Fernando García Diaz - martes, 27 de agosto de 2024- Para UTE-NOTICIAS
Como hemos señalado, el anticomunismo puede tener un costo político altísimo, incluso en vidas humanas en los casos más extremos, para el Partido Comunista, pero también para todo el movimiento popular y aún para el sistema democrático nacional.
De este modo y en estricto rigor, debieran luchar contra él, los comunistas, quienes se identifiquen con el movimiento popular y aún todos los demócratas. Así lo han entendido en diversos momentos una larga lista de personas, que sin ser comunistas, y organizaciones, que sin ser dependientes del PC, han expresado de diferentes maneras su rechazo al anticomunismo. En esta línea podemos ubicar, entre otros, a Salvador Allende y Gabriel Boric, entre quienes han alcanzado el sillón presidencial, a intelectuales y premios nacionales como Gabriel Salazar y Tomás Moulian, a escritores como Isabel Allende. Instituciones, como la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, y otras federaciones estudiantiles, que han defendido históricamente la diversidad ideológica y han rechazado el anticomunismo. En un sentido parecido se han pronunciado organizaciones nacionales de derechos humanos, como la Vicaría de la Solidaridad, la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEPU), o internacionales como Amnistía Internacional, entre otras.
No cabe duda sin embargo que quienes deben tener el mayor interés en combatir el anticomunismo debemos ser los propios comunistas. Atendido lo anterior, en nuestra opinión el enfrentamiento al anticomunismo desde el Partido Comunista, debiera considerar, tal como lo señalaban Marx y Engels hace casi 180 años, dos cosas. En primer lugar, tomar conciencia de que el comunismo para muchos es un verdadero fantasma, y en segundo, que ya es tiempo que los propios comunistas combatan a ese fantasma exponiendo sus propias ideas.
Ahora bien. Ninguna de estas dos líneas fundamentales es tan sencilla como pareciera desprenderse de la simpleza con que los propios autores del Manifiesto lo señalan.
Algunos podrían estimar que esa toma de conciencia ya existe. Y una prueba de ello la daría la propia y reciente Convocatoria al XXVII Congreso del Partido, que en estos momentos se está celebrando. En ella, entre otras cosas, se lee
“Por ello, en las actuales condiciones, las manifestaciones de anticomunismo, tan presentes no solo en las fuerzas de extrema derecha, constituyen no solo una severa y grave amenaza para nuestro partido. Develan una profunda disputa cultural y de masas, entre quienes aspiran a la emancipación plena del ser humano, versus quienes buscan profundizar la dominación del capital. Pero también son una amenaza para el proyecto de transformaciones que represente al pueblo de Chile. Por ello, es un imperativo político combatir toda manifestación de anticomunismo en todo frente social, político y en la construcción de opinión pública, puesto que cuando este se consolida, se daña la democracia y la profundización de la misma.”
Sin duda que se trata de una declaración importante, pero dadas las actuales condiciones necesitamos más que eso. Es un buen punto de partida, pero tenemos que avanzar mucho más. Y lo primero, volvemos a repetirlo, es tomar conciencia del problema. Y hacerlo significa de inmediato varias cosas.
Tomar conciencia es, por un lado, asumir seriamente que para algunos, sin que exista mala intención de su parte, el comunismo es exactamente un fantasma (o un espectro como se le suele traducir también ahora), que evoca miedo. Pero de modo paralelo a esto, hay que tomar conciencia también que esa realidad que viven muchos de quienes tiene miedo al comunismo, ha sido creada, desarrollada y fomentada conscientemente por fuerzas políticas interesadas en ello.
Por otro lado, ello también implica asumir que el fenómeno del anticomunismo es una realidad especial de la lucha ideológica, que, tal como lo vimos, no es la simple crítica a las posiciones PC.
Del mismo modo, es imprescindible asumir que se trata de un fenómeno importante, que su desarrollo puede traer consecuencias nefastas, funestas en verdad tanto para el Partido como para el pueblo chileno.
Por último, es imprescindible considerar que esta toma de conciencia debe ir desde todos y cada uno de los miembros del Comité Central, hasta todos y cada uno de los militantes de todas las células.
Sólo así podremos decir que existe conciencia en nuestro partido de lo que significa el anticomunismo.
Pero si hasta aquí la propuesta ya es compleja, sin duda lo que viene es mucho más. ¿Qué ideas debemos exponer? ¿Cómo las debemos exponer? ¿Quiénes las deben exponer? ¿Dónde las debemos exponer? Son algunas de las preguntas que nos surgen de inmediato respecto a esta propuesta.
Desde lo formal, lo primero que nos parece obvio es que ya no basta con un texto como el Manifiesto (Además de que por cierto no tenemos a los genios que lo escribieron).
Una segunda cuestión a considerar es que la respuesta que sea, no puede ser resultado de la improvisación o la espontaneidad, sino por el contrario, debe ser la consecuencia lógica de un trabajo pensado, meditado, destinado explícitamente a combatir el AC.
Este enfrentamiento debe hacerse en todos los planos posibles, internos, externos, ideológicos, políticos, orgánicos, propagandísticos, así como en todas las instancias del partido, desde la célula más recientemente creada, hasta la Comisión Política y el Comité Central.
En la actualidad el PC vive su XXVII Congreso, lo que constituye sin duda un momento político propicio para abordar un tema como este. Si bien ya es posible que todas y cada una de las células debieran haber terminado o estar terminando su análisis de la Convocatoria y de los distintos temas que ellos se hubieren planteado, aún quedan instancias comunales, regionales, centrales, etc., en donde abordar y relevar el tema.
En nuestra opinión, sería altamente deseable que el Congreso:
- Identifique y defina la lucha contra el anticomunismo como uno de los objetivos centrales de la lucha ideológica, para todos los militantes del partido.
- Que se cree una comisión encargada, por un lado de estudiar, analizar e identificar los principales aspectos explotados por el anticomunismo (política internacional, democracia, libertad, etc.), detectar elementos objetivos de nuestro propio que hacer, que, aunque sea parcialmente, faciliten el desarrollo del AC., y los mecanismos de difusión masiva que emplea para ello, y proponga actividades de enfrentamiento del problema, para las distintas instancias partidistas, ya sea a nivel de Comité Central, estructuras intermedias y particularmente de las células.
- Que se elaboren mecanismos de capacitación de nuestros militantes, cartillas, textos, videos, cursos, etc., centrados en entregar argumentos para que nuestros militantes puedan identificar y combatir el anticomunismo en todas sus expresiones.
- Que dicha capacitación tenga muy presente que dado el alto nivel de irracionalidad que puede tener en algunas personas el discurso anticomunismo, se entreguen también elementos que vayan más allá de los argumentos racionales, que desmienten las aseveraciones anticomunistas formuladas, y nos ayuden a abordar aspectos como el miedo o la propia irracionalidad.
. Que cada célula y cada organismo del partido se avoque al estudio del tema, considerando especialmente dos cuestiones, por un lado, la identificación de las expresiones y conductas anticomunistas con las que ellos se encuentran más a menudo en el trabajo político regular, y por otro, las maneras específicas de enfrentar dichas manifestaciones, lo que entre otras cosas debiera considerar, los argumentos para rebatirlos así como las instancias y momentos donde expresarlos.
En el combate permanente al anticomunismo, nos parece que un papel relevante consiste en identificar los principales contenidos ideológicos que éste difunde y masifica y desde allí elaborar las principales respuestas ideológicas a esas ideas.
De este tema trata la tercera parte de este trabajo
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