NO HAY MUERTO MALO

Por El Ciudadano – 08 de Febrero 2024

Editorial de El Ciudadano analizando la muerte del expresidente Sebastián Piñera y el cómo los medios de comunicación de la élite lo endiosan.

Dicen que no hay muerto malo y aunque no vamos a pretender acá establecer si Piñera era bueno o malo, la historia reciente de Chile está demasiado presente como para hacer tamaño borrón y cuenta nueva otorgando al fallecido el carácter de héroe e incluso endiosarlo, como se deja ver en la tremenda cobertura televisiva que presenciamos a un día de su muerte y en medio de una catástrofe nacional.

En la tele de hoy, tempranamente comenzó el desfile de importantes figuras de la política, que no se restringieron a la hora de adular al fenecido con declaraciones que fueron vistiendo a Piñera de un manto celestial, para generar un nuevo relato que lo alce como una figura querida por un pueblo que lamenta este trágico accidente y que lo recuerda con todo cariño.

De este modo se intenta emular al recordado y querido animador Felipe Camiroaga, también fallecido en accidente aéreo aunque en circusntancias muy diferentes que hasta hoy son motivo de enromes dudas. En contraste  el exPresidente llegó a tener un porcentaje de aprobación de la ciudadanía de un 6%, la más baja de un Presidente desde el retorno de la democracia.

De  ahí a la venta de afiches y productos con su imagen y sus dichos, hay solo un paso para realzar al “self-men” .

Las directrices editoriales de las televisoras y los consorcios mediales se evidencian burdamente en vivo, por ejemplo con la elección de los entrevistados, las preguntas formuladas, el tiempo que se le otorga a cada quién y la tribuna que se le da a quienes aportan a construir el relato al que aludimos.

Así han abundado declaraciones como que “fue el hombre más inteligente que he conocido” de Evelyn Mattei o “gracias a él estamos aquí” en palabras de un transeúnte venezolano, e incluso “para mí era un Dios” como dijo un hombre fuera de la sede de RN en Santiago. De este modo, ya no importan las “rencillas” y “desacuerdos” que pudo haber existido en el pasado -kiotazo- ahora el hombre está muerto y hay que santificarlo para así sacar el mayor rédito político posible.

En medio de esto y debido a que se trata de un expresidente, el gobierno no puede hacer otra cosa que organizar un funeral de Estado, sin embargo, el giro del actual Presidente respecto de la figura de Piñera, antes y después de asumir el cargo, es copernicano.

Ahora lo vemos junto a las principales ministras vistiendo formal negro en homenaje al ahora “demócrata”, hace poco sindicado en reportes de derechos humanos internacionales y nacionales como un ex Presidente en cuyo régimen se violarón sistemáticamente derechos humanos mediante Carabineros y terror de Estado.

Es el conjunto de la clase política, la élite y sus medios, quienes están homenajeando a Piñera, intentando que olvidemos todos sus delitos y crímenes, con responsables aún vivos e impunes.

Así los medios reiteran imágenes de quienes salen con sus banderas chilenas a expresar su homenaje y dolor por la muerte del ex presidente, haciendo parecer que este fuese un sentimiento de todo el país.

Lo que no muestran los canales de televisión son las voces críticas y las acciones de repudio ciudadano a la figura de Piñera como ocurrió en el paso de su cuerpo por Valdivia,  donde algunas personas le gritaron “¡Asesino!” como corearon estadios de fútbol repletos y todo un pueblo movilizado en el 2019.

Así tampoco se le ha dado espacio en estos medios, a los textos críticos a la figura y obra de Piñera, como la columna del politólogo peruano Alberto Vergara publicada en el New York Times y tantas otras que circulan por correo electrónico y redes sociales.

Sin ánimo de denostar la figura de Piñera, creemos hay que ponderar al personaje en su justa medida, y si bien se pueden entender las destempladas reacciones de ferviente fanatismo digno de análisis psicosocial, no podemos olvidar que Piñera se encontraba siendo investigado por violaciones a los derechos humanos ocurridas durante y tras la revuelta social de octubre de 2019.

Piñera estaba imputado por crímenes y violaciones ocurridas bajo su mandato y llegó a declarar por largas horas ante la fiscal Chong.

Tampoco podemos borrar los bullados casos de corrupción y robo como el escándalo financiero del Banco de Talca, el “Piñeragate”, la compra de acciones de LAN con información privilegiada, su aparición en los Pandora Papers y por sobre todo las gravísimas violaciones a los derechos humanos con asesinatos, mutilaciones y torturas bajo su mandato, donde no dudó en sacar los militares a las calles con el fin de frenar brutalmente la que en ese entonces su esposa denominó “invasión alienígena”.

Por último, más allá de dar cobertura a la fanaticada derechista, se podría cuestionar también las circunstancias del accidente, donde un piloto de 74 años decide volar su helicóptero particular desde la casa de su amigo José Cox a la suya,  cruzando el lago Ranco rumbo a Coique,  con pésimas condiciones climáticas de viento y lluvia.

Como alguien señaló por redes sociales, “acá tenemos a uno de los dueños de Chile acostumbrado a hacer lo que quiere estrellándose por su propia irresponsabilidad”.

Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique muere en medio de una gran tragedia. Los incendios en Valparaíso y la desparición de cientos y muerte de más 100 personas a manos de un voraz fuego de orígen intencional y coordinado que simboliza todas las falencias del sistema neoliberal que Piñera tanto defendió.

Por último se suspende el evento “Chile: Un solo corazón” para recaudar fondos en ayuda de los miles de damnificados, debido al funeral de Estado por muerte de Piñera, escribiendo así un episodio más de esta ecléctica serie documental llamada Chile.

El Ciudadano