Por Guillermo Correa Camiroaga
El Clarín Chile. 18 noviembre, 2025
La economía circular es un término que está muy en boga el último tiempo y contiene en su definición conceptos como reducir, reutilizar y reciclar. Las elecciones del domingo 16 de noviembre recién pasado pueden definirse, metafóricamente, como enmarcadas en una política circular que los partidos políticos institucionales, y las instituciones del Estado en general, vienen desarrollando desde la década del noventa en adelante. Más allá de los resultados electorales obtenidos por uno u otro conglomerado, estos procesos no provocan ningún daño al modelo de sociedad construido durante la dictadura civil militar que los gobiernos civiles, después del Plebiscito del SÍ y el NO del año 88, se han alternado y sucedido cíclicamente para su administración, modernización y profundización.
El análisis coyuntural detallado de votos, porcentajes, candidatos, candidatas, pactos, coaliciones y partidos políticos, respecto de los resultados obtenidos en las elecciones del domingo pasado, dejémoselo a los sociólogos, académicos y analistas políticos de distinto signo, lo que planteó en esta reflexión obedece a la observación social de la calle, las movilizaciones y las manifestaciones políticas, sociales, de derechos humanos y culturales, incluyendo naturalmente las coyunturas electorales, en las que me ha tocado participar como una persona más, un ciudadano “de a pie”, por supuesto con una clara y definida posición política.
Desde hace ya muchísimos años la política institucional chilena se ha desarrollado en modo circular, renovándose y reciclándose para seguir administrando de manera eficiente y disciplinada el modelo de sociedad capitalista, en su versión neoliberal, desarrollada e implementada durante la dictadura civil militar, que quedó plasmada en la Constitución del 80 y que, con la reformas realizadas durante los gobiernos civiles de la post dictadura, dicha Carta Magna dejó de tener la firma de Pinochet el año 2005, pasando a ser rubricada por Ricardo Lagos.
La gran derrota del movimiento democrático, popular y revolucionario, que todavía no se asume como tal, sucedió hace más de tres décadas atrás con el Plebiscito del SÍ y el NO, ya que a través de este mecanismo, estipulado en las normas transitorias de la misma Constitución del 80, el triunfo del NO significó, en la práctica concreta, el triunfo del SÍ, ya que jamás se derrotó a la dictadura ”con un lápiz y un papel”, sino que esta se proyectó bajo ropajes civiles, con una democracia “en la medida de lo posible” que no solo legitimó el modelo establecido en la Constitución dictatorial del 80, sino que también lo fue modernizando, profundizando, reciclando y reinventándolo de manera circular, al igual que la política institucional se recicla y se reinventa con cada uno de los procesos electorales que se han venido desarrollando desde la década del 90 en adelante, como expresé anteriormente.
La única situación de resquebrajamiento del orden institucional se produjo durante la rebelión del 2019, que, debido a su carácter desorganizado y también caótico, fue reconducida a los cauces institucionales definidos por el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución junto con el confinamiento obligado provocado por la pandemia de coronavirus. El desborde callejero de millones de personas a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, utilizando las más variadas formas de lucha, erosionó, por momentos, el sacrosanto orden institucional, pero, los caramelos electorales fueron recibidos con gratitud y entusiasmo por la inmensa mayoría de los chilenos y chilenas que protestaban en las calles, dejando lenta y paulatinamente de lado algunos pataleos de rebeldía iniciales. Así, la incontenible marea rebelde, fue dando paso, nuevamente, a un calmado oasis institucional y electoral.
Mi reflexión es que, después de la primera vuelta presidencial y las elecciones parlamentarias del domingo, aquí no ha pasado nada, por mucho que se anuncien terremotos políticos de gran magnitud. Solamente está terminando un nuevo proceso electoral enmarcado en la Constitución creada en dictadura, que define y moldea un modelo completo de sociedad, en donde las ideas culturales neoliberales han penetrado hasta la médula incluso en aquellos y aquellas que alardean en los discursos querer terminar con el neoliberalismo, pero en la práctica concreta lo reciclan y renuevan.
La política circular se reinventa y retroalimenta con cada uno de estos procesos electorales, como el iniciado el domingo 16 de noviembre que terminará con la segunda vuelta electoral presidencial del domingo 14 de diciembre próximo. Por lo tanto, el camino de la política circular institucional siempre conduce a lo mismo: a consolidar el modelo de sociedad instaurado en dictadura, aun cuando las distintas administraciones gubernamentales y parlamentarias se manifiesten con diferentes énfasis y matices en las áreas políticas, económicas, sociales y culturales de este mismo modelo de dominación. Pero, las líneas programáticas gruesas se mantienen intactas para favorecer los intereses de los grandes empresarios nacionales e internacionales, privatizar las riquezas y recursos naturales como el cobre, el litio y los recursos marinos, los servicios básicos como el agua, la electricidad, los combustibles, la locomoción colectiva, y los derechos sociales como la salud, la educación, las pensiones, la vivienda, profundizando , además, la desigualdad y fomentando el individualismo y el egoísmo.
Lo demás es solo circo electoral y humo mediático.
Guillermo Correa Camiroaga,
Valparaíso 18 noviembre 2025
LAS OPINIONES VERTIDAS EN ESTE ARTICULO, SON DE EXCLUSIVA RESPONSABILIDAD DEL AUTOR.
