CORRUPCIÓN SISTÉMICA, ESTRUCTURAL Y GRAVE

 Fernando García Díaz - domingo, 29 de septiembre de 2024 – Para UTE-NOTICIAS

Cuando empezábamos a conocer la corrupción que encerraba el caso “audios”, gracias a la grabación de una de sus participantes, la incautación del celular de otros de los allí intervinientes, el abogado Luis Hermosilla, abrió una verdadera caja de Pandora, ha ido mostrando, poco a poco, niveles de corrupción y sobre todo escenarios que hasta antes de él nos resultaban poco imaginables. Primero fue la evasión tributaria mediante sobornos que se discutía en el audio, luego vino la filtración de información del Director de Investigaciones, más tarde la corrupción al interior del proceso de nombramiento de ministros de la Corte Suprema, luego los servicios prestados por la ministra nombrada  precisamente a Hermosilla, más tarde el rol de Jean Pierre Matus en la defensa de Chadwick y ahora el escándalo de Marcela Cubillos y sus 17 millones de pesos recibidos desde la Universidad San Sebastián, por no hacer nada. En verdad la corrupción se ha tomado la agenda política y no alcanzamos a salir de un caso cuando ya estamos entrando en otro.

Aunque en nuestro país se ha intentado vincularla exclusivamente con el sector público, la verdad es que la corrupción, entendida como el abuso de poder para obtener beneficios personales, se encuentra obviamente también en el mundo privado. Pago de sobornos, malversación de fondos, tráfico de influencias, fijación de precios, adulteración de productos, evasión tributaria, fraude, nepotismo, son algunas de las múltiples manifestaciones que esta puede presentar.

En las últimas décadas han surgido diversas instituciones, nacionales e internacionales que han elaborado diversos mecanismos para evaluar los niveles de corrupción que hay en un determinado espacio social. Transparencia Internacional, por ejemplo, se especializa en evaluar la corrupción en el sector público, a través de su “Índice de Percepción de la Corrupción”, el que se basa en encuestas y evaluaciones de expertos.

Al momento de analizar los niveles de corrupción institucional suelen considerarse tres parámetros, i) la o las instituciones en que esta se presenta, ii) lo arraigada o no que está en ella o en ellas y iii) el nivel de personas que involucra y el monto de las sumas de dinero que se comprenden en los casos de corrupción que llegan a ser conocidos.

Considerando estos parámetros, la corrupción puede ser “sectorial”, cuando sólo se refiere a una o pocas instituciones. Por el contrario, se habla de “corrupción sistémica” cuando no son una o dos las instituciones involucradas, sino que se trata de un amplio conjunto de organismos los implicados, con múltiples actores, que a menudo crean redes de corrupción y complicidad.

Se habla de corrupción “ocasional” cuando se trata de casos esporádicos, aislados, excepcionales.  Y se le llama “corrupción estructural”, a aquella que se encuentra arraigada en una institución o un sector económico, cultural o político, integrada de tal manera que ya forma parte de la “cultura organizacional” de éste.

Por último, hablamos de “corrupción menor”, cuando se trata de casos de baja magnitud, como pequeños sobornos o simplemente “favores”. Por el contrario, se habla de “Gran Corrupción”, cuando en los diversos casos se comprende a grandes empresarios, altos funcionarios públicos y a menudo se encuentran involucradas grandes sumas de dinero, con impacto significativo en la política y/o economía.

El caso Hermosilla, la verdadera guinda de la torta en materia de corrupción nacional, nos viene a consagrar a una derecha económica y política corrupta en niveles que hasta hace algunos años bien podíamos creer propios de otros países. Desde la derecha algunos han pretendido “empatar”, ya sea haciendo alusión a un Hermosilla que fue comunista o señalando que la corrupción está en todos lados. En verdad Hermosilla fue comunista hace más de 30 años, y si bien ha habido casos de corrupción en el centro político o en la izquierda, y merecen toda nuestra condena, nada hay que se asemeje, ni siquiera se acerque a lo que ha demostrado la derecha en nuestro país en esta materia.

En verdad la corrupción, en los términos en que hoy se presenta no ha sido una constante en Chile. Más bien se trata de una realidad brutal que nos dejó la dictadura, y que hemos mantenido. De los últimos gobiernos previos al 73, sólo el de Ibañez (“curiosamente” exmilitar) tuvo acusaciones significativas de corrupción. No ocurrió ello ni con Alessandri, ni con Frei, ni con Allende. Más aún, la dictadura, que se tomó el poder de manera brutal en pocas horas, y por tanto tuvo accesos a miles de documentos del gobierno, no logró consumar juicios por corrupción contra ningún alto dirigente de la Unidad Popular, no obstante los esfuerzos que hizo y las brutales mentiras que presentó.

