MOVIMIENTOS SOCIALES: CÓMO DEJAR DE ECHARLE LA CULPA AL EMPEDRADO

By Ricardo Candia Cares 10 septiembre, 2022 – EL DESCONCIERTO

Es necesario que se reaccione. Sobre todo, que ahora se concilian los poderosos para la restauración pinochetista con una pátina indesmentible de legitimidad asentada en un horroroso 62 % de apoyo.

Digamos que se consuma una traición de ribetes históricos a la voluntad del pueblo. Y queda demostrada la aplicación concisa de la planificación que la derecha se propuso no bien Pïñera puso en juego la Constitución 80/05.

Se comienzan a saber con detalles las razones por las que la gente sobre todo las más carenciadas y humildes, votó por el rechazo. Prácticamente nadie de ese segmento leyó la propuesta y prácticamente todos se alimentaron de lo escuchado en la tele o de otros.

Ganó el miedo, la ignorancia, la tontera.

Y en este aspecto queda al trasluz el rol de los movimientos sociales que apoyaron el Apruebo explícitamente, dígase centrales sindicales, asociaciones gremiales, sector público, colegios profesionales, sindicatos, federaciones estudiantiles, colectivos varios, etc.

Una cierta inercia cómplice, un accionar administrativo y lerdo que no previó ni trabajó en ese sentido.

Dijimos desde el comienzo que la ultraderecha, decir derecha es una injusticia, jamás iba a aceptar así no más que se barriera con el instrumento que ha permitido que las cosas sean como sean: dicho de otra manera: que hayan podido hacerse ricos hasta superar los límites de lo morboso.

De Cristo, San Francisco y sus enseñanzas, mejor ni hablar.

De aquí a poco se olvidará que sería el rechazo al modelo, al sistema político y a los políticos, esos que hoy se reúnen con una alegría de vencedores, por lo que el pueblo terminó por alzarse de la única manera posible: una aguda y persistente violencia.

Esa violencia criticada por Pedro, Juan y Diego fue la única forma que se tenía a mano si se considera que quienes por sus propias declaraciones y principios están llamados a dirigir esas luchas de la gallá no se vieron ni por asomo.

O no pudieron. O no quisieron.

Sin conducción ni proyecto, sin líderes legítimos ni estructura mínima, sin política ni objetivos, la movilización popular tenía sus días contados antes de que se produjera la matanza o un enfrentamiento civil de imprevisibles consecuencias.

La gente mandaba en sus poblaciones. O no mandaba nadie. El país ardía. De ese tamaño era la crisis.

Hemos dicho hasta el cansancio que esta constitución no es la que el pueblo merece necesita y quiere. Aunque no necesariamente por contenido sino por la forma, por el rol del pueblo, por su lejana convicción y cuestionable participación.

Por su estatus en el orden del poder.

Desde siempre hemos sido partidarios de un principio que queda demostrado en esta pasada: las constituciones siempre se imponen desde el poder y desde el pueblo movilizado cuando es en su beneficio: es decir, en condiciones en las que el pueblo mande y tras un proyecto, con líderes legítimos, con organización, con horizonte y objetivos.

Sin organización, aunque fuera mínima, sin objetivos y sin dirigentes legítimos lo que se venía era esperable: nuevamente el pueblo quedó expuesto a la campaña de mentiras y de terror que la ultraderecha desplegó con el entusiasta apoyo de personeros de la Democracia Cristiana y del Partido Radical.

Uno esperaría la autocrítica certera y demoledora de las organizaciones sociales que decidieron su apoyo al proceso Constituyente y que, sin embargo, no hicieron sino lo que han hecho en los últimos treinta años: nada nuevo, nada inteligente, nada efectivo: solo trabajar al modo de una productora de eventos. Habrá excepciones, como en todo.

¿Quieren o no quieren cambiar la constitución? ¿Les molesta o no el neoliberalismo?

Como se puede ver en la sala Jaime Guzmán del Senado, pocas cosas tan atinadas, los partidos políticos hace poco en la cuerera no quieren sino arreglar la cosa en la churrasquera y a fuego medio. Todos. Hasta ahora nadie se ha cruzado y dicho que no.

Es esperable, aunque de dudosa probabilidad, que se instale en la izquierda luego de la estrepitosa, peligrosa e irremontable derrota del domingo, la convicción de que las cosas estuvieron por mucho tiempo al revés: la experiencia y la ciencia indica que los bueyes van siempre delante y la carreta detrás.

Sobre todo, lo enseñan los fracasos estrepitosos.

Quizás no se entienda aun que es necesario diseñar una estrategia de poder sobre la base de la unidad de acción y de la articulación de un potente movimiento social que ahora sí entienda su deber de conducción y construcción política.

Ya es hora. Se han perdido decenios preciosos para llegar a este estado en que ya no se puede perder ni pretender más.

 ¿Pueden/quieren/se atreven los dirigentes sociales a transformarse en lideres políticos y lanzarse a la arena de la política impulsados por su legitimidad considerando que es en este dominio desde donde se cambian las cosas, entre otras las constituciones?

¿O, por el contrario, seguirán confiando en los políticos que hoy acaban de traicionar al pueblo una vez más? ¿Seguirán a la siga de la chaucha, el reajuste picante, la deuda prehistórica, el bono triste? ¿Seguirán en la antesala parlamentaria para rogar por la ley que arregle las cosas? ¿Aguantarán más portazos, desprecios y burlas?

Si no se entiende que la cuestión de la política es el poder entonces convengamos que hemos perdido soberanamente el tiempo en una pichanga de barrio. Si no se concede que desde lo social no solo es posible sino necesario y urgente hacer política, entonces no hay mucho más que hacer.

¿Hay ejemplos en que este fenómeno se haya producido?

Lo más parecido es la experiencia de esos dirigentes de la FECH que decidieron meterse a la política y luego de unos años se hicieron de la presidencia de la república. Con las patas y el buche, habría que agregar para su beneficio.

Hace muy poco el sistema de partidos políticos estaba absolutamente desfondado por la carcoma de la corrupción y el desprestigio. Todo el sistema político estaba al borde del nocaut. El país estaba al borde entrar en un espiral de anarquía porque no había quien le pusiera el punto a la i.

¿Y entonces quienes podrán tomar la bandera del pueblo?

En la naturaleza humana y de la otra solo ha resultado diferente aquello que no se había intentado por eso los cambios siempre tienden a sorprender. Y por eso se necesitan lideres avispados y atentos, no burócratas.

La imposibilidad de manejar y controlar todas las variables no permite prever cambios si no en cierto dominio acotado y eso se puede hacer solo si hay conducción que vaya observando el curso de los acontecimientos.

Se trataría de mirar los fenómenos desde ángulos originales. Provocar un cambio en el espacio que definen los poderosos mediante sus leyes hechas precisamente para encauzar la higiene y las buenas costumbres.

Hemos peleado bajo las condiciones que imponen los poderosos.

Cursa en este preciso instante la decisión de hacer una constitución entre cuatro paredes y un cielo raso.

¿Tras la paletada nadie dirá nada?

Es necesario que se reaccione. Sobre todo, que ahora se concilian los poderosos para la restauración pinochetista con una pátina indesmentible de legitimidad asentada en un horroroso 62 % de apoyo.

Por Ricardo Candia Cares