularon una fuerza política mayoritaria, que, con las restricciones propias de un contexto que no es el actual, impulsó avances para el país.

Aunque la Concertación ya no existe orgánicamente, desde el punto de vista simbólico y estratégico la respuesta podría tener ciertos matices, debido a que la designación del gabinete del nuevo gobierno en cierta forma confirmaría la vigencia del algoritmo estratégico incremental y gradualista de la coalición que llegó al poder en 1989. Como es sabido, los decesos en política suelen ser acontecimientos controversiales y la muerte natural de una coalición podría no ser equivalente a la superación de un proyecto histórico.

Bajo el imperativo de expandir su coalición parlamentaria, el Presidente Boric con su primer gabinete orientó el gobierno hacia el espacio de la centroizquierda. La incorporación de dos ministros socialistas, uno PPD, uno Radical y ocho independientes, visibilizó las restricciones estratégicas de una coalición legislativa inicialmente minoritaria. En este marco, el 50% de los ministros designados no pertenecen a partidos de la coalición oficialista Apruebo Dignidad (AD) y este primer gabinete es el tercero con mayor cantidad de independientes desde 1989.

La designación de subsecretarías restauró en parte la centralidad de AD en el Ejecutivo, con ocho militantes de Revolución Democrática, seis de Convergencia Social, seis del Partido Comunista, una para el Frente Regionalista Verde Social, Fuerza Común, Acción Humanista y Comunes, respectivamente. En este diseño, se designaron, además, dos subsecretarios del PS, dos del PPD y once independientes. En este caso, 62% de los subsecretarios corresponden a organizaciones de AD.

Aunque la designación de subsecretarios/as buscó restaurar la identificación del gobierno con AD, el bloque político de la nueva administración deberá gestionar una tensión estratégica interna presente desde el momento originario entre un polo incrementalista, proclive a avanzar a través de la cooperación y el dialogo con otras fuerzas políticas, y un espacio favorable a impulsar transformaciones apoyándose en el uso táctico de la confrontación.

Esta tensión estructurante de AD ya se ha observado, por ejemplo, en las diferencias tácticas entre RD y el PC con relación al conflicto mapuche y, específicamente, respecto de un eventual diálogo con la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), materia en la que el eclecticismo no resuelto de la coalición podría dificultar la gestión de la crisis en la Macrozona Sur. Sobre este punto, recuérdese el apoyo “por error” de la bancada de diputados RD al Proyecto de Acuerdo N°32 de 5 de enero de 2022.

Pero en un momento en el que Chile se encuentra sometido a los efectos de la crisis política del 18-O y a las consecuencias de la emergencia sanitaria por el Covid, la efectividad del gobierno de Boric estará determinada por el desafío de construir mayorías para generar viabilidad legislativa. En esta tarea, la articulación horizontal entre distintos espacios políticos y partidos será crucial y el camino de la construcción de acuerdos podría convertirse en el algoritmo para evitar el retroceso político. Si esto es así podría ocurrir que el algoritmo en el que creyeron Patricio Aylwin y Clodomiro Almeyda, aún sobreviva.

Aunque la Concertación ha muerto desde un punto de vista orgánico y generacional, los retos y las restricciones que esta “segunda transición” imponen al Presidente Boric no permiten definir a priori el dilema entre proyecto (programa de transformación) y pacto (mayorías necesarias) en una coalición como AD que debe rendir culto a un heterogéneo altar de antepasados.

GENTILEZA DE LA SEGUNDA