Crónica Digital 3 noviembre, 2025 - Álvaro Ramis
El fenómeno político más llamativo de esta elección presidencial chilena es que la primera vuelta se ha convertido, de hecho, en una gran primaria del bloque de derecha. No sólo participan directamente José Antonio Kast, Johannes Kaiser y Evelyn Matthei, sino que también todo el mundo político y mediático que orbita en torno a ese espectro ideológico está mirando ese proceso como el verdadero momento decisivo. Lo que ocurra allí definirá la forma en que la derecha enfrentará la segunda vuelta, más que cualquier confrontación con las candidaturas del oficialismo o del centro.
Hasta hace pocas semanas, todo parecía indicar que Kast tenía el camino despejado. Las encuestas lo mostraban como un favorito indiscutido, heredero natural del electorado más disciplinado del sector. Sin embargo, en las últimas mediciones —incluida la de Data Influye, que le otorga seis puntos menos que el mes anterior— se observa un declive sostenido. Paralelamente, Kaiser ha logrado crecer, sobre todo en segmentos jóvenes y masculinos, y Matthei ha mostrado una leve recuperación, aunque todavía sin capacidad de disputar el liderazgo.
Por supuesto, las encuestas en Chile no deben tomarse como oráculos. Están condicionadas por intereses financieros y por los sesgos ideológicos de quienes las financian. Pero sí permiten percibir tendencias: y una de ellas es que Kast ha comenzado a resentir el peso de ser puntero en su sector. Ha optado por una estrategia de silencio y ambigüedad, replegándose sobre su discurso clásico de seguridad pública y evitando definiciones en temas económicos, donde sus posiciones fluctúan entre el ajuste radical tipo “motosierra” y las demandas de inversión sectorial que provienen de su propio electorado empresarial. Esa contradicción le pasa factura.
Lo que está en juego, entonces, no es sólo quién pasa a segunda vuelta, sino cómo se reconfigura la hegemonía dentro de la derecha. Una disputa que enfrenta tres estilos y tres proyectos: el ultraliberalismo confrontacional de Kast, el populismo mediático y provocador de Kaiser, y el conservadurismo institucional de Matthei. Ninguno puede ceder terreno sin debilitar el conjunto.
En este contexto de polarización interna, la derecha tendrá un desafío mayor: recomponer su unidad en un tiempo récord. En apenas un mes, el vencedor de esta “primaria encubierta” deberá restañar las heridas que deje el enfrentamiento con sus pares, si pretende llegar competitivo a la segunda vuelta. Porque, más allá del resultado, lo que ocurra en esta primera etapa definirá el tono, el relato y la identidad de la derecha chilena en los próximos años.
La segunda parte de esta columna abordará cómo ese reacomodo interno impacta en la relación con el centro político y el bloque empresarial, que observa la contienda con cautela, pero también con creciente inquietud.`
Álvaro Ramis es rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
Santiago de Chile, 3 de noviembre2205 – Crónica Digital
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