Paula Escobar – 7 Noviembre 2024 – La tercera
“Logramos rechazar el financiamiento de los SLEP para detener su implementación”, celebró este jueves el diputado del P. Republicano Cristián Araya. Cuarenta y ocho Servicios Locales de Educación -los órganos que administran los establecimientos educacionales tras la desmunicipalización- quedaron sin plata. Se trata de los actuales SLEP y los que se debían implementar en 2025. La palabra final la tendrá el Senado la próxima semana, donde se espera un debate y una solución de otra altura.
Porque lo sucedido en la Cámara es un ejemplo más de la política del espectáculo, de la revancha y del cortoplacismo. Una cosa es estar en desacuerdo con ciertas políticas públicas, legítimo. Otra es emplear la Ley de Presupuesto para darlas de baja; por las buenas o por las malas. Peor aún es ufanarse de haberle pasado “máquina” al adversario político.
Hagamos historia: la Ley N° 21.040, que creó el nuevo Sistema de Educación Pública, se aprobó con amplio apoyo en 2017, en el segundo mandato de la Presidenta Bachelet. Previamente, varias comisiones, a lo largo de una década, revelaron un alto consenso en que había que sacar a las escuelas públicas de la administración de los municipios, pues esto era fuente de desigualdades. La calidad de la escuela dependía, por un lado, de cuántos recursos tenía el municipio, así como en la calidad de su administración (en esto también hay amplia varianza: recordemos los peluches de Cathy Barriga). Fue un diagnóstico ampliamente compartido que la calidad de la educación pública no podía depender de aquello, y la ley se aprobó con amplia votación.
Es cierto que su implementación -desde 2018- ha sido cuesta arriba. Por la pandemia, porque atraviesa gobiernos de distinto signo y -hay que decirlo- por déficits de diseño e implementación. Muchos de estos errores han estado a la vista: lo sucedido en el SLEP Atacama para partir. Los ratones, los vidrios rotos, la falta de clases, la dejadez para solucionar cosas básicas. Pero escandaloso como es lo de Atacama, no todos los SLEP funcionan así; de hecho, hay buenos resultados pedagógicos en los otros.
Pero la solución no es botar esta ley a la basura. La gran mayoría de los expertos -transversales políticamente- dicen que no hay que hacer una contrarreforma. No se puede ir de megarreforma en megarreforma, partiendo de cero con cada gobierno, sin continuidades. Lo que corresponde no es, entonces, “remunicipalizar”. Menos -como se vanagloriaba el diputado del P. Republicano- desfinanciar los SLEP para hacer jaque mate.
Lo que se requiere son reformas y ajustes, consensuados y serios, pensando en el corto, mediano y largo plazo. El reformismo gradual, que tan lejos llevó a Chile antes, y que las encuestas indican que ha vuelto a ser valorado por la ciudadanía, implica eso: no pasar la aplanadora, sino buscar consensos educacionales y políticos, y hacer los cambios requeridos.
En ese sentido, el informe sobre este tema, lanzado por el CEP esta semana, es un gran insumo. Realizado por personas expertas de alta reputación y de diverso signo político, propone tres áreas fundamentales para mejorar el Sistema de Educación Pública. Primero, se propone el desarrollo del talento y la mejora en la gobernanza educativa, enfatizando la necesidad de fortalecer la capacidad y liderazgo en todos los niveles del sistema educativo. En segundo lugar, se busca introducir flexibilidad y adaptabilidad en la gestión institucional, con el objetivo de hacer el sistema más ágil y eficiente. Finalmente, se plantean medidas para facilitar la gestión, mejora continua y transparencia.
Es un informe robusto, sensato, lograble. Hay allí, en la forma y en el fondo, una ruta valiosa. Y un espíritu que da esperanza de que se puede avanzar en Chile, que puede haber respeto y colaboración entre personas que piensan distinto políticamente, pero que buscan lo mejor para Chile.
Claro, hace más ruido lo estruendoso, lo viralizable, el pasar la motosierra sobre el adversario político: “desfinanciar” y celebrar. Pero después de esa vendetta, no queda nada. Y las personas ven que en ese revanchismo está la causa de la parálisis de Chile para proveer soluciones a la ciudadanía. Saben que esa energía negativa y corrosiva -como es “celebrar” que se dejó sin fondos a la educación pública- no mejorará su vida.
Lo único que podrá hacerlo es que haya personas -de lado y lado- que decidan salir de la lógica del juego de suma cero y conversen, acuerden, decidan e implementen. Con sobriedad, con serenidad y con criterio de largo plazo. Es de esperar que cuando se zanje el financiamiento para los SLEP en el Senado, la próxima semana, prime ese espíritu de colaboración, de seriedad, de búsqueda soluciones y acuerdos por el bien del país, tan bien reflejado en el trabajo de estos expertos en el informe CEP.
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