Por Glenn Meza - Ex dirigente de la Universidad Técnica del Estado
Es el resultado de al menos 4 décadas de un fascinante y abnegado trabajo de muchos investigadores e investigadoras cubanos (as), que conocí muy de cerca a fines de los 80.
Mientras los muchachos con los que trabajaba salían a bailar, yo me iba al Centro de Investigaciones Neurológicas y de Neuro Trasplante que los cubanos tenían en La Habana. Era común ver este Centro con luz hasta las dos-tres de la madrugada, con los Lada de sus investigadores en sus estacionamientos. El fervor con que ellos trabajaban era apasionante y contagioso. Y así era también en otros centros dedicados a distintas disciplinas como Biotecnología, Ingeniería Genética y Farmacología, cuestiones todas desarrolladas a gran nivel ya entonces, mientras en Chile apenas se mencionaban estos temas. (Y cuando al día siguiente pasaba antes de las 8:00 a.m. a mis reuniones en distintos ministerios, estaban todos los Lada ya de vuelta en sus estacionamientos).
Había hecho grandes amistades con algunos doctores y doctoras que trabajaban en ese centro neurológico, los que me ayudaron a entender muchas cosas de interés. Primero por qué trabajaban tanto y hasta tan tarde. Su respuesta era que el Comandante no tenía horarios y trabajaba así de fuerte por la Revolución. Y que ellos no podían ser menos, más aún si Fidel prestaba especial atención a sus investigaciones, asunto que me constaba puesto que más de una vez apareció Fidel por ese Centro estando yo allí, el día y hora exacto en que correspondía discutir el resultado de algunos de los avances de sus trabajos. Está demás explicar que nadie ganaba horas extra, que todo era fervor y pasión por el conocimiento y una especial forma de entender su compromiso con la Revolución.
Consultados del por qué Fidel prestaba tanta atención a sus trabajos, me decían que ellos creían que era porque el Comandante (así se referían ellos a él), no se resignaba a que niños o niñas nacieran con fallas neurológicas congénitas y hubiera que resignarse a ello. O que algún accidente dejara para siempre a alguien con severas limitaciones. Esto me tocó verificarlo en los hechos tiempo después, cuando viajamos con Andrés Allamand y su notable mujer de entonces, la arquitecto y pintora Bárbara Lyon, llevando a un hijito de ellos que se había caído a la piscina de su hogar y, que, si bien no se había ahogado, había quedado con serias limitaciones neurológicas. Es una historia larga y delicada, pero después nos enteramos que Fidel muchas veces fue solo a ver al niño, pese a que la comunicación con él era prácticamente nula. Pese a ello y gracias a la dedicación de los cubanos, el niño se recuperó mucho, bastante en realidad y vivió hasta los 15 años. Sus padres viajaron a botar sus cenizas en una playa de La Habana, en la que según ellos su hijo había sido más feliz.
Alguna vez estando en la oficina del Comandante, revisé la notable biblioteca que tenía detrás de su escritorio. Me sorprendí que aparte de los clásicos de Lenin, Marx, Engels y varios otros, tenía varios libros y tratados de neurología. Ahí entendí que su preocupación iba bastante más en serio de lo que yo imaginaba. Incluso pude aquilatar más tarde que no pocos ciudadanos de su país creían que él era médico, neurólogo, dado lo versado que era en estos temas y su enorme preocupación por ellos. (Era abogado, ustedes recuerdan La Historia me Absolverá, su defensa contra Batista luego del primer intento de liberar a su país y en el que fue detenido).
Los investigadores de ese Centro me pedían libros y suscripciones a revistas científicas que el bloqueo les impedía tener. Lo hacía gustoso y hacer llegar unas cajas con esos pesados mamotretos a la isla era toda una aventura, dependiendo del país en que los podía obtener a mejor precio. Afortunadamente Cubana de Aviación llegaba a varias partes, lo que facilitaba cada "operativo neurológico".
Esta preocupación de Fidel por la Salud era bastante más amplia. Alguna vez me tocó presenciar la inauguración de un hospital especialmente dedicado al cáncer de mamas. En su discurso de inauguración televisado a todo el país, Fidel les decía especialmente a las mujeres: " Díganle ustedes compañeras a nuestros economistas lo que se siente cuando les tienen que cercenar uno o ambos pechos, que ellos no entienden por qué yo destino tantos recursos a la salud, y en este caso particularmente a la de ustedes. Ellos no entienden el drama que esto significa en vuestras vidas, explíquenselo por favor para que entiendan ......" Para que decir la ovación de las pacientes y todo el personal de salud presente. Más de una lágrima rodó por sus ojos ...... y por los míos también.
En una de las tantas conversaciones con Fidel él se explayó sobre los objetivos finales de la Revolución. Nosotros queremos que el "hombre nuevo" sea un "hombre de ciencia", es decir un hombre riguroso en el ámbito que elija, sea ciencias sociales, ciencias básicas o las más duras.
Y ahora cuando leo de sus avances, me alegra percibir cuanto han avanzado al respecto.
Cuando triunfó la Revolución la gran mayoría de sus médicos huyó a Miami, dado que ejercían la medicina privada y como acá no pocos de ellos se habían enriquecido con la salud de sus pacientes. Esto trajo varias consecuencias, entre otras que hubo que sacar a los mejores estudiantes de otras carreras para dedicarlos a la medicina. La doctora que dirigía el Centro de Neurología citado, era entonces estudiante de pedagogía en matemáticas, se fue a medicina y terminó de neuróloga. ¿Pero cómo se formó en esta área tan compleja le consulté? Gracias a que un gran neurólogo chileno se vino a ayudar a nuestro país y formó a una gran camada de profesionales al más alto nivel. Su apellido era Asenjo, creo que Juan Asenjo, profesor de Medicina de la Chile, cuyo nombre lleva también nuestro Instituto de Neurología tras el Hospital Salvador.
Así supe de otros profesionales chilenos que le dieron todo un impulso especial a la formación de los médicos, formación que hoy día es destacada en todo el mundo por su originalidad y calidad. Y se formaron muchos, tantos que como me destacaban ellos, llega un momento en que la cantidad genera sola un salto cualitativo, la famosa masa crítica, dada la discusión y competencia profesional y ética que se gesta ente ellos a nivel local y nacional. Y ya a comienzos de los 90 había en Cuba tal cantidad de hospitales y médicos de calidad, que la discusión científica era de gran nivel. Mucho más cuando el único objetivo es la salud del paciente y no el cheque en garantía ni la cuenta de la clínica.
Conversando con profesores de liceos cubanos, me di cuenta que entre ellos había sucedido lo mismo, las discusiones pedagógicas eran notables y de alto nivel, lo que se facilita enormemente cuando no hay negocios con la educación de por medio y cuando todas las medidas tienen alcance nacional.
Bueno, me he extendido demasiado. Queda mucho en el tintero, pero por ahora está bueno.
Glenn Meza - Ex dirigente de la Universidad Técnica del Estado