Crónica Digital 4 noviembre, 2025 - Por Álvaro Ramis
La derecha chilena navega en aguas contradictorias. Mientras en la superficie proyecta una imagen triunfalista, bajo la piel se libra una batalla feroz, donde las ambiciones personales y los proyectos políticos chocan con la urgencia de un empresariado que ya no sabe en quién confiar.
La primera vuelta presidencial se ha transformado, sin planificación previa, en la primaria no declarada de la oposición. Un experimento de alta tensión donde los votos no solo eligen candidatos, sino que delinean el futuro de un sector que empieza a mirarse con desconfianza.
La sombra de Kaiser
En los últimos días, el equipo de Evelyn Matthei y Chile Vamos ha intentado capitalizar un fantasma: la posibilidad de que Johannes Kaiser llegue a segunda vuelta. El mensaje, cuidadosamente envuelto en estrategia mediática, es claro: dispersar el voto tiene un precio. Pero detrás de esa advertencia se esconde una confesión incómoda: si Kaiser se convierte en el abanderado opositor, las consecuencias podrían ser irreparables para los intereses del sector.
Un escenario con Kaiser enfrentando a Jeannette Jara dibujaría una paradoja peligrosa. Su retórica intransigente y su absoluta falta de experiencia en gestión abrirían un flanco que Jara podría llenar con el discurso de la estabilidad y la experiencia de gobierno. En ese cuadro, la radicalización se vuelve un boomerang.
El nerviosismo de los pasillos
La alarma ya traspasó los círculos políticos. Francisco Covarrubias, rector de la Universidad Adolfo Ibáñez —institución emblemática del pensamiento liberal—, lo dijo sin ambages: la eventual victoria de Kaiser “sería un drama para Chile”. La frase no es solo una opinión; es el síntoma de un malestar que recorre salas de directorio y reuniones gremiales.
El temor no es abstracto. Antiguos referentes del piñerismo, como Juan Sutil y Jaime Mañalich, han insinuado que José Antonio Kast debería dar un paso al costado en favor de Matthei. Un gesto que, aunque hoy parezca improbable, revela la profundidad de la crisis: la derecha teme ganar con el candidato equivocado.
Kast y Kaiser: dos caras de la misma moneda incierta
Aunque el tono los distancie, Kast y Kaiser comparten una matriz ideológica que promete orden, pero transmite alta incertidumbre. Sus programas, su retórica y sus alianzas convergen en un mismo punto: la radicalización como estrategia. Y es allí donde el empresariado —siempre pragmático— empieza a sudar frío.
En Matthei ven experiencia y mesura, pero desconfían de sus vaivenes: un día busca seducir al centro y al otro día avala insultos y provocaciones que la acercan peligrosamente a sus competidores. En Kast observan convicción, pero también un fervor ideológico que inquieta a los mercados. Y en Kaiser, simplemente, perciben un salto al vacío.
La grieta bajo la superficie
Mientras los titulares celebran una “ola opositora”, en los pasillos del poder económico se murmura otra historia: la de un sector que podría ganar la elección y perder la gobernabilidad.
La verdadera primaria de la derecha no se define solo en las urnas, sino en la capacidad de sus figuras para convencer a un empresariado que, aunque sonríe en público, ya diseña estrategias de contención. Porque si hay algo más peligroso que perder una elección, es ganarla con un proyecto que naufraga antes de empezar.
En ese tablero, Jeannette Jara observa. Si supera el 30% y enfrenta a un rival que no sea Kast, el relato de la estabilidad podría transformarse en una carta triunfadora. La derecha lo sabe, y por eso —más que celebrar— se prepara. Porque en esta elección no se define únicamente un gobierno, sino la fisonomía de la derecha que dominará el próximo ciclo político. Y persiste el miedo a que ese liderazgo, más que ordenar, empuje a Chile hacia su propia profecía del caos.
Visitar primer artículo: Por Álvaro Ramis: La primaria de la derecha chilena (Parte 1)
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