PELIGROS, PERSPECTIVAS, ESTRATEGIAS Y LA PREGUNTA CARDINAL DE LA FILOSOFÍA

By Ricardo Candia Cares 14 febrero, 2022 El Clarín Chile

Para decirlo en breve: un presidente joven y que viene de la dirigencia estudiantil, que se proponga vivir en barrios de alcance humano, con mucha gente joven en su gabinete, con tatuajes y desenfado, con mucho símbolo dando vueltas, no garantiza, ni se propone, cambiar las estructuras que define todo lo que hay.

Doble contra sencillo: al gobierno de Gabriel Boric la derecha le va a negar la sal, el agua y lo que sea necesario para sabotear su proyecto.

De momento, las oficinas secretas agudizan artificialmente un conflicto de consecuencias humanas inimaginables, cuyo origen preciso fue aquella memorable epopeya de Piñera invitando en Cúcuta, Colombia, a los venezolanos a venirse a Chile.

Hoy esa migración desbocada se utiliza de la manera más inmoral para dejar de legado a Boric un problema gigante.

El programa del presidente entrante no es un ambicioso proyecto refundacional o que se proponga “desneoliberalizar” algo, tal como se dijo inicialmente en los primeros borradores de programa. Lo que se propone es mejorar en algo lo que hay.

Pero para la derecha es, por, sobre todo, un mal ejemplo y por lo tanto debe ser desprestigiado desde el inicio para que nunca más pueda ser posible algo siquiera parecido.

El programa gubernamental de Gabriel Boric está diseñado para abordar algunas reformas necesarias: pensiones, salud, CAE, en un esquema general de cambios formales, reforzado con acentos notables a nivel de lo simbólico.

Muchas mujeres, jóvenes, brillantes, en cargos en que antes dominaba la grisura de carcamales tenebrosos, con ministros y subsecretarios que no vienen del mundo político tradicional, y con un desenfado que genera real urticaria al facherío. Digamos que su banda tricolor hecha por una artesana le pone la guinda a la torta.

Sin embargo, la coalición ganadora ha debido, no sin roces y reclamos internos, abrir sus puertas para entregar importantes porciones de poder a quienes no eran de Apruebo Dignidad.

Que el Partido Socialista, que ha estado treinta años en el corazón de todo aquello que el Frente Amplio criticaba de la manera más dura, hoy tenga cinco ministros en el gabinete dice mucho de la debilidad del gobierno entrante y de su minoría en el congreso. Y de la enorme capacidad de reciclarse que tienen los responsables de todo lo que la gente desprecia.

Con todo, este reacomodo anuncia un cambio cuyo rasgo más importante es el retroceso del convencimiento instalado en el sentido común de la gente de que nada diferente es posible.

Los sucesos de los últimos años demuestran que el modelo no es invulnerable y que hay más vida más allá del neoliberalismo. El tan anunciado cambio de ciclo ya está aquí, aunque en su estado de larva.

Lo que admite y necesita una discusión mayor es cómo, con qué y quiénes se postulan para legítimamente liderar este reacomodo histórico en el que se abre una fisura en el orden. Los cambios sociales no se hacen solos.

Como se puede suponer, en cuatro años, con poca decisión y sin mucho apoyo, no es tanto lo que se pueda hacer para responder a todo cuanto la gente entiende como deudas que se tiene con ellas. Peor aún, sin mayoría en el Congreso.

Gabriel Boric detonará las comprensibles expectativas de la gente que descargará todas sus necesidades y frustraciones en un gobierno que entiende como suyo o cercano solo porque votó por él.

En breve, la gente, esa que no leyó la última versión del programa de gobierno, va a salir a las calles a exigir lo que cree es responsabilidad de Boric, más bien suponiéndolo.

Las deudas del Estado con la gente abusada tienden al infinito y no se hará esperar mucho que la rabia anidada haga su aparición.

Pocos peligros se alzan tan amenazantes como la expectativa indignada de la gente. Y ese riesgo nace de aquello que se levantó como bandera de lucha en la campaña electoral: vamos a cambiar todo.

Si en los hechos el actual gobierno debió migrar hacia los restos náufragos de la exConcertación a la siga de gente con alguna experiencia en el gobierno y apoyo parlamentario, la cosa no tiene muy buen aspecto.

Para decirlo en breve: un presidente joven y que viene de la dirigencia estudiantil, que se proponga vivir en barrios de alcance humano, con mucha gente joven en su gabinete, con tatuajes y desenfado, con mucho símbolo dando vueltas, no garantiza, ni se propone, cambiar las estructuras que define todo lo que hay.

La historia lo ha dicho muchas veces: sin el pueblo es poco lo que se puede hacer, tanto para emprender como para defender un proceso.

¿Otro Chile es posible? Sí. - Pero la pregunta cardinal de la filosofía sigue sin respuesta: ¿con qué ropa?

GENTILEZA DEL CLARIN CHILE