NUEVO CICLO BAJO EL PESO DE LA NOCHE

Yasna Lewin – 25/09/2022 – INTERFERENCIA.CL

La aplastante victoria del Rechazo le dio a la oposición el control del proceso constituyente y la facultad de reclamar la rendición incondicional del Gobierno. En su entusiasmo por restaurar el orden, aparece la memoria de Diego Portales y hasta resucitan los Chicago Boys.

“El orden social se mantiene en Chile por el peso de la noche”. Este pasaje del epistolario de Diego Portales fue escrito en los prolegómenos del período de dominio conservador que consagró la tradición constitucional autoritaria inaugurada con la Carta Magna de 1833. El político, líder de la élite conservadora de su época, se refiere a la “garantía de la tranquilidad pública” que proporciona “la tendencia casi general de la masa al reposo”; es decir, la estabilidad y el equilibrio en nuestro país se deben a la somnolencia de la ciudadanía bajo el pesado manto nocturno. “Si ella faltase -agrega- nos encontraríamos a oscuras y sin poder contener a los díscolos”.

Ciento noventa años después de estos escritos, la consigna “Chile despertó”, enarbolada durante el estallido social, calza muy bien con el enfoque portaliano, porque muestra la fragilidad de un orden basado en el letargo de la gente, en su “tendencia general al reposo”, con el peligro latente de interrumpir la calma cuando termina la siesta.

Aunque hay una versión posterior del “Chile Despertó”, que surge cuando la derecha se apropia de esa consigna “octubrista” y asegura que el verdadero amanecer se produjo el 4 de septiembre, con el arrollador triunfo del rechazo en el plebiscito constitucional.

Y justamente la historia pone a la derecha como heredera del mito portaliano conservador y le encarga la restauración del orden, devolviendo “la masa al reposo”.

“El orden en Portales es la otra cara del desenfreno: es el curso de las cosas en estado de equilibrio o empate”, explica el historiador Alfredo Jocelyn-Holt en su libro sobre Portales “El peso de la noche, nuestra frágil fortaleza histórica”.  Y justamente la historia pone a la derecha como heredera del mito portaliano conservador y le encarga la restauración del orden, devolviendo “la masa al reposo”.

Depositaria de la tradición conservadora, Chile Vamos puede inspirar su nueva aventura constitucional leyendo otras líneas del epistolario de Portales, donde propugna “enderezar a los ciudadanos por el camino del orden y de las virtudes”, a través de “un Gobierno fuerte, centralizador, cuyos hombres sean verdaderos modelos de virtud y patriotismo”.

Cumpliendo su encargo histórico, Chile Vamos se dio esta semana a la ardua tarea de escribir los “principios que deben incorporarse expresamente a la reforma” de la actual constitución, para habilitar el nuevo proceso. Tal cual; el viernes los líderes de ese sector notificaron que, en lugar de bordes o anteproyectos, quieren escribir artículos que deberán agregarse al capítulo de reformas de la constitución del 80, como requisito para dar inicio a la siguiente fase constitucional. Una suerte de mini constitución, dentro de la vieja constitución y como condición para hacer una nueva.

Usando una serie de eufemismos, los “principios” que pide la derecha en un documento entregado el viernes a la mesa de los partidos políticos se refieren a la “protección del derecho a la vida”, es decir, limitación del aborto. Agregan el “derecho a elegir en materia educacional, de salud y previsional”, o sea, consolidar el Estado subsidiario con predominio privado en la provisión de servicios sociales. Además, piden la “protección de la propiedad; haciéndola extensiva a los fondos previsionales y al aprovechamiento de las aguas”, lo que equivale a poner candados para preservar los actuales derechos de agua y el sistema de AFP´s.

Ya fue notificado el rechazo de los parlamentarios opositores a la reforma tributaria en la votación de este lunes en la comisión de Hacienda de la Cámara, a menos que lleguen las indicaciones que ellos desean. Tampoco habrá reforma a la salud.

La propuesta luce demasiado parecida a esa clásica exigencia de los militares victoriosos: “rendición incondicional”. Una frase acuñada durante la guerra de secesión estadounidense por un general del Ejército de la Unión, que resuena por estos días en Chile, porque la aplastante victoria del rechazo le dio a la oposición el control del proceso constituyente y la facultad de reclamar la capitulación, sin condiciones, de sus adversarios.

No solo eso, le dio la fortaleza para exigir tácitamente al Gobierno arriar sus banderas de cambio y olvidarse de su programa. Ya fue notificado el rechazo de los parlamentarios opositores a la reforma tributaria en la votación de este lunes en la comisión de Hacienda de la Cámara, a menos que lleguen las indicaciones que ellos desean. Tampoco habrá reforma a la salud; el presidente de RN, Francisco Chahuán, adelantó que el gobierno no cuenta con sus votos en el Senado. Y en relación a la reforma previsional, el proyecto ha debido postergar dos veces su ingreso al parlamento porque no hay voluntad de avanzar en la oposición.

Pero ninguna reforma apremia demasiado a la luz del nuevo relato que impusieron los medios conservadores esta semana, a propósito de las declaraciones del embajador de Chile en España, Javier Velasco, sobre la desigualdad de los últimos 30 años. El ex ministro de Hacienda Ignacio Briones se apresuró a refutar al embajador en sus cuentas de twitter: “unos decían que éramos el país más desigual del mundo: FALSO. Otros que desigualdad empeoró en 30 años: FALSO. Medida por índice Gini, ha caído sistemáticamente y llega a bajo valor histórico, aunque aún alto respecto a mundo desarrollado”. Acto seguido, los gráficos de evolución del Gini se publicaron profusamente en los diarios de derecha, a pesar de que ese indicador se basa en los ingresos declarados en la encuesta Casen, que subrepresenta a los sectores altos.

El ex ministro y los medios transmisores de la oposición omiten el informe World Inequality Report de 2022, que señala que Chile lleva 120 años de desigualdad extrema. El 1% de mayores ingresos concentra el 49,6% de la riqueza total del país, lejos del 35% en Estados Unidos; 30% en Alemania y por encima del 48,9% en Brasil y el 46,9% en México.

El informe se echó al olvido y también el programa de transformaciones, porque en este nuevo Chile donde la desigualdad es una anécdota, no solo resucitó el líder decimonónico de la elite conservadora. También reaparecieron los chicagos boys. Un grupo de 150 exalumnos de la facultad que fuera semillero del neoliberalismo a fines de los 70’ publicó una carta tres días después del plebiscito, donde aseguran que el resultado electoral “abre un nuevo ciclo de conducción del país”. Entusiasmados con la etapa que viene, agregan en su misiva que “como integrantes de la comunidad de exalumnos de nuestra universidad, nos ponemos a disposición para aportar todo lo que esté a nuestro alcance en la construcción de un Chile unido”.

Así, los sucesores del líder decimonónico de la elite conservadora cuentan con “el peso de la noche” y con el talento de los arquitectos del orden neoliberal, para mantener a la “masa en reposo”, como le gustaría a Portales.