UNA REFLEXION SOBRE EL CASO DE PANGUIPULLI

Por Glenn Meza – 08-02-2021 – Ex Dirigente de la Universidad Técnica del Estado

He tenido más de algún altercado con carabineros por situaciones que empiezan por la forma prepotente con que ellos se dirigen muchas veces a los ciudadanos de a pie. No creo que eso sea parte de sus protocolos, más bien pienso que corresponde a que en general es un personal con bastante poco criterio y no pocas limitaciones, lo que los hace proclives a un trato prepotente y más bien altanero.

Supongo que el saber que portan una "luma", además de un arma letal, hace que se sientan en superioridad frente a un ciudadano desarmado, al cual tratan desde la partida como "culpable". Si a esto se agrega un respaldo cerrado y acrítico de la autoridad, más una especial facilidad de sus superiores para mentir y encubrir sus acciones con montajes, tenemos el escenario perfecto para "normalizar" el mal trato a la población civil, particularmente si se trata de la que vive en condiciones más precarias. Y esto en un país "tan clasista" como el nuestro, constituye una verdadera marca indeleble en buena parte de la población.

Este escenario hace que uno tema verse envuelto en contradicciones con carabineros porque ellos disponen de toda una batería de abogados, pruebas falsas, apoyo gubernamental y de sus superiores, amén de ciertos medios, que hacen que uno más bien tema de la "protección" de los "encargados del orden". Ni que decir si uno es parte de los sectores más pobres de la población.

Cuando vi las filmaciones de Panguipulli, pensé de inmediato en la forma en que se deben haber dirigido al muchacho a pedirle su identidad, a sabiendas que él no la portaba. Se había normalizado en ese pequeño pueblo en que todos se conocen, hostigar a los artistas callejeros exigiendoles su identidad, pese a que todos ven que están ganándose noblemente el puchero con su arte. En vez de protegerlos y ayudarlos, se les "torea" con exigencias para dificultar que se ganen sus monedas con sus habilidades.

Seguro el muchacho se sintió agredido y ofendido gratuitamente, impidiéndole de paso ganarse su puchero. Yo por mucho menos me he sentido parecido y he reaccionado igual yéndome encima del uniformado. Lo delicado no es la reacción de uno que ha sido insultado impunemente, sino que ellos se llevan de inmediato la mano al revólver, cuestión evidentemente desproporcionada. Parecen creer que tienen derecho a insultar y humillar, pero cuando no se aguanta su atropello recurren cobardemente a su arma.

Seguramente asistiremos a un desfile de razones para justificar la reacción en "defensa propia" del uniformado.

Créanme, nada de esto hubiera pasado si carabineros no se sintiera autorizado a hostigar a los más desprotegidos de un pueblito cordillerano de nuestro país. La reacción del muchacho con sus "sables" de lata, no tengo dudas fue en respuesta a todas las ofensas gratuitas con que se le exigió identificarse, a pesar que todos sabían en el lugar de quien se trataba. En el fondo, fue una verdadera provocación. Un mínimo de sentido común y esto no hubiese pasado nunca. Pero pedir eso es pedir algo con que no cuenta buena parte del personal de esa institución, en Panguipulli ni en ninguna parte del país.

No puedo terminar sin agregar que esto también es responsabilidad de todos los Gobiernos de estas tres décadas, particularmente de los ministros y subsecretarios del Interior, frente a cuyas barbas no solo se incubó este nefasto comportamiento institucional, sino que además se gestaron verdaderos robos al erario nacional mientras se fomentaba la impunidad.

Glenn