Columna de opinión por Lorena Pizarro, Carmen Hertz, María Candelaria Acevedo. - martes 6 de agosto 2024 – radiouchile.cl .
Un perro que, al mando de su dueña, violaba mujeres. Militares que quemaron vivos a jóvenes por ejercer su derecho a protesta. Policías que degollaron a profesores por su militancia política. Profesionales que experimentaban inyectando gas sarín a los prisioneros. Agentes del Estado que tiraban cuerpos al mar. No es una película, pasó en la vida real, en Chile, durante la dictadura civil y militar. Entre ejecutados políticos y detenidos desaparecidos las víctimas suman más de tres mil, si a ellos le sumamos los torturados, el número asciende a más de 40 mil.
Un dictador que, utilizando su posición de poder, robó a las arcas nacionales más de 17 millones de dólares. Como si fuera poco, regaló, en forma de propiedades, millones y millones de pesos a Cema Chile, que pertenecía a su esposa. Más aun, la explotación de los recursos naturales fósiles se los dio a su yerno, mediante SQM.
Un tirano que clausuró el Poder Legislativo y suprimió cualquier tipo de elección en el país, designando a dedo a alcaldes, jueces, autoridades regionales, directores y hasta dirigentes estudiantiles y de trabajadores.
Un golpista que se tomó el poder, nada menos, que bombardeando la casa de gobierno.
Todo lo hasta aquí escrito está comprobado, verificado y documentado tanto por entidades nacionales como internacionales.
Aun así -¡aun así!- hay quienes, aprovechándose de la crisis en Venezuela, escriben y vociferan la mentirosa, irresponsable y despreciable frase: “ni Pinochet se atrevió a tanto”.
La oración en cuestión la utilizan para dar a entender que Pinochet no fue tan malo como sí lo sería Nicolás Maduro, cuestión absolutamente fuera de lugar y que acusa una ignorancia y una ruindad altamente preocupante considerando, por cierto, que quienes han emitido tan miserable afirmación tienen algún grado de poder y/o influencia destacada. La falta de criterio y honestidad es evidente.
No se trata de hacer una defensa a Nicolás Maduro ni a su gobierno, se trata de poner las cosas en perspectiva.
En efecto, la situación de los derechos humanos en Venezuela es altamente preocupante, como lo ha señalado la ONU y, por supuesto, que se debe denunciar y trabajar por ellos. Ninguna violación a los derechos humanos tiene defensa, ya sea en Venezuela, en Estados Unidos, en El Salvador, en Argentina, o en Chile, países donde también las hay. Ahora bien, ni en Venezuela, ni en Estados Unidos, ni en El Salvador, ni en Argentina, ni en Chile hay, actualmente, una política de exterminio sistemático como lo hubo en nuestro país, al menos nadie lo ha podido probar. ¿Esto justifica las violaciones de DD.HH. en estas naciones? Por supuesto que no, pero -insistimos- pone las cosas en perspectiva.
La crisis en Venezuela es innegable, por lo mismo urge que el Consejo Nacional Electoral publique las actas lo antes posible. Pero eso no da derecho, a quienes relativizan -y defienden- la dictadura militar chilena, a mentir. La ley venezolana estipula un plazo de 30 días para publicar las actas y no 48 horas como, inescrupulosamente, afirmara un político del Partido Republicano en un programa de televisión. Independiente de las mentiras de la derecha y quienes caen en su juego, las actas deben ser publicadas cuanto antes.
Dentro de toda esta situación es importante aclarar que las actas publicadas por la oposición no cuentan con la más mínima veracidad. De hecho, entre los votantes aparece Ricardo Durán, periodista chavista asesinado en 2016. Lo más insólito es que dentro de estas mismas actas presentadas por la oposición no aparece ningún voto emitido por Nicolás Maduro, esto, a pesar de que cientos de cámaras registraron el momento de su sufragio. No está demás acotar que miles y miles de actas no tienen testigos. Sería prudente que la prensa chilena también cuestionara lo que presenta o dice la derecha de Venezuela.
No debemos olvidar tampoco que, desde que ganara Hugo Chávez la presidencia de Venezuela en 1998, Venezuela es el país de América que más veces ha enfrentado elecciones. En cada una de ellas la derecha acusó fraude, en cada una de ellas excepto en las que la derecha ganó. Sospechosamente, justo en aquellas, la derecha no acusó fraude.
Por cierto, viene al caso recordar que, actualmente, de las 335 alcaldías que tiene Venezuela, 124 están en manos de la oposición. ¿Era así también en el Chile de Pinochet?
Acá no se debe tener un doble discurso al respecto, como lo tienen no solamente la derecha, sino también gran parte de quienes se jactan de democráticos. Ejemplo tan evidente como actual: Volodymyr Zelensky, cuyo mandato como presidente de Ucrania debió haber terminado hace tres meses, sigue sin llamar a elecciones. Y pese a que, incluso, los republicanos estadounidenses lo han cuestionado, en Chile (y el mundo) se prefiere mirar para al lado.
Ahora bien, pese a esta arbitrariedad de Zelensky y pese a todas las atrocidades que ha cometido contra los ucranianos prorrusos de la zona oriente de su país nadie lo llama dictador, así como tampoco a Netanyahu en Israel, ni a Bukele en El Salvador, ni a Boluarte en Perú. Curiosamente -no tan curioso, en realidad- a Maduro en Venezuela, sí.
Seamos responsables cuando comparamos la crisis venezolana con la dictadura que azotó a Chile. El proceso que se lleva adelante en Venezuela, guste o no, lleva años reafirmándose en las urnas y con observadores internacionales en cada una de ellas. Más importante aún: ningún organismo serio jamás se ha atrevido a afirmar que el Estado venezolano hace suya una política de exterminio, ni que ejerce la desaparición forzada, ni que ejecuta a militantes de partidos opositores (hasta el autoproclamado Guaidó camina libre por las calles).
Los derechos humanos se defienden en todo el mundo, por supuesto que en Venezuela, pero también en Emiratos Árabes, donde el Presidente Boric fue de visita oficial y nadie se molestó, siquiera, en denunciar la discriminación a las mujeres o la antidemocrática monarquía que rige en aquel territorio.
Si a alguien no le gustan los comunistas, si hay a quienes les incomoda compartir coalición con los comunistas, está en todo su derecho a pensarlo y expresarlo, pero que no venga cual hiena a aprovecharse de la delicada situación en Venezuela. Un mínimo de respeto al pueblo de aquel país.
A la crisis venezolana se aporta hablando con la verdad y contribuyendo a la paz, no haciendo afirmaciones bravuconas y sin fundamento, mucho menos relativizando la figura de Pinochet ni lo que fue la dictadura civil y militar.
Un poco decencia, y de pudor.
Lorena Pizarro, hija de Waldo Pizarro y nuera de Jaime Donato, ambos detenidos desaparecidos.
Carmen Hertz, esposa de Carlos Berger, ejecutado político.
María Candelaria Acevedo, hija de Sebastián Acevedo, inmolado para salvar la vida de sus hijos.