por Antonio Ramírez – Para UTE-NOTICIAS - 18–11-2024
Un regalo griego es un regalo que parece beneficioso, pero en realidad perjudica al destinatario. El origen de la expresión proviene de la historia del caballo de Troya: Luego del asedio de Troya, los griegos fingieron retirarse dejando en el campo un gigantesco caballo de madera. Los troyanos, jubilosos de su triunfo, ingresaron el trofeo a la fortificada ciudad. Tarde por la noche, cuando todos dormían después de la bacanal celebración de la victoria, desde el interior del trofeo descendió un grupo de soldados de élite, que abrieron las puertas de la ciudad y aniquilaron a sus habitantes.
El término también se usa en el ajedrez, donde un “presente griego” es una jugada que consiste en sacrificar un alfil para permitir la entrada de otras piezas y dar mate al rey.
Ayer domingo, 17 de noviembre, el presidente de los Estados Unidos por primera vez desde el inicio de la operación especial rusa en Ucrania habría autorizado el uso de misiles de largo alcance, suministrados por Estados Unidos, para atacar dentro de Rusia
La decisión de permitir que Kiev utilice el Sistema de Misiles Tácticos del Ejército, conocido con el acrónimo de ATACMs, se produjo bajo el pretexto de impedir el despliegue de soldados norcoreanos a lo largo de la frontera norte de Ucrania, que Rusia habría implementado con el objetivo de intentar recuperar territorio tomado por las fuerzas ucranianas.
Esta decisión se contrapone a lo informado por la prensa norteamericana (Washington Post), de acuerdo a la cual “Trump conversó con Putin dos días después de su triunfo en las pasadas elecciones del 5 de noviembre y le pidió que no escalara el conflicto con Ucrania”. [1] Cabe recordar que esta información fue desmentida por las propias autoridades de Kremlin[2], quienes acusaron el “nerviosismo” que sacudió a determinados círculos norteamericanos luego del triunfo del republicano, que prometiera “trabajar muy duro” para resolver el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Distintas fuentes de prensa destacan que el alcance de los misiles tácticos es de unos 306 km, con cobertura suficiente para alcanzar las tropas rusas y norcoreanas en la región de Kursk. Esta decisión del Gobierno norteamericano supone un drástico cambio en la política exterior norteamericana.
Posterior a que se conociera esta información, el diario francés “Le Figaro” informó que también Francia e Inglaterra también habrían autorizado a Ucrania a utilizar los misiles de largo alcance que ya les habían sido suministrados SCALP/Storm Shadow para realizar ataques al interior del territorio de Rusia.
Rusia por su parte ha indicado que no tiene interés en una escalada regresiva de sus relaciones con los Estados Unidos y, por este motivo, no apurará su respuesta a estas informaciones, con el objeto de dar al presidente electo, Donald Trump, la posibilidad de anular esta decisión.
Como sindica la prensa rusa[3], la decisión de Biden pretende mostrar que su apoyo se mantiene en un momento en que las fuerzas armadas ucranianas están retrocediendo en casi todo el frente y tienen problemas para reclutar nuevos reclutas. Además, una parte importante de las instalaciones energéticas del país han quedado fuera de servicio. Kiev necesita buenas noticias y muestras de apoyo, que son las que están brindando EEUU y sus aliados.
Por otro lado, también se destaca que Rusia ha manifestado su disposición para, en el caso que se rompan los frágiles equilibrios actuales y la decisión norteamericana se ratifica oficialmente, implementar una respuesta contundente a EE.UU. Entre las alternativas mencionadas por la prensa occidental destacan el suministro de armas a los Huties, un movimiento chiita que hoy controla cerca del 30% de Yemen, país importante por la posición que ocupa en el estrecho de Bab al Mandab, que vincula el mar Rojo con el Golfo de Adén, a través del que pasa gran parte de los barcos petroleros del mundo; así como crear problemas a las tropas estadounidenses en Siria. Esta pareciera ser la verdadera línea roja que podría estar poniéndose en riesgo.
Con esta decisión, los sectores guerreristas norteamericanos, representados por Biden, habrían buscado matar tres pájaros de un tiro: demostrarían que al actual gobierno conservador aún le queda algo de poder; “pondrían en negritas” la política exterior de su presidencia (especialmente ahora que los demócratas se encuentran totalmente asediados por las críticas luego de haber perdido las elecciones frente Trump). Finalmente, habrían logrado poner una artera trampa a Donald Trump: si al asumir la presidencia, a fines de enero de 2025, el nuevo gobierno revoca los permisos concedidos para el uso de misiles tácticos, quedaría expuesto ante la opinión pública como un “debilucho temeroso” de Putin.
Desde el punto de vista de posibles amenazas para Rusia, el uso de los misiles tácticos norteamericanos en su versión más moderna puede permitir alcanzar una distancia ligeramente superior a los 300 km, lo que crea una amenaza para los puestos de mando, aeródromos, lugares de despliegue de personal y hospitales donde se encuentran militares rusos heridos.
Esto ciertamente obligará a Rusia a reforzar las medidas de protección, especialmente sistemas de defensa aérea; evitar las grandes concentraciones de tropas y movimientos en grandes columnas. En Rusia tienen claro que con esta autorización ahora se haría necesario mantener atención sobre los misiles de crucero, capaces de alcanzar distancias aún mayores. Este es otro paso hacia una agudización del conflicto, lo que no cambiará el resultado, pero creará grandes problemas. El ejemplo de Crimea y los nuevos territorios de Rusia constituyen prueba de ello: los ataques provocaron dificultades toda vez que algunos proyectiles a veces alcanzaban sus objetivos, pero posteriormente creció el número de misiles derribados y el enemigo se vio privado de todo beneficio práctico.
Por ahora, solo cabe esperar la confirmación oficial de la Casa Blanca, que hasta el momento en que se escriben estas líneas aún guarda silencio. De no ocurrir aquello, se confirmarían los supuestos de que se está poniendo a prueba la reacción de Rusia, especialmente después de que Vladímir Putin afirmara que esto se consideraría una participación directa de la OTAN en el conflicto.
El lunes 18 se inicia en Brasil una nueva Cumbre del G-20, organismo que cuenta con la membresía de tres países latinoamericanos: Argentina, Brasil y México. Chile ha sido convocado a participar en calidad de invitado. Esta es una inmejorable oportunidad para que Chile se manifieste en contra de las guerras, comerciales y militares, en contra de las políticas de restricción al comercio mundial, así como en contra de la proliferación de armamentos y conflictos nucleares. ¿Tendrá el Presidente chileno suficiente aplomo para manifestarse con las fuerzas de la paz, en contra de las guerras, la intervención extranjera, y el armamentismo nuclear?.
[1] Ex-Ante, 17 de noviembre 2024, https://www.ex-ante.cl/biden-permite-a-ucrania-por-primera-vez-atacar-a-rusia-con-misiles-de-largo-alcance-de-ee-uu/
El Mercurio, 11 de noviembre de 2024, https://www.emol.com/noticias/Internacional/2024/11/11/1148121/rusia-desmiente-conversacion-putin-trump.html
[3] Naúmov, Alexey, VneshPol (Política Exterior), Telegram
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