By Guillermo Correa Camiroaga 18 mayo, 2021 – El Clarín Chile
Las denominadas elecciones más importantes de la historia de Chile, concepto ampliamente amplificado a través de los medios de comunicación y las redes sociales, concitaron el apoyo de tan solo el 43,35% de los chilenos y chilenas habilitadas para sufragar. Es decir que hay un mayoritario 56,25% que no participó en ellas y, siendo riguroso con las cifras, el “partido de la abstención” fue el ganador absoluto. Este es un dato que no debe dejarse de lado al hacer un balance inicial de las jornadas electorales del 15 y 16 de mayo, aun cuando al interior de ese gran porcentaje de no votantes existan un sinnúmero de motivaciones que van desde la desidia hasta la opción política meditada. La pandemia puede haber influido en esta baja participación, pero creo que por sí sola no la explica cabalmente.
Teniendo en claro las cifras anteriormente expuestas se pueden aventurar algunas reflexiones ante la nueva situación política que comienza a conformarse de aquí en adelante. Es todavía un camino a construir, donde necesariamente tendrán que tomarse opciones y decisiones políticas tácticas, tanto desde los sectores del pueblo rebelde que decidieron participar como independientes en las listas que los propios sectores y movimientos sociales levantaron, como de parte de aquellos sectores que políticamente optaron por no participar en estas elecciones de Convencionales Constituyentes, continuando un camino extraparlamentario en la búsqueda de consolidar, ampliar y coordinar distintas organizaciones populares territoriales y sectoriales de base, tendientes a construir un Movimiento Popular esencialmente anticapitalista y antipatriarcal.
En términos generales es evidente que los grandes derrotados en estas elecciones son las derechas políticas representadas por Chile Vamos y los partidos de la ex Concertación; y por contraparte los grandes ganadores son los independientes provenientes del movimiento social, junto con el Partido Comunista y el Frente Amplio. Esto quedó también de manifiesto en las elecciones de Gobernadores, Alcaldes y Concejales.
Una de las tantas causas de esta debacle en los partidos políticos de derecha que merece ser mencionada, es, a mi parecer, la dificultad que tuvo la derecha política para desplegar campañas publicitarias de propaganda electoral como tradicionalmente hacía, llegando con engaños y regalías a los sectores más necesitados, debido a los grandes recursos económicos que siempre tiene a su disposición, ya que esta vez la pandemia y sus cuarentenas no se lo permitió, mientras por otra parte las y los sectores rebeldes que decidieron participar en estas elecciones estuvieron con sus organizaciones populares territoriales organizadas y trabajando en campañas de solidaridad y sobrevivencia, formando parte del pueblo que acudió a votar en contra del gobierno y la clase política tradicional. Tuvieron de esta manera la capacidad de desarrollar campaña directa en los sectores y territorios, como también elaborar creativas propagandas a través de las redes sociales. Hay que agregar a lo anteriormente expuesto el hastío general de gran parte de la población chilena con la “clase política”, que la llevó a preferir las listas de candidatos independientes como una forma de protesta ante décadas de marginación y abusos.
Las proyecciones que realicé en numerosas reflexiones anteriores respecto a que la derecha dura lograra fácilmente los escaños necesarios para asegurar 1/3 o más de representantes de Convencionales Constituyentes fueron totalmente erróneas y los resultados electorales así lo demuestran. Cabe hacer esta necesaria autocrítica.
Ahora, de una u otra manera, la ordenada mesa de ajedrez meticulosamente elaborada por la clase política institucional fue desordenada significativamente por la irrupción de un número muy importante de Convencionales Constituyentes provenientes del movimiento social rebelde. La gran mayoría de ellas y ellos agrupados en “La Lista del Pueblo”. Hay también una cantidad de “independientes” cuya sensibilidad o postura política se identifica con los ex partidos de la Concertación y en menor medida con la derecha de Chile Vamos. En relación con los escaños reservados a los pueblos originarios, un número importante de ellos, con sus particularidades y cosmovisiones, están cercanos(as), a mi entender, al movimiento social rebelde.
Dentro de esta mezcla multicolor de Convencionales Constituyentes se producirán sin duda alguna intensos debates y dificultades para avanzar en el nuevo articulado constitucional, puesto que hay que tener siempre presente las normas legales establecidas para tal efecto, en donde el quórum de los 2/3 constituye la espada de Damocles pronta a romper cualquier iniciativa proveniente de los sectores populares en temas relevantes relacionados con el sistema capitalista en su expresión neoliberal. Allí las dos derechas, representadas por los Convencionales de Chile Vamos y la ex Concertación jugarán un papel importante buscando los acuerdos que busquen impedir aquello. Tampoco puede soslayarse la inviolabilidad de los Tratados Comerciales Internacionales suscritos por Chile, que son pilares importantes en donde se apoya el modelo neoliberal, tratados que no pueden ser revisado ni menos modificados en la Convención Constitucional, ya que el Estado chileno podría sufrir querellas. Esto ha quedado recientemente demostrado con el reclamo formal que hizo llegar al gobierno de Chile una empresa estadounidense debido a la reforma constitucional aprobada que permite el retiro del 10% de las rentas vitalicias, lo que a juicio de esta empresa iría en contra de sus intereses comerciales.
Pese a todo el complejo e incierto panorama político, debido a las fuerzas antagónicas que se enfrentarán en la Convención Constitucional, en esta nueva coyuntura post elecciones que se está configurando nos encontramos ante un nuevo escenario donde los sectores populares rebeldes que no participaron de este proceso electoral institucional – sectores cuya magnitud, organización y potencia no puede ser cuantificado ni tampoco se puede especular sobre su real capacidad política- deberán tomar nuevas definiciones tácticas respecto a cómo sobrepasar y/o romper los estrechos marcos de la institucionalidad en que deberá funcionar la Convención Constitucional, uniéndose en la acción para ir avanzando en dicho objetivo con los sectores populares rebeldes que optaron por participar dentro de la institucionalidad, para tratar de retomar con fuerza las movilizaciones, la lucha callejera y territorial, pero sin dejar de lado el objetivo estratégico de continuar construyendo un movimiento popular autónomo e independiente, que avance por caminos extraparlamentarios propios en la construcción de Poder Popular.
Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 17 mayo 2021
GENTILEZA DEL CLARIN CHILE