Desde la perspectiva de la corrupción a nivel masivo, brutal por la cantidad de casos y la envergadura de ellos, todo comenzó con la dictadura. Recordemos que no sólo fueron violadores, torturadores, asesinos, sino también ladrones, y de los peores, lo que se vio altamente favorecido por la ausencia de libertad de expresión, de libertad de prensa, la persecución brutal a los opositores y la imposibilidad de la Contraloría de ejercer su rol fiscalizador. ​

Basta recordar que el propio dictador fue descubierto robando millones de dólares, que bajo diferentes nombres, (Daniel López, J.A.Ugarte, Ramón Ugarte, entre otros) como un delincuente cualquiera, depositó en bancos extranjeros. Se calcula que con la colaboración del Banco Riggs([1]), en Estados Unidos, escondió entre 20 y 27 millones de dólares. En un escándalo que aún se recuerda, su hijo Augusto Pinochet Hiriarte recibió cheques de fondos del Ejército, firmados por su propio padre, por una cifra cercana a los tres millones de dólares, poco antes de que terminara el gobierno, y cuando se intentó iniciar una acción judicial para aclarar la situación, el exdictador amenazó con un nuevo golpe de estado, caso conocido como el “ejercicio de enlace”. Lucía Hiriart, la esposa del dictador, profitó de los bienes públicos de Cema Chile durante décadas, vendiendo decenas de propiedades de la institución casi hasta su muerte, en circunstancias que Cema prácticamente dejó de funcionar desde el retorno a la democracia. Su yerno, hoy dueño mayoritario de Soquimich, terminó siendo uno de los más ricos del país.

Y de ahí para abajo, incluyendo la corrupción que significó que muchos de sus partidarios terminaron apoderándose de riquezas y decenas de empresas. Sobre esto los casos son infinitos, y de algunos de ellos dan cuenta libros enteros, como “Los cómplices económicos de la Dictadura”, de María Olivia Monckeberg, “Pinochet y los empresarios: la consolidación del poder económico” de Juan Pablo Figueroa y Jorge Molina, “El Saqueo de los Grupos Económicos al Estado Chileno”, de Manuel Salazar Salvo, “Pinochet: La Biografía” de Mario Amorós, y muchos más.

Pero la corrupción no sólo llegó hasta ahí, también sus familiares y partidarios estuvieron involucrados en tráfico de drogas([2]), otros en tráfico de armas([3]), otros en tráfico de bebés([4]), en robo de patrimonio cultural([5]), etc., etc., etc.

Obviamente no se trató de incidentes aislados, sino de prácticas corruptas que fueron generalizadas y sostenidas, involucrando a múltiples actores, desde funcionarios públicos hasta empresarios.

Esa derecha corrupta, inmoral, deshonesta, podrida, surgida desde lo más profundo del pinochetismo, hoy tenemos la posibilidad de conocerla en gran parte de su dimensión, (siempre habrá algo que no logra salir a la luz).

Su corrupción es sistemática, alcanza todos los espacios y todas las instituciones en donde tiene presencia relevante; es estructural, está profundamente arraigada en su quehacer, es parte de su visión del quehacer, está integrada en su “cultura”, es parte de su ADN; y por último, es “Gravísima”, pues no sólo involucra a altos empresarios, altas autoridades políticas, sino además millones de millones de dólares. Se trata de una verdadera red de corrupción, que abarca todos los espacios. Y que sólo para efectos de ejemplarización trataremos de sectorizar.

