Por : Rolando Garrido Quiroz - Presidente Ejecutivo de INCIDES. Instituto de Innovación Colaborativa & Diálogo Estratégico – El mostrador - 04-10-2023
El mismo 11 de septiembre de 1973, en la primera conferencia de prensa de la dictadura civil-militar, Leigh declaró: “Después de 3 años de soportar el cáncer marxista, que nos llevó a un descalabro económico, moral y social, que no se podía seguir tolerando por los sagrados intereses de la patria, nos hemos visto obligados a asumir la triste y dolorosa misión que hemos acometido. No tenemos miedo, sabemos la responsabilidad enorme que cargará sobre nuestros hombros, pero tenemos la certeza, la seguridad de que la enorme mayoría del pueblo chileno está con nosotros, está dispuesto a luchar contra el marxismo, está dispuesto a extirparlo hasta las últimas consecuencias”.
Sabemos que la alocución de Leigh se retuerce entre mentiras, arrogancia y cobardía. Ni triste ni dolorosa. Civiles y militares golpistas estaban ansiosos por tomarse el poder con toda la violencia disponible. Asimismo, las derechas, incluyendo al sector hegemónico de la DC, no pudieron alcanzar la mayoría necesaria para destituir a Allende, ya que en marzo de 1973 un poco menos de la mitad del pueblo de Chile (43,3%), votó por la Unidad Popular.
El desabastecimiento de alimentos, las huelgas y atentados a la infraestructura crítica, financiados por la CIA, eran parte de la escena cotidiana. Por otra parte, el asesinato del general Schneider fue perpetrado por hijos de la derecha tradicional y miembros de las FF. AA, antes de que Allende asumiera el poder.
Los sagrados intereses de la patria no eran los privilegios de una élite clasista y revanchista, sino que eran la defensa de la democracia, el régimen constitucional y las riquezas de los recursos explotables como el cobre, que alcanzó la nacionalización por una amplia mayoría en el Congreso Nacional, y no la violencia ejercida por quienes tenían y tienen el monopolio estatal del uso de la fuerza en el orden interno.
También sabemos que, a una década del golpe de Estado civil-militar, era la mayoría del pueblo chileno la que no estaba con la dictadura, sino en las protestas, para recuperar la democracia, porque desde el golpe se habían impuesto el terror y la represión.
La certeza y seguridad de Leigh en cuanto a creer que podía extirpar “el cáncer marxista” hasta las últimas consecuencias, sin duda, lo llevó a creer que, con el monopolio estatal del uso de la fuerza para combatir al enemigo interno, a través del terrorismo del Estado, bastaba para exterminar la naturaleza biológica de organizaciones partidarias que históricamente han cultivado una orgánica celular. De hecho, una información poco conocida es que los militares y, en particular, sus servicios represivos de inteligencia, pensaban que, secuestrando y asesinando al número 1 y 2 de esas células o núcleos celulares, iban a eliminar la “metástasis marxista”.
La estrategia criminal de asesinar a los 1 (secretarios políticos) y los 2 (secretarios orgánicos) de las “células marxistas” no contaba con el conocimiento del descubrimiento científico sobre el fenómeno de la vida denominado autopoiesis, que define a los seres vivos como organismos autónomos, en el sentido en que son capaces de producir sus propios componentes y que están determinados fundamentalmente por sus relaciones internas.
Este asunto lo entendió en la práctica mi papá, militante comunista, frente a la tortura, la prisión y el liderazgo ejercido en el Comité Regional Viña del Mar, en plena represión, con su frase “el partido somos nosotros”, para que sus compañeros entendieran que las decisiones de lucha, sobrevivencia y autodeterminación organizacional, dependían de ellos mismos en sus más plenas relaciones internas frente a la muerte y la vida. En los hechos circunstanciales e históricos y ante la cruda realidad represiva, autopoiesis y disciplina partidaria no eran incompatibles.
Por su parte, Víctor Díaz, a cargo de la dirección política del PC en Chile, durante la política de exterminio y afán por erradicar el cáncer marxista en el episodio conocido como el “caso Conferencia”, sometido a las más aberrantes torturas, les dice a sus captores que tratar de aniquilar a la militancia comunista en Chile era como “intentar sacar agua del mar con un balde”. Ni el arrogante de Leigh, ni menos el cobarde de Pinochet y los aparatos de represión lograron comprender nunca el fenómeno de la vida y sus procesos generativos y regenerativos.
