Gustavo Espinoza M. Periodista. Lima. 11/2024.
Marco Rubio, como Secretario de Estado; Tom Horman, en Migraciones; Peter Hegseth en Finanzas; y John Ractifle en la CIA constituyen la versión yanqui de “la banda de los 4” que buscarán hacer de las suyas desde las altas esferas del Poder en los próximos 4 años. Sus antecedentes siniestros, los hacen temibles en cada una de las áreas que han de abordar.
Una rápida mirada a la política norteamericana nos permite asegurar que estamos otra vez ante lo que puede llamarse “la hora de los halcones”; es decir, el momento en el que la crisis en ese país se agrava de tal modo que asoman para hacerle frente las propuestas -y los hombres- más radicales y extremistas. Donald Trump y su discurso confirman esa idea. A Donald Trump se le conoce.
Sin duda, no ha cambiado. Lo que ha cambiado hoy, ha sido el escenario político internacional y la situación que se vive en los Estados Unidos, un país agobiado por la crisis, la violencia, y otros problemas colaterales. Hoy el norteamericano medio se siente inseguro porque se da cuenta que el piso se le mueve, y porque no ve camino de salida en el marco de los retos que tiene por delante.
¿Cuáles son los grandes problemas que corroen la estructura de dominación norteamericana en la coyuntura?
En el plano de la economía, y derivada de ella, se puede ubicar la caída de la producción interna. En los últimos años las grandes empresas han migrado. Optaron por producir más allá de las fronteras de Estados Unidos, en busca de mano de obra barata. Pero eso ha tenido repercusiones peligrosas en el interior del país: ha caído el empleo, se han perdido puestos de trabajo y se ha debilitado la capacidad de consumo de la población. Ha crecido la pobreza y sus expresiones se han tornado más patentes.
La migración se ha convertido en una fuente de conflicto social agudo. La población africana y latinoamericana, ha crecido en forma sustancial. Aunque los migrantes por lo general desempeñan funciones y tareas que no son cubiertas por los norteamericanos, de todos modos, suelen invadir mercados habitualmente “cerrados”.
Y esto afecta el empleo de los propios estadounidenses, generando zozobra e inquietud. Unidos a estos, están otros problemas: la vivienda, que resulta cada vez más escasa y costosa; y la salud, ciertamente carísima. Quien no tiene Seguro que lo ampare simplemente no puede darse el lujo de enfermarse.
Hoy en Estados Unidos se registra una cifra impresionista: 60 millones de pobres, lo que implica virtualmente casi el doble de toda la población peruana, que vive en condiciones de abandono social. Muchos de ellos duermen en vehículos dejados al abandono en la vía pública, o en carpas levantadas en las veredas de algunas avenidas.
Y esto ocurre incluso en Hollywood, antes centro indiscutido de bonanza y riqueza. Surgen así elevados signos de pobreza, y aún de pobreza extrema en una sociedad tradicionalmente boyante. En ella, entonces, el descontento galopa y se aprecia incluso a flor de piel. Hoy, en Estados Unidos, la miseria no es privativa de negros o migrantes.
En este contexto, que resulta relativamente nuevo para los norteamericanos, Estados Unidos afronta retos derivados de su política imperial. Gasta sumas fabulosas en guerras. Financia operaciones militares de gobiernos cuestionados, como Ucrania a Israel. Mantiene más de 900 bases en el exterior, y tiene alrededor de 200 mil sodados dispersos en numerosos países.
Alienta conflictos en distintas regiones y aunque produce ingente cantidad de armas que comercializa, la economía de guerra que de ese oficio deriva, no le permite encarar las precariedades financieras internas. Como ocurrió en el pasado, hoy la economía de guerra es un paliativo, pero no una cura para profundas heridas sociales.
En este cuadro de crisis y descomposición, asoman los halcones. Pregonan la “mano dura” y ofrecen “ajustes” por doquier. Proponen “sacrificios” -que no los harán ellos- y normas de “austeridad” que impondrán a los americanos de clase media para abajo. Si para “adentro” mostrarán esa política, para afuera enseñarán los dientes. No serán sólo halcones, sino también hienas.
Marco Rubio, como Secretario de Estado; Tom Horman, en Migraciones; Peter Hegseth en Finanzas; y John Ractifle en la CIA constituyen la versión yanqui de “la banda de los 4” que buscarán hacer de las suyas desde las altas esferas del Poder en los próximos 4 años. Sus antecedentes siniestros, los hacen temibles en cada una de las áreas que han de abordar.
¿Y cuáles serán sus orientaciones principales en materia de política exterior?
En Estados Unidos se dice que Los Republicanos no hacen las guerras. Las hacen los Demócratas. Los Republicanos conciertan la paz. Y esa afirmación que se basa en políticas del pasado, puede expresarse hoy aunque de manera peculiar.
Es posible que la Casa Blanca deje a Zelensky colgado de la bocha y le retire la escalera. Y es posible también que el Neo Nazi ucraniano, lo sepa. Por eso habló ya de “paz” como “su propuesta para el 2025.” Eso podrá desactivar el discurso bélico de la Unión Europea, pero no alejará el peligro de una guerra nuclear.
Por lo pronto, y previendo lo que vendrá, Biden ajusta las tuercas y la OTAN da carta blanca a Kiev para tensar la guerra hasta el filo, con la esperanza de bloquear el retroceso. Y es que la ofensiva principal de Trump se centrará en el Medio Oriente y en América Latina.
El odio a Irán y al pueblo Palestino, llevará a Washington a cerrar filas en torno a Israel; pero sus dardos apuntarán peligrosamente contra Cuba, Venezuela y Nicaragua en nuestro continente.
Los halcones sienten que ha llegado su hora. Los pueblos, deben prepararse.
LAS OPINIONES VERTIDAS EN ESTE ARTICULO, SON DE EXCLUSIVA RESPONSABILIDAD DEL AUTOR.