En el mundo empresarial podemos recordar los innumerables casos de colusión. Entre los más conocidos, colusión del papel Higiénico (CMPC Tissue (Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, grupo Matte) y SCA Chile (anteriormente Pisa, de la sueca Svenska Cellulosa Aktiebolaget); colusión de las Farmacias (Fasa (Farmacias Ahumada), Cruz Verde y Salcobrand); colusión de los Pollos (Agrosuper, Ariztía, Don Pollo y la Asociación de Productores Avícolas (APA);  colusión de los Supermercados (Cencosud (Jumbo y Santa Isabel), SMU (Unimarc) y Walmart Chile (Líder); Colusión de los Buses Interurbanos (Tur Bus, Pullman Bus y otras compañías menores);  Colusión de la industria del Cemento (Cementos Bicentenario (de Empresas Melón) y Cemento Polpaico BSA); colusión de los Laboratorios Farmacéuticos (Caso Bioequivalentes) (Laboratorio Sanderson, Biosano, Bagó Chile, Laboratorio Chile, Recalcine, Pharma Investi y otros)…

Podemos recordar también que la gran industria pesquera pagó a parlamentarios para que la ley que se estaba discutiendo en el parlamento los favoreciera aún más. Por el caso fueron condenados el senador Jaime Orpis y la diputada Marta Isasi, y también estuvo involucrado Longueira.

Los grandes empresarios de la salud, dueños de las Isapres, se apropiaron indebidamente de recursos de sus afiliados y con el mayor descaro terminaron pidiéndole ayuda al gobierno para que los sacara del problema.

Y por si todo esto fuera poco, debemos recordar que el empresariado nacional evade aproximadamente el 20% del IVA, y el 32% del impuesto a la renta. Un estudio realizado el 2020 por el Servicio de Impuestos Internos calculó que la evasión tributaria total asciende a alrededor de 8.000 millones de dólares anuales,

Pero no es sólo la derecha económica la corrupta, la corrupción en la derecha política está a todos los niveles, presidente de la república, ministros, parlamentarios, alcaldes, …

El único presidente que la derecha ha tenido desde el retorno a la democracia, Sebastián Piñera, estuvo involucrado en múltiples fraudes empresariales, entre los más recordados, caso Banco de Talca, en donde fue incluso encargado reo, caso Exalmar, caso Pandora Papers, venta de acciones de Bancar justo antes que se conociera públicamente la crisis del caso Cascadas, etc. etc.

En cuanto a ministros, y sólo por mencionar algunos, podemos recordar que Pablo Longueira (ex Ministro de Economía), aparece vinculado al caso Soquimich, y a la corrupción en la “ley Longueira”, Felipe Ward  (Ex Ministro de Bienes Nacionales), en el caso audios, Marcela Cubillos, (ex Ministra de educación), imputada por sobresueldos en la USS, y ahora Andrés Chadwick, en el caso Hermosilla.

En el mundo de los parlamentarios podríamos recordar que Jovino Novoa, expresidente y ex senador de la UDI fue condenado a 3 años por fraude tributario, Jaime Orpis, senador también UDI a 5 años por fraude al fisco y a 600 días por cohecho, y Marta Isasi, diputada UDI también fue condenada por cohecho.

La corrupción de la derecha comienza postulando a cargos públicos a personas conocidamente incapaces para ejercerlos, como Cathy Barriga en Maipú o Antonio Garrido (ex boxeador) en Independencia, o como la alcaldesa de Viña del Mar que dejó la municipalidad con una deuda de más de 17 mil millones de pesos y que fue condenado por el Tribunal Calificador de Elecciones (TRICEL) por “notable abandono de sus funciones”, o tiene parlamentarias que venden licencias o niegan la ceguera de una senadora. Esta corrupción de la derecha alcanza su máxima expresión con las decenas de alcaldes, la misma Cathy Barriga, Karen Rojo, Luis Plaza Sanchez, Raúl Torrealba, Marcelo Torres, y muchísimos más formalizados, detenidos o condenados por actos de corrupción.

A lo anterior podemos denunciar también como actos de corrupción las decenas de noticias falsas que la derecha ha inventado y hecho circular en los últimos años, en donde el Partido Republicano, imitando lo realizado por los republicanos de Donald Trunp lleva la delantera.

El caso Hermosilla, esta caja de Pandora de la derecha, nos ha revelado además la corrupción brutal a nivel de Poder Judicial, especialmente en la Corte Suprema. Ya el Poder Judicial, y particularmente la Corte Suprema habían mostrado durante la dictadura hasta qué punto podía llegar el servilismo y la corrupción, contribuyendo de manera decisiva al ocultamiento de los crímenes de esta. Cuando algunos tenían la ingenua idea que este poder del estado estaba menos corrupto, surgen los casos de Ministros y Fiscales del Ministerio Público involucrados en corrupción. Ahí están  los casos de Angela Vivanco, Carlos Palma, Manuel Guerra, entre otros.

