By Ricardo Candia 21 marzo, 2025 – El Clarín de Chile
Los medios de comunicación estallan ante el caso de la profesora agredida por un estudiante. Los agentes del temor y la creación de estados de inseguridad se dispusieron de inmediato a crucificar al autor del hecho, poniendo el foco en lo delictual del acto, la gravedad de las heridas, la indefensión de los profesores y el estado de descalabro de la seguridad ciudadana. Se olvidaron o no tomaron conciencia o simplemente no supieron que el agresor es un niño autista. O les dio lo mismo. Y obviaron las condicionantes emocionales y de franco estímulo negativo que la profesora generó para inducir en ese niño una reacción normal en esos casos.
¿Quién responde? ¿Quién da la cara? ¿Por qué pasó lo que pasó?
Tanto respecto del niño TEA que fue llevado a una situación límite, como de la profesora que fue agredida por él, ¿no tiene la autoridad una respuesta que haya previsto estos escenarios que no son únicos ni nuevos ni finales?
¿No hay legislación al respecto? ¿A qué se dedica el Ministerio de Educación y el ministro? ¿Se conoce en el Estado lo que es un niño que cruza su vida en una condición TEA?
Veamos lo que hay.
La llamada Ley TEA es de marzo del 2023 y en ellas de despliegan un sinnúmero de buenos deseos y definiciones pero que, en la práctica, al no haber un reglamento que regule su aplicación ni un presupuesto que lo cubra, se vuelven letra muerta.
¿Qué puede esperar un niño que ingresa a un establecimiento educacional y que tiene una condición TEA?
Tener la suerte de que en ese establecimiento haya personal sensible al tema y que se ocupe de mutuo proprio de establecer una política de atención y contención de esos niños y que los profesores desplieguen sus iniciativas sin ningún apoyo del Estado.
O no. Y que se generen hechos como el que comentamos
Existe una circular emitida por la Superintendencia de Educación que insta al Ministerio de Educación, dirigido por el compañero Nicolás Cataldo, para que se oriente a las comunidades educativas sobre las desregulaciones emocionales y conductuales de esos estudiantes. Nada existe aún. Tampoco respecto de la figura del tutor sombra -ejercido en su mayoría por madres- que no está definido en la ley, pero cuyo efecto según los especialistas es deseable y necesario. Ambos temas es necesario que sean abordados y se instruya a los establecimiento educacionales y profesores y a la comunidad escolar a involucrarse en el tema.
¿Por qué no se ha aplicado la ley TEA? ¿Por qué las cortes judiciales están más avanzadas que la autoridad política en concluir las necesidades de ese sector de niños?
¿Por qué no se prepara a la comunidad escolar: directivos, técnicos, profesores, asistentes, padres, apoderados y estudiantes en esta área tan humanamente necesaria y a la que le han sacado tanto inmoral partido?
Porque cuesta dinero.
Porque los niños se consideran un costo que se evalúa en pesos y cumplimientos presupuestarios. Porque reditúa más enviar tropas al territorio mapuche, comprar carros blindados para las policías y llenarse de asesores que no sirven para nada. Así de dramático y brutal.
El Ministro de Educación y la Subsecretaria, sin ir más lejos, cuenta con 60 asesores, leyó bien, de los que nadie sabe qué hacen.
Pero jamás ha habido gestión algún por parte del Estado para la regulación de estos relevantes, humanos, liminales y dramáticos temas. Es altísimo el número de casos que cualquiera de nosotros conoce de niños con diagnostico TEA que no reciben ningún tipo de atención cercana y acogedora que no sea de su familia. Y sobrecoge el alma ver esos sufrimientos, esos abandonos.
Es increíble que no haya estudios serios y de amplia cobertura que informen acerca de la cantidad de personas TEA en el país. Con suerte, estudios muy acotados y aislados unos de otros que entregan cifras que se van contradiciendo en la medida que se descubren. En general, se hace referencia a estudios hechos en Europa y USA para extrapolarlos a la realidad nacional, lo que es un ejercicio del todo dudoso. Simplemente a esta altura de la Inteligencia Artificial y de la Tontera Natural, no sabemos cuántos de nuestros niños, al menos, son personas en condición TEA.
¿Será que el compañero Cataldo va a su trabajo solo a tomar mate?
Los niños y sus familias requieren que aquello que está escrito en una ley inútil sirva para contener la alta tasa de conflictividad y sufrimiento que trae implícito tener un niño desregulado y sin la necesaria contención técnica y emocional en las escuelas y en los hogares.
Esas personas, niños TEA, madres, padres, abuelos, tíos, guardadores, están en la indefensión más próxima al abandono de un Estado fallido que del espíritu que animó una ley que no vale la tinta en la que está impresa, pero que se enarbola como un éxito del gobierno cuando necesita decir que hizo algo.
Seis meses después de haberse promulgado la Ley TEA, se informó que la empresa Lockheed Martin modernizará los aviones F 16 de la Fuera Aérea por un monto de 177.048.070 dólares, leyó bien. Esos aviones se compraron usados el año el año 2005.
Ricardo Candia Cares
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