EL INCIDENTE DEL GOLFO DE TONKIN Y UCRANIA

Escribe Luis Casado – 10 de febrero 2022 – POLITIKA

“Mientras la crisis sanitaria -el dichoso coronavirus- sigue haciendo de las suyas, las multinacionales hacen su agosto, y los EEUU buscan provocar una guerra en territorio ajeno. El peligro de un conflicto bélico desastroso no desanima al país que ha perdido todas sus últimas guerras. Pero puede que el tiro salga por la culata...”

No. No tengo la menor intención de hablar del ‘Incidente del golfo de Tonkín’, sino para señalar uno de los numerosos ejemplos de la propaganda yanqui destinada a provocar guerras:

“Un informe hecho público en 2005 por la National Security Agency, indica que no hubo ningún ataque nord-vietnamita en esa fecha (04 de agosto de 1964). Funcionarios de la agencia le ocultaron a la administration Johnson el “error” de la NSA, y una resolución prevista hacía meses pudo ser presentada al Congreso para darle al presidente de los Estados Unidos plenos poderes militares para declararle la guerra a la República Democrática de Vietnam y comprometer resueltamente su país en la guerra de Vietnam.”

Cuando los EEUU quisieron apoderarse de Cuba en 1898, organizaron el célebre atentado terrorista en contra du su propio barco de guerra, el USS Maine, en el puerto de La Habana, culpando a España, para así sustituir un poder colonialista por otro.

Ejemplos sobran. Uno de los más recientes: el patético discurso de Colin Powell en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 05 de febrero de 2003, justificando la guerra de Iraq. Colin Powell mostró un frasquito en el que, supuestamente, había un arma de destrucción masiva desarrollada por Saddam Hussein. Raramente un alto responsable yanqui ha jugado un papel más lastimoso, idiota y mentiroso a la cara del mundo.

¿Sería redundante agregar las curiosas razones que esgrimieron los EEUU para invadir Afganistán el 07 de octubre del 2001?: vengar el atentado del 11 de septiembre contra las torres de Manhattan, organizado por Osama Ben Laden, ciudadano de Arabia Saudita, país aliado de los… EEUU. Así los EEUU iniciaron la guerra más larga en que han estado involucrados a lo largo de toda su historia, durante la cual siempre han estado en guerra, en otras palabras, durante más de dos siglos.

La desastrosa retirada de las tropas yanquis de Afganistán en agosto de 2021 no constituyó un disuasivo a las pretensiones de dominación planetaria de un imperio delicuescente. Ahora los EEUU desean reforzar su dominación mediante una guerra en Europa. Dominación sobre la Unión Europea, desde luego, pero también sobre Asia Central, los Balcanes, el Báltico, el Medio Oriente y el Pacífico sur, con el declarado objetivo de neutralizar a Rusia y contener a China.

Desde el fin de la II Guerra Mundial los EEUU garantizan la “seguridad” de sus aliados europeos. Todos los países de Europa confían en el amo planetario, y pagan el precio en pérdida de soberanía. Todos entraron, de buen grado o forzados, en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), estructura militar cuyo enemigo era la Unión Soviética. Desaparecida la URSS, la OTAN se busca un enemigo que justifique su existencia.

Actualmente la OTAN cuenta con 29 países miembros: Albania, Alemania, Bélgica, Bulgaria, Canadá, República Checa, Croacia, Dinamarca, Estados Unidos, Estonia, Eslovaquia, Eslovenia, España, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Montenegro, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumania y Turquía.

Los EEUU disponen de bases militares en numerosos de esos países que, juntos, constituyen el “patio este” del Imperio. En esas bases militares (Turquía, Grecia, España, Alemania, Italia, Bélgica, Reino Unido, Kosovo, Groenlandia, Islandia, Países Bajos, Portugal…) los EEUU han instalado tropas permanentes, armamento nuclear, centros de tortura, centros de entrenamiento para milicias paramilitares, pistas de aterrizaje, instalaciones de comunicaciones y espionaje electrónico, misiles de corto y mediano alcance capaces de portar armas nucleares, y un sinfín de otros equipamientos.

Ningún país europeo dispone del más mínimo derecho de control sobre esas instalaciones.

Normal: el que paga la música pide la melodía: los EEUU financian un 70% de la OTAN, lo que llevó a Donald Trump a exigir de sus “aliados” meterse la mano al bolsillo. O bien los EEUU se retirarían y Europa tendría que financiar su propia defensa. No hace falta decir que la Unión Europea no cuenta ni con fuerzas miliares propias, ni con diplomacia propia: la Unión Europea es, como suelen decir los analistas, un enano impotente. A tal punto que, en el marco de la ‘crisis en Ucrania’, los EEUU se reúnen con Rusia sin ninguna participación europea, para hablar de la… ¡seguridad en Europa!

