Por IRIS ACEITON VENEGAS – 05 DE ENERO 2021
Leo y releo los balances del defenestrado 2020. Las noticias sobre el covid19 me tienen loca, podrían ser más novedosos, lúdicos; la repetición de los cuidados esenciales para combatir el virus me produce el efecto contrario:
“Cállense mierdas, si eso lo sabemos, no están tratando con una población inepta e ignorante”. Que el lavado de manos, la mascarilla, que ni el presidente con su 7% de aprobación, respeta.
Les periodistas de la TV con sus máscaras transparentes hasta más debajo de la barbilla y totalmente transparentes para resaltar ojos y facciones cuidadosamente maquillados tratando de camuflar; arrugas, espinillas y puntos negros. Dicho por los médicos que saben, su protección es altamente inocua, pero, es más taquilla.
El notero candidato Lavín, hasta en cuatro programas en los matinales: Porque un puma deambula en las Condes, porque a un viejo solterón se le perdió la diuca, porque a una dama aristocrática le robaron los calzones sin sacarles los pantis. Él describe los hechos como si en cada acción se encontrara presente, con su cara de weón sonriente, (la pura cara tiene no más), acaparando pantalla, subiendo en las encuestas.
El otro súper star es el irreconocible alcalde de la Florida Rodolfo Carter, cada día más flaco. Con sus labios sensuales como riñón cargado de bótox. Vestido elegantemente como padrino de bodas, de finos ternos y encorbatado hasta lucir los ojos con un progresivo bocio exoftálmico. Concede las entrevistas desde su escritorio en la alcaldía, firma interminables mamotretos para demostrar que no descansa en la persecución de la delincuencia, narcotráfico, muertos en la pandemia.
La palabra “aforo” la pusieron de moda; aforo de 6 para los cumpleaños, 8 para la cena de Navidad, 4 para un portonazo, 2 para los motochorros, 1 para los ciclochorros, 2 para un coito, 1 para un solitarie, hasta 6 para una orgía.
Es jueves 31, tengo lista la salsa boloñesa, la receta la heredé de mi suegra. Giorgio preparará las lasañas; a la boloñesa y alfredo, pre cocidas en budineras de acero. Nos viene a buscar Ítalo, con todos los bártulos nos vamos a la casa de Gianni. El pelao nos recibe en su hermoso patio frondoso, verde, con escaños rodeados de cactus, junto a sus dos mascotas, el gato Silvio y el perro Norco. Ya están dispuestas las mesas. La cena de Año Nuevo tendrá un aforo de 6. También llega mi hermana Polla con su ex marido, el dentista Alejandro Morales que va de candidato a concejal por los Humanistas, están pololeando de nuevo…
Mis dos hijos nos atienden con esmero; aperitivos, picadillos. La conversación es distendida, afable hasta en los temas en que no estamos de acuerdo. ¡La cena la disfrutamos, las lasañas quedaron de miedo!
Ítalo nos informa que faltan segundos para las doce. Sin pararnos de nuestros asientos me pegué un corto discurso para no latear a mis hijos que sé a veces los dejo chatos: Brindamos por el nuevo año, por los seres queridos que ya no están y con nosotros, por el estallido social, por el éxito de la nueva Constitución. Los celulares de todos los presentes suenan como en un coro de la amistad. Me abrazo a la distancia con mi amiga-hermana Juany Guerrero, sellando nuestra amistad imperecedera, sacamos fotografías. Ítalo las reenvía a sus amigos. De repente pregunta rompiendo la tiranía tecnológica que nos tiene atrapados:
--- ¿Cuántos votos hay aquí para Jadue?
--- Sin ponernos de acuerdo, levantamos las manos y, contestamos al unísono.
¡SEIS!