EL DESAFÍO HISTÓRICO DE UNA CANDIDATURA PRESIDENCIAL COMUNISTA

Por Alvaro Ramis  - Crónica Digital 22 octubre, 2025

“No todo lo que se enfrenta puede ser cambiado, pero nada puede ser cambiado hasta que se enfrenta”. - James Baldwin

La historia del anticomunismo en Chile no es una nota al pie de página ni una herencia remota. Es una corriente subterránea que ha modelado el paisaje político nacional durante más de un siglo. Desde las primeras masacres obreras hasta los resabios institucionales de la dictadura, el anticomunismo ha funcionado como un lenguaje de exclusión, un dispositivo de control y una pedagogía del miedo. Su eficacia radica en su capacidad de mutar: de discurso religioso a doctrina de seguridad nacional, de cruzada moral a diseño constitucional.

No fueron solo ideas las que se enfrentaron, sino cuerpos y biografías perseguidas. Bajo la Ley Maldita, miles de trabajadores fueron borrados de los registros públicos, exiliados o despedidos. Durante la dictadura, el anticomunismo se tradujo en tortura, desaparición y muerte. Y en la transición, se transformó en ingeniería institucional: un sistema electoral diseñado para impedir que el comunismo volviera a tener voz en el Congreso, aunque contara con votos. Así, el anticomunismo en Chile no fue una simple opinión política, sino una matriz de poder.

Esa matriz aún resuena. Cada vez que un liderazgo popular es tildado de “radical”, “ideológico” o “peligroso para la estabilidad”, la historia nos recuerda que detrás de esas palabras late una larga tradición de temor a la igualdad. El discurso anticomunista ha sobrevivido a la Guerra Fría porque cumple una función esencial: proteger el privilegio bajo la apariencia de defender la democracia.

Hoy, ante candidaturas como la de Jeannette Jara, esa historia vuelve a interpelarnos. Su sola posibilidad despierta viejos reflejos: el miedo a la transformación profunda, la caricatura de la “agenda ideológica”, la apelación a la moderación como virtud política. Pero es precisamente ahí donde reside su valor histórico. Una candidatura comunista en el Chile actual no representa una amenaza, sino una oportunidad para enfrentar y superar las resistencias que nos mantienen atrapados en un modelo político heredado del autoritarismo.

La presencia de Jeannette Jara encarna el cierre de un ciclo: el tránsito desde la exclusión política y simbólica hacia el derecho a disputar democráticamente el sentido del país. No se trata de borrar las diferencias, sino de reconocer que, sin la voz de quienes fueron silenciados, la democracia chilena sigue siendo incompleta.

Por eso, más que un desafío personal, su candidatura representa una encrucijada colectiva. O persistimos en la comodidad del miedo —que justifica desigualdades en nombre del orden— o asumimos que la madurez democrática consiste en convivir con el conflicto, no en suprimirlo.

En definitiva, la historia crítica del anticomunismo en Chile no debe leerse solo como un relato de persecución, sino también como un llamado a la reparación. Como bien señalaba James Baldwin, no todo lo que enfrentamos puede ser cambiado, pero el cambio solo llega cuando nos atrevemos a mirar de frente aquello que nos divide. La candidatura de Jeannette Jara representa ese desafío histórico: enfrentar las viejas resistencias que aún subsisten, con la convicción de que es posible construir una democracia sin enemigos internos, donde la igualdad deje de ser una amenaza y se convierta, por fin, en un horizonte compartido.

Álvaro Ramis es Rector de la Universidad de Humanismo Cristiano de Chile.

Santiago de Chile, 22 de octubre 2025 - Crónica Digital


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