 MACAYA, LARRAIN Y DANIEL JADUE. O la Ley del Embudo

Y como si todo esto fuera poco, recientemente se devela una manera especial de corrupción en la universidad por antonomasia de la derecha, aquella en la que decenas de profesores vienen desde el gobierno de Piñera (entre ellos, Chadwick,  En estricto rigor la mayor corrupción a nivel universitario se da mediante la creación de Universidades con fines de lucro, en circunstancias que ello por ley está prohibido en nuestro país. Pero lo que sabíamos, es que había al menos una universidad que era fuente directa de financiamiento de personeros de la derecha cuando dejaban el gobierno.

La corrupción, que sin duda se ha apoderado de buena parte de nuestra sociedad, sin duda se ha transformado en un problema grave. No sólo significa la perdida de miles de millones de pesos del presupuesto estatal, sólo en el caso de Caty Barriga se habla de 30 mil millones de pesos), o la defraudación por cifras también brutalmente altas a los enfermos (colusión de farmacias y laboratorios), a los viajeros (colusión de los buses), o simplemente a todos los habitantes (colusión de los pollos o del papel higiénico), sino que por sobre todo debilita a las instituciones, hace perder la fe en la democracia. En verdad la corrupción puede tener efectos desbastadores en un país, afectando la economía, las instituciones, el tejido social, la gobernabilidad entre otros. En materia económica, provoca que fondos destinados a servicios públicos como salud, educación infraestructura sean derivados a los bolsillos de particulares, desincentiva la inversión, aumenta los costos de los servicios públicos, concentra aún más la riqueza y consecuentemente aumenta la pobreza. Por otro lado, socaba la confianza en las instituciones públicas, deslegitima los sistemas democráticos, deteriora el estado de derecho y promueve la impunidad, la injusticia, aumenta los conflictos, en definitiva, socaba todo el sistema social. Combatirla es crucial para el desarrollo sostenible, la justicia y la paz.

El próximo mes tenemos la posibilidad inmediata de sancionar a quienes han hecho de la corrupción y la sinvergüenzura su modo normal de actuar en la vida económica, social y política, por ello, NO DA LO MISMO POR QUIEN VOTAR.

[1] La investigación del Senado norteamericano acreditó que el Banco sabía perfectamente que se trataba de dineros del dictador chileno y sin embargo autorizó los depósitos y no avisó a las autoridades chilenas ni norteamericana,  El escándalo que esto significó así como otros relativos a lavado de dineros provenientes de Arabia Saudita y Guinea Ecuatorial llevaron al cierre definitivo del banco el año 2005-

[2] Uno de los primeros textos que expuso tanto la corrupción en materia de drogas como de armas durante la dictadura fue el texto “La Delgada Línea Blanca. Narcoterrorismo en Chile y Argentina”. Ediciones B, Juan Gaspari y Rodrigo de Castro, Buenos Aires, noviembre 2000.  expone los casos chilenos. Hoy hay mucha mayor información sobre lo mismo. El archivo de Ciper de “Papeles de la Dictadura”, registra 49 documentos sobre la materia. Ver Pinpoint - Papeles de la dictadura (google.com)

[3] Idem

[4] Hoy hay múltiple información sobre el tema. Organizaciones como Nos Buscamos han surgido para ayudar a las víctimas a reunirse con sus familias biológicas. El libro “Nos Buscamos: Una historia sobre adopción y tráfico de niños en Chile”, de Constanza del Río, Edit. Planeta,

Nos Buscamos: Una historia sobre adopción y tráfico de niños en Chile, de editorial Planeta, escrito por Constanza del Río. “… se entregan detalles de la venta de niños en el Chile de los años 70’s y 80’s. “Calculamos que son 50 mil los niños fueron robados de sus madres en el país. Aquí hay gente que se asoció para vender guaguas”, relata la autora en entrevista con Un día perfecto”. Nos buscamos, libro testimonial sobre el tráfico infantil en Chile – Nos Buscamos

[5] Este tipo de robo comenzó con el saqueo de la residencia de Salvador Allende, de donde desaparecieron decenas de obras de arte de autores chilenos y extranjeros, para luego continuar luego con el saqueo de La Moneda. Durante el período que duró la dictadura se reportan robos en bibliotecas, archivos y museos públicos como en colecciones privadas. Sólo el inventario del Archivo Nacional realizado al inicio del retorno a la democracia da cuenta del robo de más de 300 volúmenes de documentos originales desaparecidos.

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