By Simón del Valle 27 agosto, 2025 – El Clarin Chile
La campaña presidencial de José Antonio Kast enfrenta una oleada de cuestionamientos que lo sitúa en el centro de la polémica. No solo desde la oposición, sino también desde sectores de la propia derecha, su programa económico se revela como un conjunto de promesas imprudentes y, en muchos casos, derechamente inviables.
El punto más álgido surgió con su propuesta denominada “Chao préstamo al Estado”, que apunta a eliminar el mecanismo de financiamiento introducido en la reforma previsional. Según Kast, ese dinero debería canalizarse hacia inversiones financieras “en condiciones de mercado”. El ministro de Hacienda, Nicolás Grau, salió al paso de inmediato: “Esa propuesta, en la práctica, no mejorará las pensiones de las personas que hoy son jubiladas”.
Grau advirtió en Cooperativa que la idea republicana carece de sustento. “Uno no puede decir ‘vamos a eliminar una fuente de financiamiento de algo tan importante’ y después agregar que se buscarán otras alternativas, sin especificar cuáles. La pregunta que tiene que responder Kast es de dónde va a reemplazar eso o cómo va a lograr acuerdos”, subrayó el ministro. Su observación no es trivial: el candidato republicano no tiene un historial de consensos ni de construcción de mayorías, sino más bien de confrontación.
La ilusión de recaudar bajando impuestos
Pero no es solo el tema previsional lo que enciende las alarmas. Kast insiste en que puede aumentar la recaudación tributaria bajando los impuestos a las grandes corporaciones, una promesa que suena a consigna ideológica más que a política pública seria.
El economista Claudio Agostini fue categórico: “Sostener que se pueden bajar los impuestos y recaudar lo mismo vía mayor crecimiento es mentira. Eso no pasa, no ha pasado y no va a pasar”. O como dijo el diputado Andrés Giordano, esto es «Es terraplanismo económico».
La crítica refleja el absurdo de la propuesta. La teoría del “chorreo” o la fe en un crecimiento automático que compense menores tributos ha fracasado una y otra vez en la región. Hoy, cuando Chile necesita fortalecer sus ingresos para financiar salud, educación y pensiones dignas, Kast apuesta por regalar recursos fiscales a los más ricos y cubrir ese agujero con un optimismo sin fundamento.
Críticas desde todos los frentes
El impacto de estas propuestas no pasó inadvertido ni siquiera en sectores habitualmente cercanos a Kast. El exministro de Hacienda y hoy asesor de Evelyn Matthei, Ignacio Briones, calificó el plan de recorte fiscal como “vender humo”. Y parlamentarios desde el Partido Comunista hasta Renovación Nacional han coincidido en rechazar el ingreso de Bernardo Fontaine —rostro del movimiento “Con mi plata no”— al comando republicano, interpretando su incorporación como una señal de que la defensa de las AFP será la prioridad programática.
El diputado Andrés Giordano fue aún más gráfico: “Esto es terraplanismo económico”. El concepto calza no solo con la retórica sobre impuestos, sino con la idea de que basta con voluntarismo y consignas para resolver los problemas estructurales del país.
Imprudencia y falta de equipo
El hecho de que el propio ministro de Hacienda tenga que salir a advertir públicamente sobre las consecuencias de las propuestas de Kast es una señal política de primer orden. Refleja que, más allá de la contienda electoral, lo que se discute es la seriedad con la que se plantea el futuro económico del país.
La imprudencia del candidato republicano queda al desnudo cuando se observa su equipo programático: no hay ningún economista de relevancia que pueda defender técnicamente sus ideas. Las críticas provienen de todos los sectores, y sin embargo Kast responde con más consignas y con la incorporación de figuras como Fontaine, símbolo de la defensa irrestricta de las AFP.
El espejo roto del “cambio”
En definitiva, lo que queda claro es que el programa de Kast no es un proyecto económico serio, sino un compendio de deseos y dogmas que privilegia a los grandes grupos empresariales por sobre la ciudadanía. La idea de que la recaudación aumentará por arte de magia con rebajas tributarias es, en el mejor de los casos, un espejismo; en el peor, una maniobra para consolidar privilegios.
En un país que exige certezas, Kast ofrece incertidumbre. En un momento en que la política necesita responsabilidad, su programa exhibe imprudencia. Y en un escenario donde los trabajadores y jubilados demandan seguridad social, lo que se ofrece es más desprotección.
Ese es el “cambio” de Kast: una promesa hueca que no resiste ni la crítica técnica ni la prueba de realidad.
Simón del Valle
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