By Antonio Elizalde 3 julio, 2025 - El Clarin Chile
Me impresiona notablemente el uso y abuso que se hace de la condición o militancia política de la recién electa candidata del oficialismo a la presidencia de la República.
Hace ya más de tres décadas que cayó el Muro de Berlín y (aparentemente) se terminó la Guerra Fría, sin embargo, en las cabezas de las personas que militan en la derecha chilena, persisten las ideas, creencias, convicciones y miradas que pudieron haber tenido sentido en ese momento de la historia, pero que ya no hacen sentido y no tienen validez.
Me extraña, asimismo, que todo el periodismo de los medios masivos de comunicación sigue entrampado en un debate que distorsiona el sentido real del proceso electoral en curso.
Me permitiré hacer unas preguntas buscando descubrir cuán coherentes somos respecto a lo que nos importe de cara al futuro de nuestro país.
Lo llamaré para facilitar las cosas un test de la blancura política.
UNO: MERITOCRACIA. ¿Existe algún otro candidato que pueda representar mejor que Jeannette Jara, el mérito propio en lo que ha logrado hasta ahora en su vida? Nacida y criada en un barrio popular, madre, dos títulos universitarios (administradora pública y abogada), maestría y varios diplomados, funcionaria pública por varios años en Impuestos Internos, exsubsecretaria durante Bachelet y ministra del trabajo con el presidente Boric. Alguien muy parecida a la mayoría de los chilenos en sus aspiraciones y sueños, en su historia y en su experiencia vital.
DOS: LOGROS CONCRETOS. ¿Existe algún otro candidato que pueda exhibir logros que han beneficiado la vida concreta de la mayoría de los chilenos? Gracias a su gestión como ministra del Trabajo, los chilenos y chilenas hoy obtienen un sueldo mínimo muy superior al del pasado y sobre 500.000 pesos, tienen una jornada laboral cada semana más corta (40 horas) y los jubilados reciben una pensión más alta.
TRES: CAPACIDAD DE DIÁLOGO. ¿Algún candidato ha mostrado capacidad para impulsar y sacar adelante iniciativas sin contar con mayorías parlamentarias?
Uno de los problemas más difíciles de resolver de los muchos dilemas qué se debe enfrentar en la vida política, es cuando se debe optar entre las opciones políticas derivadas de las decisiones colectivamente adoptadas en las organizaciones políticas a las cuales se pertenece y las convicciones propias derivadas de criterios éticos, ambiciones personales, compromisos adquiridos, presiones sociales, autoimagen y expectativas de futuro propio.
Todo funcionará bien mientras ambas dimensiones no se confronten radicalmente, al fin y al cabo, en eso consiste la política: en negociar y buscar compatibilizar intereses contrapuestos, en encontrar los intersticios por donde lograr unir el aceite y el vinagre.
Pero como todo en la vida tiene su límite, la mejor política es aquella que no consiste sólo en negociación y diálogo en el presente, sino también en reducción de los riesgos de conflictualidad futura, buscando aliados, construyendo mayorías, logrando credibilidad y así recuperando la legitimidad necesaria para gobernar.
Y para eso son necesarias ciertas condiciones. ¿Cuáles son esas?
- Respetar la palabra empeñada o dicho de otra forma, cumplir los compromisos adquiridos.
- No prometer nunca lo que no se puede ejecutar.
- Defender, cumplir y actuar de acuerdo a las reglas del juego vigentes. Incluso aún, cuando se está contra ellas, mientras no se haya logrado modificarlas.
- No crear enemigos ni adversarios innecesariamente. O lo que es lo mismo cuidar a y con quien se enfrenta y evitar las descalificaciones hirientes en toda circunstancia. Ya que el adversario de hoy puede ser el necesario aliado del mañana.
Mi modesta opinión: pocos candidatos actuales a la presidencia de la República pasan este test sugerido. Aunque si los cumple y con creces Jeannette Jara.
Antonio Elizalde
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