Gustavo espinoza m. - 31/01/2022 - América Latina En Movimiento
No es patriotismo, ni amor al Perú, lo que mueve hoy a la reacción en contra de Pedro Castillo, por haber pensado en consultar al pueblo peruano sobre la posibilidad de facilitar una salida al mar a la vecina Bolivia.
Se suele decir “una tempestad en un vaso de agua”; pero como esta vez se trata del mar para Bolivia, y de la tempestad desatada luego de la entrevista que sostuviera Pedro Castillo con la CNN y en la que se abordara el tema. Bien se puede usar la licencia correspondiente y aludir al aquelarre que ha pretendido formar la “Prensa Grande”, presentando al Jefe del Estado como un “traidor a la Patria”, por haber siquiera pensando, en alguna ocasión -y hace seis años- en la posibilidad de preguntarle al pueblo peruano –vía de un referéndum- acerca de la posibilidad de facilitar un acceso al mar a nuestro vecino altiplánico. Es conocido el hecho que cuando la Fuerza Armada gobernaba, Morales Bermúdez ofreció a Bolivia una salida al Pacífico mediante un corredor bajo soberanía tripartida. Fue esa la primera oferta oficial que el Estado Peruano le hizo a la administración de La Paz para poner fin a una injusticia histórica, aquella que convirtiera en mediterráneos a los habitantes de Bolivia. No fue por cierto la única propuesta que se barajó en el siglo pasado. En 1992, y en medio de estrepitoso jolgorio de la reacción, Alberto Fujimori dio un paso más definido: otorgó a nuestro vecino un territorio de 2 kilómetros de extensión para que surgiera como por arte de Magia aquello que se llamó “Bolivia Mar”.
No se recuerda la más mínima critica a esa propuesta, que hubiese provenido de la “Prensa Grande” o de las cúpulas de los partidos reaccionarios. Como en todo lo que hizo “el chinito de la yuca”, también allí el aplauso fue sonoro en los predios de la Clase dominante.
Pero no fue aquella una circunstancia exclusiva. En el 2010 Alan García, y a año siguiente Ollanta Humala, otorgaron diversas concesiones comerciales y aun el uso de zonas portuarias mediante Protocolos Ampliatorios a un país gobernado ya en ese entonces por Evo Morales, esa suerte de Satanás Indio, según la mirada de nuestra sacrosanta aristocracia virreinal que hoy resuella.
Y claro que, al hacerlo, levanta otra vez el lema de “El Mar de Grau”, asegurando que no puede ser concedido “a cualquiera”. Ni siquiera repara que todos los días los barcos pesqueros norteamericanos que operan libremente en nuestras 200 millas se llevan hasta el Santo y la Limosna, sin que el recuerdo del héroe de Angamos, les perturbe el sueño. ¿Y algo les dicen las bases militares estadounidenses en nuestro suelo? No es Patriotismo, ni amor al Perú, lo que mueve hoy a la reacción a levantar esa banderilla en contra de Pedro Castillo. Es apenas el afán de remover los rescoldos del Patrioterismo que debiera existir -dicen- en el corazoncito de los peruanos –y sobre todo de los uniformados- a ver si de una vez dan un “Golpe” y destituyen a quien ha osado mancillar la memoria del Almirante, el único que existe en nuestra Marina de Guerra.
El Mar de Grau no les importó nunca. Ni antes, cuando los atuneros yanquis hacían de las suyas; ni ahora, cuando REPSOL derrama seis mil barriles de Petróleo causando daños infinitos a nuestra bio diversidad y perjudicando severamente a centenares y aún miles de trabajadores del mar que sufren efectos de la barbarie que ha concitado la atención del mundo.
Seis meses después del 28 de julio del 2021, el fascismo peruano llora a moco tendido porque no ha podido derribar al Jefe del Estado. Se ha valido de todas las argucias, ha impulsado todas las maniobras, ha puesto en marcha todos los operativos; pero nada le ha dado resultado.
A través de los “medios de opinión” con los que cuentan -el 100% de la TV, el 85% de la prensa escrita y el 70% de la hablada- ha dado rienda suelta a todas sus demandas y frustraciones: ha acusado de todo el Mandatario, lo ha llenado de improperios, lo ha descalificado a su antojo, se ha burlado de sus errores, lo ha denigrado con desprecio y vileza; pero no ha conseguido ni removerlo, ni hacerlo retroceder. Con todas sus limitaciones y precariedades –que son notorias- Castillo ha resistido a pie firme. Y por eso, lo odia más. Ningún Jefe de Estado en el Perú ha sido más acosado y atacado. Ninguno ha sufrido más el escarnio y el rechazo, ninguno ha sido más denigrado Por eso, cuando se desata ahora esta nueva ofensiva, el común de los peruanos -el que no cae en el juego siniestro de la reacción- simplemente ignora estos vejámenes. Pareciera que precisamente para ocultar la culpa de REPSOL, los voceros de la derecha han levantado la entrevista de CNN no como cortina de humo, sino de dólares, con la colusión de VOX, el engendro fascista de moda.
En los años 60 del siglo pasado el diario “La Prensa de Pedro Beltrán –el “neoliberal de la época”- acusó de “traición a la Patria” a un dirigente estudiantil Sanmarquino, y lo arrinconó hasta derrotarlo ¿Qué delito había cometido Juan Alberto Campos Lama, ¿el Presidente de la FUSM, en ese entonces? Hacer una declaración en un evento internacional, augurando que los conflictos fronterizos con Ecuador, se resolverían pacíficamente. La campaña demoledora se basó en un sólo argumento: El Perú no tiene ningún conflicto fronterizo pendiente. Sugerir la existencia de alguno, es Traición a la Patria.
Años después, Alberto Fujimori “resolvió” el conflicto fronterizo con el país del norte obsequiándole un territorio: Tiwinza. ¿Hablaron de Traición nuestros “patriotas”? ¿Se rasgaron las vestiduras acusando al Nikei de haber “mancillado el honor nacional” con ese “obsequio”? ¿No dijeron que ese gesto había concluido finalmente con el litigio fronterizo con el país que presidia entonces el señor Mahuad? Y después, ¿no fundamentó García la necesidad de conceder salida a Bolivia? ¿También lo olvidaron?
Este mar, el que se discute ahora, no tiene más tarea que unir a los; pueblos, no dividirlos.
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