COLUMNA DE DIANA AURENQUE: EL GRAN FAKE

La Tercera -  28 - 08-2022

A pocos días del plebiscito se plantea urgente revisar y desmentir uno de los grandes fakes de la derecha: que la propuesta Constitucional sea “socialista”, “comunista” o “chavista”. En particular, es tiempo de corregir lo que piensan algunos de ese sector sobre lo que es la (y las) izquierda(s) en Chile y quiénes serían sus actores.

Porque a diferencia de la derecha, donde no hay duda de que su representante extremo es José Antonio Kast, en la izquierda este sector ha imaginado personas o partidos que poco comparten de una ideología propiamente de izquierda y, menos, extrema. Pues, pese a que, para algunos de dicho sector, Boric sea tildado de “zurdo” por gobernar en alianza con el Partido Comunista; o que crean que el Partido Comunista -o sus miembros como Jadue o Vallejo- constituya la extrema izquierda, estas lecturas carecen de fundamento.

Pues ni el Partido Comunista chileno, por ideológico que sea, manifiesta características de un extremismo de izquierda -no es revolucionario ni armado como lo fue alguna vez el MIR o el FPMR. Por el contrario, este partido funciona hoy bajo reglas democráticas e institucionales, es desmilitarizado y forja alianzas con otros partidos. El Presidente Boric y el Frente Amplio, asimismo, si bien son parte de la izquierda, parece correcto sostener que esta ubicación es posible más por particularidades contextuales que por cuestiones ideológicas. Es decir, son de izquierda porque en nuestro país ella ha asumido el legado histórico y reivindicatorio por derechos sociales. Pero, además, hablamos de una izquierda distinta, a lo menos, progresista, porque actualiza y reinterpreta dicho compromiso social en clave liberal: de ahí se explica la incorporación de reivindicaciones identitarias actuales -feminismo, disidencias y divergencias, multiculturalismo, ambientalismo y ecologismo, etc.- en su agenda. Pero no proponen, por ejemplo, un sistema económico anticapitalista o antimercantil -sí antineoliberal y de recuperación de un Estado social- ni tampoco abogan por derrocar la institucionalidad, el Estado de derecho, ni menos promueven una única forma de vida buena (como la utopía socialista del “hombre nuevo”). Nada de eso.

Por lo tanto, habría que decir de una buena vez dos cosas: por un lado, que a la izquierda de Boric o Jadue hallamos una serie de actores que se separan abismalmente de ellos; de lógicas partidistas y del gobierno. Para esa extrema izquierda, Boric es un “vendido” -como lo llama, por ejemplo, Héctor Llaitul-, un político “amarillo” cercano incluso a la Democracia Cristiana y, por tanto, para ellos, de derecha. Pero, por otro lado, y esto es clave, reniegan y se separan de la Convención Constitucional y de su propuesta de Carta Magna. Llaman algunos también quizás a anular o hasta, a rechazar.

Así, y el gran fake ocurre cuando la derecha llama a rechazar la propuesta constitucional por ser “socialista” o “de izquierda”. La verdad es patentemente otra: se busca rechazar una Constitución que aboga por un Estado social y liberal; una que funda unidad no como homologación ni anulación de diferencias, sino reconociéndolas, por primera vez, y protegiéndolas sustantivamente.