Entre otros saberes científicos, como la neurofenomenología, Francisco Varela inició el estudio de los mecanismos neuronales asociados a los fenómenos conscientes, respecto de la sincronía de la actividad neuronal y su relación con la percepción y los estados de conciencia. Varela planteó que las sensaciones que el ser humano experimenta en la vida cotidiana no activan una determinada zona X en el cerebro como región única (regionalidad), que se corresponda con el tipo de sensación que se experimenta, sino que, al momento de tener una experiencia determinada, distintas zonas del cerebro son estimuladas formando un patrón que se corresponde con la experiencia irrepetible. Así ocurre y fluye el fenómeno de la vida.
Para Varela, “la mente no está en la cabeza”, porque la vida humana está descentrada. Al decir “mente” se refiere a la experiencia y la “cabeza”, se entiende como la cháchara interna. Algo similar a reconocer que la inteligencia celular orgánica, que es pura experiencia viva, no está en un Comité Central ni en una Comisión Política, ya que la mente o experiencia es inseparable del organismo como un todo en sus procesos cognitivos y flujos sensorio-motrices. ¿Te suena patear piedras, huevear o cranear? También se piensa con el cuerpo, con las manos y con los pies.
Cosa distinta es observar o analizar los niveles de actualización que produce el PC como partido, de acuerdo con los avances científicos y tecnológicos en miras a sus estatutos, programa, proyecto o bases ideológicas y su habilidad para transitar hacia concepciones biológicas del buen vivir, desde sus inteligencias múltiples, porque su historia y prácticas políticas contradicen los preceptos del centralismo democrático en la capacidad sensorial de sus células, percepción y estado de consciencia en la toma de decisiones y en la cotidianidad de la vida militante, algo que muchos confunden con disidencias irreconciliables, quiebres internos o desplome partidario.
La corporeidad y corporalidad militante también ha aprendido a moverse al ritmo del bolero, la cueca, el heavy metal, el grunge, el reggaetón, la cumbia, la salsa, el merengue y la nueva música urbana y no son pocos los que tempranamente aprendieron a bailar El Cuándo en la voz de otro Rolando. La cultura comunista chilena y su expresión partidaria no cumplen años, acumulan juventudes y, en ello, no hay signos de deterioro cognitivo o motriz. Todo se vuelve autopoiético.
Ni cáncer que había que extirpar ni metástasis que había que hacer desaparecer, porque una parte importante del pueblo de Chile ha reconocido como significativa la contribución de la cultura comunista al legado y patrimonio nacional a lo largo de la historia. Muestra de este legado, exhibe un Premio Nobel con reconocimiento universal, artistas de renombre internacional y varios Premios Nacionales en ciencias, las artes y la cultura, pero también una variada galería de dirigentes vecinales, estudiantiles, sindicales, profesionales, deportistas, humoristas y de diversas causas o luchas sociales y culturales que han sido y son parte de la Fiesta de los Abrazos.
Adivinen, ¿de cuál partido político es la nueva presidenta de la histórica FECH este año 2023? ¡Uy! Comunista otra vez. Y, más encima, literata y con publicaciones tempranas. Catalina Lufín es su nombre y, más probable que posible, ya se asoman otros Catalinos y Catalines, donde las Claudia, Jeannette, Camila, Karol, Irací, Javiera y demases, pasarán a ser veteranas de la democracia en esta escena del siglo XXI.
Del rojo al amaranto, del amaranto al violeta, quedan todavía muchos amaneceres y atardeceres autopoiéticos, para que se exprese el fenómeno de la vida. Muy al pesar del extinto Leigh o para mal de un fenecido Pinochet –empeñado en aplastar a los “señores marxistas”, olvidándose de las señoras, señoritos, señorites y señoritas marxistas por venir–, incluyendo a Merino, que se refería a los comunistas como “humanoides”, deshumanizando el exterminio. Al final y al principio, el fenómeno de la vida multicolor es una circularidad inalienable entre el acto de conocer, amar y vivir, entre el universo de lo vivo y el conocer, para producir nuevos aprendizajes.