Sonia Pérez Arancibia - 11-07-2022 – Estudiante del Instituto Tecnológico – UTE 1973
Aunque estoy llena de esperanza, también estoy llena de preguntas.
¿Por qué tengo esta sensación de que a las izquierdas chilenas les falta darse legitimidad entre ellas?
¿Por qué la movediza izquierda chilena no escuchó con inteligencia y corazón el llamado de alerta que hizo Fidel Castro el año 1992 en la conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Río de Janeiro?
¿Por qué no fuimos capaces de escuchar en conciencia el llamado de atención, de alerta máxima que hizo nuestro compañero presidente Allende ante el pleno de las N.U. con respecto al modo en que se estaban organizando y engordando los "grandes consorcios internacionales"?
Allende visionario en 1972 prevenía: ojo pueblos del mundo con la globalización ideológica, política, económica y social que se nos viene. Ya intuía el desenfreno de la codicia neoliberal y sus efectos en los habitantes de nuestro país.
Fidel, 20 años después advertía: ojo pueblos del mundo, como especie biológica la Humanidad está a punto de extinguirse...
¿Las izquierdas chilenas escucharon esas alertas?
Yo siento que el pensamiento de quienes pretenden dirigir los movimientos populares debe transformarse haciendo honor al cambio de época porque el pensamiento del pueblo a quienes quieren dirigir ya cambió. Los habitantes de los distintos pueblos de Chile ya sabemos que en democracia es el pueblo el soberano.
De puro escuchar y escuchar a quienes elegimos para que nos representaran en la Convención Constitucional, descubrí que las propuestas más revolucionarias son aquellas que nos bajan el moño como especie, aquellas que exigen respeto a los ciclos de la naturaleza, aquellas que exigen respeto a las comunidades indígenas, los PPOO, que conservan y practican los conocimientos adquiridos en infinitas generaciones para solucionar los efectos devastadores de una minería irresponsable ejercida por transnacionales que nos envenenan el aire sacrificando a mediano y corto plazo a comunidades completas, no sólo de personas sino también de habitantes de ríos y océanos, o habitantes de micro ecosistemas de los desiertos tan necesarios para el equilibrio climático en nuestro país. ¿Para qué mencionar el efecto del sistema ideológico político económico que nos ha robado el oxígeno y nutrientes derivados de bosques nativos propios de cada región en la gran diversidad geoclimática de nuestro país inundado de monocultivos que justifican la ceguera inmoral de las forestales que están destruyendo a sus habitantes de bosques y suelos? Los paltos, eucaliptos y pinos no tienen ninguna culpa sino nuevamente la avaricia criminal de la cual fuimos advertid@s por líderes respetados por las izquierdas chilenas.
Mi humilde opinión es que ya no son importantes las fronteras entre clases sociales sino el modo en que los habitantes de distintas comunas, distintas regiones, distintos pueblos, distintas culturas, distintas identidades, distintos géneros, distintas generaciones; seamos capaces de colaborar, ayudar, cooperar en todos los niveles al bienestar de todas y todos.
Bueno, es justamente eso lo que ofrece el borrador de Nueva Constitución entregando las herramientas necesarias para asegurar su implementación y realidad.
Lo que se nos viene exige que aprendamos a unirnos, ¡por lo menos las izquierdas, por la flauta! ¡Basta de añorar estructuras políticas de siglos pasados! Es tiempo de construir futuro con tolerancia y humildad, con gratitud por lo mejor que cada sector tenga y ofrezca a las comunidades de personas en Chile.
Lo que se nos viene es entregar un país amable a las generaciones futuras que comienzan con nuestr@s hij@s, niet@s y sus niet@s. Nuestros seres amados, aquell@s para quienes nosotras y nosotros seremos sus ancestr@s, cuidándoles desde algún lugar de la existencia.
De eso se trata el amor incondicional. Es lo que pienso y siento.
Sonia Pérez Arancibia