¿De qué va el tema? Toda la prensa occidental habla de “tensiones entre Rusia y Ucrania”. De ese modo ocultan que la cuestión de fondo es la voluntad yanqui de reforzar su dominio militar sobre el planeta, pisoteando el derecho de continentes enteros, comenzando por Europa. Como queda dicho, las tensiones provienen de la voluntad yanqui de rodear militarmente a Rusia, y de “contener” a China.

El primer objetivo requiere integrar en la OTAN, –el ministerio de colonias europeas–, a todos los países fronterizos de Rusia. A fuerza de presiones diplomáticas, inversiones, créditos financieros, venta y/o donaciones de armamento, favores económicos, negocios oscuros, coimas y tráficos de influencias a los que no es ajeno el propio hijo de Joe Biden.

Situados a escasos minutos de Moscú y de los centros neurálgicos de Rusia, los misiles atómicos yanquis no dejarían ni siquiera el tiempo necesario para activar las defensas anti-misiles.

La confrontación no es pues ruso-ucraniana, sino estadounidense-rusa, y en ella los países europeos juegan el papel de simples peones o bien de soldaditos de plomo. Para los EEUU se trata de una guerra por Europa interpuesta. Su territorio –eso creen ellos– quedaría al margen de un conflicto bélico en el viejo continente.

Para “contener” a China, su rival económico, financiero, industrial, tecnológico, diplomático y militar más poderoso, los EEUU inventaron el ya famoso AUKUS, una alianza militar integrada por los EEUU, Australia y el Reino Unido. Se trata de generar una alternativa –no muy bien definida– a la gigantesca colaboración económico-financiero-tecnológico-industrial que encabezan China y Rusia entre Europa oriental y casi toda Asia.

La dominación estadounidense cruje, se resquebraja, conoce momentos de debilidad, genera dudas, se enfrenta a una realidad indesmentible: otras potencias comienzan a disputarle a los EEUU la primacía en los mercados globales.

Rusia decidió que su propia seguridad militar, financiera y económica exige ponerles fin a las maniobras estadounidenses en Europa. Para significar que no se trata de un discurso propio de Gorbachov, o de una borrachera a la Yeltsin, Vladimir Putin movilizó sus tropas dentro de su propio territorio, en las cercanías de la frontera con Ucrania. Viendo que EEUU persiste en su agresividad llevando tropas a Europa, situándolas en países cercanos a las fronteras rusas, el Estado Mayor ruso dispuso ejercicios militares junto a Bielorrusia, aportando tropas y equipamiento, así como ejercicios navales en el Atlántico, en el Mar Negro y en el Mediterráneo.

El enano impotente, la Unión Europea, no dispone de mecanismos ni militares ni diplomáticos para ejercer alguna influencia. Emmanuel Macron, presidente de Francia, y coincidentemente presidente de la UE (por turno), intenta jugar un papel de intermediario. Pero Macron no representa a nadie: su periodo presidencial se termina en abril, la Asamblea Nacional francesa no ha abordado esta cuestión, su calidad de presidente (por turno) de la UE no lo autoriza a negociar en nombre de la UE, Macron no representa a los EEUU y se ve obligado –antes de abrir la boca– de llamar a Joe Biden. Peor aún, desde que Francia se reintegró en la OTAN… debe aceptar la dominación estadounidense. Y el colmo: al día siguiente Macron fue desmentido por Rusia, Alemania y los EEUU.

Vladimir Putin es consciente de que donde manda capitán no manda marinero. El pulso es con los EEUU. De ahí que, si bien recibió a Macron en Moscú, al día siguiente ordenó situar sus poderosos aviones MiG-31 dotados de misiles hipersónicos Kinjal en Kaliningrado, es decir en el centro mismo de Europa nord-occidental, desde donde pueden alcanzar prácticamente todas las capitales de la UE.

Aprovechando su visita a Beijing en el marco de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno, Vladimir Putin firmó acuerdos con Xi Jinping para consolidar su unidad frete a las agresiones yanquis.

Ni China aceptará ser privada de su provincia de Taiwán, ni Rusia aceptará más extensiones de la OTAN cerca de sus fronteras.

Un ‘incidente’ como el de Tonkin no es de recibo: los EEUU no lograrán esquivar las consecuencias de sus actos: una eventual guerra no se limitará al territorio de países serviles.

Las “sanciones económicas” se vuelven contra quienes las aplican. Parte de la inflación que conoce “occidente” se debe a las sanciones que “occidente” le impuso a China y a Rusia. Y lo peor es que no disuaden a nadie.

Mientras tanto, el presidente de Ucrania niega que las tensiones entre Kiev y Moscú sean tan serias: no es estúpido. Sabe que en caso de conflicto su país será el primero en pagar las consecuencias de las agresiones del imperio.

Y Colin Powell ya no está ahí para ir a mostrar frasquitos llenos de mierda al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

GENTILEZA DE POLITIKA